De tu impuesta fosa de hierros retorcidos y escombros de tu hogar, levantas tus ojos para mirar tu ruina, la de tu esposa, hijos, hermanos, padres, amigos, en fin, la ruina indiscriminada de vidas de tu pueblo.
Miras la hecatombe reinante mientras el mundo ríe y festeja estúpidamente sus frivolidades desentendido de tu tragedia, o corre a ver tu sangre en sus noticieros, la sangre ‘ficticia’ que riegas; porque tu drama pareciera no ser visto como tal por cierta humanidad, sino como un videojuego bélico bien diseñado y mortífero con soldados de élite y armamento de lo más sofisticado.
Los dueños de las armas se han ocupado y ocupan de armar metódicamente a nuestras bestias íntimas; nuestra violencia natural contenida a duras penas por ‘pacíficas’ mentiras religiosas, amén lucrativas y en nombre de héroes utilizados y muertos por ellos. Ímpetu deseoso de apretar gatillos y ver caer y tú caíste.
‘No eres nadie’ y herido menos; un personaje secundario y tu ciudad, un escenario virtual ruinoso y la luna con la que siguen embobados la mayoría de enamorados y poetas, como tú una vez, no es hoy para ti sino un maldito fanal adverso que te delata furtivo entre la devastación.
No esperes que el mundo llore y se apiade porque casi todo el mundo está animalizado y hasta sus gobernantes más poderosos, se mantienen al margen ya que procedieron y proceden igual y lo harán mañana y necesitan aclimatar los restos de sensatez disidente, a su barbarie, para infundirla naturalmente en todo el orbe.
Así solapan intereses de socios guerreros acaudalados, quienes a estas alturas, por trágica memoria deberían ser cultores de la vida y la paz y no de la muerte, al igual que los extremistas que se escudan en ti.
Un día, por su ambición y crueldad ilimitadas, en algún nivel de este videojuego, su tecnología marcial les explotará en las manos o entre sí, no por justicia divina; no por redención a tu desgracia, sino porque dios advirtió que también está en su mira y parece que el juego consiste en que él no interfiere siempre y cuando siga intocable.
Mira lo que puede concebir la impotencia de no hallar paz.
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Poeta
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