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TIERNO VÉRTICE
Lunas mareadas, ásperas e inocuas, acarician al olvido, desplazado y gris. Y que el rojo espere, con pies empecinados.
Por eso, acompáñame, noble adversario hoy, por cada sueño ligero, sin pena ni congoja, y dejemos luz al helecho, en éxtasis expropiado.
Tan acogedor y lácteo, estridente y arbitraria luz, que rosa caprichosa nube, con virginal decoro, plata, sin contarlo afiligranado, en la esquina aceitunada.
Construye con silencios, ligeras columnas bajas, y el blanco nieve fuego, de miel y limón la vida, y el verde arrastre paja, con líquida luz serena.
Ya el pico presuroso ríe, del clarín bastardo lento, y la vista enturbia tarde, al que enternece frágil, la piel desnudando dura, y la adormece ágil noche.
Allá el camino, contrito camina, donde perdió un viejo zapato. ¡Ven, ven!... Veamos, al árbol que no corre, a las sombras, ni a las hojas, ni quita gorriones al recuerdo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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LA HOJA DEL ÁLAMO Autor : Giorgos Seferis Grecia 1900-1971 Poeta, ensayista, diplomático y traductor. Premio Nobel de Literatura 1963. Esta es versión de Pedro Bádenas de la Peña. En -Poesía Completa- Alianza Editorial, Madrid 1986.
La hoja del álamo
Temblaba tanto que se la llevó el viento temblaba tanto cómo no se la iba a llevar el viento allá lejos un mar allá lejos una isla al sol y las manos aferradas a los remos muriendo a la vista del puerto y los ojos cerrados en anémonas marinas.
Temblaba tanto y tanto la he buscado tanto y tanto en la acequia de los eucaliptos en primavera y en otoño en todos los bosques desnudos cuánto la he buscado, Dios mío.
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Poeta
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CULTIVA LA CAUTELA
Si el ensueño venturoso devanea. Y el corazón gime de amargura. Por desprender al cielo una estrella. Que nada dice de la noche. No escribas con su eco. No arranques la soledad nacida. No pierdas sus dulces nieves. Mucho verano mata el invierno. Si al fondo obscuro lo confunde. Que la espina espigue sus espumas.
Si la turbada vista alcanza. Dales vivo ejemplo y viejos nombres. Más sublimes prodigiosos y frugales. Con la férvida corriente en remolinos. Entra ardiente en la sonrisa. La magnánima natura fúlgido lucero. La pureza de la aurora derramando. Hoy solícita con dulces dones. Si el amor está en la sacra esfera. Con los brazos de la mañana calma.
Si el noble rostro asoma. Hoy que miedo causa el pasado. Al verle escaleras al tropel silencio. Y el severo semblante muda. Cuídate muerte afable absorto. El torrente asorda cualquier iris. Y la inspiración agita la mano impía. De abandonos y abusos que crecen. Si el ancla la nave desdeña. Y agreste teje su destino. La cautela cultiva.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Diminuta Nota...
Por ese día que perdí al olvido, tras la mirada oculta del tiempo suave, la vista pierde su brillo y vigor, que sin cristalino auxilio ha muerto, por tantos otoños recorrido, entre la barba blanca de los inviernos, y las viejas primaveras de inagotable verde, del suelo sangre, cielo sangre, aire sangre, victimado el embalaje y la ambición salvaje.
¡Diminuta es cualquier alegría en toda minuta!.
Por esas letras leales, que mecen al tiempo con hojas, con tintas con ecos con rumores, del expiar unívoco del tanto ver expirar, del espiar multiforme del estolón volátil, del espinar pendular de la estofa estival, del espolear insonoro de la vida respirada, descomunal escalofriante demoledora, plácida agradable arrobadora satisfecha.
¡Nota atroz diminuta memoria indeleble gigante!.
Por ese aliento que me ha perdido, bien sé que no es propio, es prestado, entre la máxima lejanía ignota, entre todos los humos afilados, donde las cataratas trepan a las nubes, y la vista acuosa casi se seca por servir, con el olvido de laureles petrificados, Somos polvo, polvo solo... ¡Oh, luz!. Tanto como obscuridad y Caos amándose.
¡Por ese día dónde el olvido se perdió, diminuta nota!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PRO SENECTUTE __Miguel Antonio Caro ( Colombiano )
PRO SENECTUTE ( Soneto )
Tú, que emprendiste bajo albor temprano la áspera senda con ardiente brío, y ahora, inclinado y con andar tardío, rigiendo vas el báculo de anciano; torpe el sentido y el cabello cano no te acobarden; ni el sepulcro frío contemples con doliente desvarío, de rápido descenso el fin cercano. Fúlgida luz la vista te oscurece; argentó tu cabeza nieve pura; cesas de oir, porque el silencio crece; te encorvas, porque vences la fragura; anhelas, porque el aire se enrarece; llegando vas a coronar la altura.
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Poeta
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EXISTENCIA PARALACTICA
En ella..... La tarde se estremece, se conmueve, ondula en la punta, dentro, los claroscuros de un rumor se deslizan bajo la puerta rutinariamente lánguidos y un olor aceitoso requemado. Encendió un recuerdo al momento en qué la memoria se detuvo. Después de dibujarse vio con inquietud como el aliento se le escapaba por el borde de un ventanal estrecho.
Dio media vuelta a la sombra rodeando el viejo espejo al lado del sombrero gris. ¡Vaya nebulosa!. La acarició suavemente. Su mirada clavada en las últimas páginas, de ausencia demorada, capítulo tras capítulo que con el sentimiento mataba sus miedos en pausas. Los veía caer en un profundo agujero negro y desintegrarse dentro de un relámpago.
Apoyándose sobre el codo, trató de mantener la vista quieta evitando recolectar más huecos abriendo las alas, alejándose del sol a través del cristal y las fisuras de esas paredes cuando perdió las hojas el último invierno. ¿Quién pensaría en la existencia paraláctica, quién quién hay qué hasta ahora no la haya notado? En ella. Veía por la multidimensionalidad del ventanal, tornasolado y fosforescente pulsátil entre las fuerzas paralelas oscilantes, que los sentidos son iguales y contrarios simultáneos, y entre ellos, todos los tipos cristalinos qué bien se conocen y experimentan de la holoedría y hemiedría paramórficas de cada sistema vital estático con sus elementos de simetría en el centro de actividad superficial. Y sobre todo, ahora.
¡Ahora, sí, ahora!. Cada vez qué se libera de las obligaciones que imponen su pobre, abundante y excitante aislamiento en la multitud solitaria, en esa interioridad ignorada en el indiferente e insípido individualismo, donde se huye de las cadenas de la cruda fantasía mercantilista que enajena el pensar y meditar genuino, nadie ha visto esta existencia tan real como ignorada. Y sin embargo, es el refugio, la zona sin espacio ni tiempo, es... ¡La última verdad de la primera realidad!.
En ella... ¡Vaya pues!. Sí, se va con la muerte, y su encantador desorden, que espera la contemplación con el propósito de salir con la consciencia tranquila empalmando un cosa sobre otra como si fuera a explotar.
La voz se quebró en un ligero sollozo, la ilusión se desvanecía y se encontró de nuevo muriéndose en el momento menos esperado. Pensando, sintiendo. En este paraláctico existir, desusado, ignorado. Sueño soy de una mariposa, una vieja mariposa sin nombre, que nada entre nubes serias, graves y vigilantes de sus añoranzas que la siguen con miradas de reproche.
No es que aquí abunde más la felicidad, y los placeres apetecibles. Quienes habitan estas zonas de realidad paralela, son recolectores de sueños perdidos, vagos gustos, desperdicios de aficiones, habilidades desconocidas y virtudes desplazadas.
¡El segundo inframundo está libre de todo movimiento vivo!. Ésto, en otro lugar sería inadmisible; Pero no aquí... El anfibio ya no muestra sus últimas dudas acerca de la muerte, se levanta y emprende el vuelo. En la existencia paraláctica ha dejado de morir. En ella la tarde es... La primera dos veces y el final repetido entre los momentos que se unen, se desplazan, se entrelazan y son indispensables entre las realidades paralelas. ¡En la primera verdad de la última realidad!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PROVERBIOS SUMERIOS ___Datan del Segundo Milenio Antes de Cristo.
Versión de Edmundo I. Gordon. Pennsylvania Fil. 1959. (Ref.-Glimpses of everyday Life in Ancient Mesopotamia).
1.-No hables de lo que has hallado: habla de lo que has perdido.
2.-Las riquezas son gorriones en vuelo, que no hallan donde posarse.
3.-No maltrates ahora lo que puede dar fruto mañana.
4.-Un pastor no intente ser labriego.
5.-No engendra el odio el corazón: engendra odio la lengua.
6.-Esto no es una ciudad, porqué aquí el perro y la zorra son los inspectores.
7.-Puse la vista en el agua y vi correr mi destino.
8.-Sin te ven de arriba eres un escriba; si te ven de abajo no llegas a hombre.
9.- La zorra orinó en el mar y dijo: Todo es mi orina.
10.-Aun no cazan la zorra y ya le hacen su cadena.
11.-El burro no es para correr; es para rebuznar.
12.-El buey dura mucho, porque siempre está echado.
13.-La casa que edificó el recto la destruye el pervertido.
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Poeta
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PAJAREANDO AL CARBÓN
Los pájaros inanimados dejan al firmamento, incesante del cobre confuso. Al polvo cauteloso. De la noche caída de un árbol. Del siglo del año anterior, único difícil. De la perla encampanada.
¡Al carbón!.
Recostado el murmullo sobre la lluvia, corre a despertar al sol, delgada hoja con dedos finos, la madera solemne de los abetos. Con un poco del cuarto, traga irrompibles mentiras, cada pared rica de notas, débiles y quiméricas libertades.
Tal vez cada día quede, con un futuro irrepetible signo, en la realidad diluido.
Con la mezcla del bambú, el hierro crece agitado, labios resecos del agradecer, al agresor, las caricias de las nubes.
La mazmorra esparce al grano, diluyendo, de nuevo al campo, humeante, en la pasta, plástica, asimétrica. La pecera ladradora respira, codo a codo, cada peldaño, un rato, robado, al tiempo, fiel oruga, la promesa espigando, entre las uñas del dibujo.
¡Pajareando, quedó pajareado al carbón!. Y Luego... Entregó la cabeza verde a cada rato. desteñida ágata de claro vuelo. las cartas invertidas. del tren de las sombrillas. con la brecha gastada. al temblor caricia, del túnel, al timón de mantequilla. ¡Sitio sacudido con lujo!. A la vista, del salitre, mensajero.
Estando en bandadas las escamas. al color empaquetado. en el forro de visión, un mamut, encuentra el sombrero, un cabaret, desdoblando la rodilla, un valet, la casa de los botines, quitando de las axilas, la desesperada pantorrilla.
¡Pajareando al carbón!.
Allá están los muslos del hacha, la mecha de los papalotes. ¡Escribiendo del rubí al abanico!. Del nivel de la pizarra, sobre la mesa de las bicicletas. ¡Guardando anónimos deseos!. Informando a la caballería. de los rayos ultravioleta, con el eco del bosque, con las caderas del trigo, con el garrote de bobina. ¡Y la___Turbina___En los murales!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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MAIZAL FRATERNO...
Agua humeante fabrica. Amarillas y blancas las cenizas. Con la velada vista. Valles del agua bellas ballenas. Vacía la hoja del verde mundo. ¡Cándidos gérmenes gimiendo!. Íntimas esmeraldas del canto. Una vez voz mágica resonancia. Ímpetu. Ejército, júbilo. Síntesis.
Relámpago suave asoma. El maíz. ¡Cáscaras del infinito techo!. Por la espalda sollozando. ¡Músicas, cúpulas, insólitas!. Agua, sangre, fango. ¡Ávidos huecos de fusiles!.
En el fervor juega donde se quiebra. El mundo de frágil hebra. ¡Dádiva del trébol símbolo!. Único, cáustico, melancólico cántico.
Humo del néctar nácar. ¡Maíz blanco y amarillo!. Desde dentro intenta verlo. ¡Hermano en la raíz!. Cálido maíz.
Dádlo, dádlo. ¡Fraterno!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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¿Tiene paisajes lo invisible? Comencemos por no verlo. Cierro los ojos. Hay una radiografía velada, rayones blancos delimitan esta foto de la nada. Tal vez un tinte rojizo o amarillo otorgan fluidez a esta huidiza imagen. Flashazos que implotan se burlan de mi atención cuando creo tenerlos atrapados. ¿Es llanura esta planicie o la toma aérea de unas montañas confundidas con sus propios barrancos? No puedo determinar direccionalidad y estos fotones comienzan a confundirse con mi cerebro. Ya no sé lo que estoy viendo tras mis párpados. Ya no sé si esta placa proviene de mis ojos o son mis anhelos borboteando en búsqueda de una figura propia. Asustado prefiero huir y buscar la seguridad en lo que no soy: el reino de la luz que se despliega afuera.
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Poeta
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