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O que é bonito na poesia, é o sentimento que irradia e faz a gente crescer, para um lado que ninguém vê.
O que fica bonito na poesia, e quando esta sede contagia e faz todo mundo querer beber.
A.J. Cardiais 29.01.2011
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Poeta
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En ese silencio regalado
en el proscenio imaginario de la emoción,
- tiempo impreciso hijo de la nostalgia -,
se van amontonando remembranzas
que perdieron sus aromas y colores.
Confundida, cual barco a la deriva,
la mirada queda entre susurros ajenos
como buscando caras y manos,
cuerpos a los que rodear de abrazos
huidos del corazón.
Paisajes que atrapan e inventan
figuras que entre risas,
y vestidas con el color de la bruma,
el que todos conocen y nadie vio,
se van alejando otro día
dejando, indelebles en la memoria,
estelas que saben a regresos.
Se acaba el día y con él el momento;
se apaga la voz sin callar el lamento;
ya se marcha el día, ya perdió su color;
llega la noche revestida de magia
llevando envuelta en su negrura
otra respuesta, acaso otro sueño
construido de renovada ilusión.
©jpellicer
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Poeta
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SED EXCEDENTE
En este destejer, celeste remé. Pensé entender. En el deber. Del deber emerger. Del perder. En, el ser.
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En el, ser. Entender. En el emerger. Ver. En el perder. Ser. Entre el ver fenecer. ¡Velé peces, endeble!. Pez de tez. De ceder.
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¡He de perder!. Pensé. ¡He de emerger!. Creeré. El temple tensé. El envejecer estrellé. El eje, creé. ¡Elevé!. Remé. Pensé. ¡Pené!.
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¡He de creer, decreté! El ver fenecer es perenne. El verse, es sed. ¡De ser!. De tener excedentes. ¡De sed!. Sed de ver. De verse emerger. Del perder, es deber. ¡Entender!.
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De ser pez, enseñé peces. De este envejecer. ¡Enfrenté, excederme!. Entre ver, ejes, decrecer. Refrené lentes, tez, sed, ser. Pensé. El ser es sed, de ver, del deber ser.
*****
En el ver endeblez. ¡Ser, serme!. Entre este extenderme. Pensé perder, pensé embeberme. En el defenderme, rebelde, ser. De frente fenecer. ¡Pensé!. Enseñé. ¡El verme, en el tenerme me tensé!.
******
Pensé reverdecer de vez en vez. Entender, el teje, extender, el desteje. Entre este deber, de frente decente, del ser. Del ceder, repeler, ennegrecer. Del temer enfermé. Pensé. Tener excelentes referentes, el ser, el serme.
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Reemprenderé el deber. De emerger del revés. Del deber, de ver, el envés. ¡Me cremé. Me regeneré!. ¡Me creé, en el serme, en el reverdecer!. ¡En tener sed excedente de ser!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Asoleado Deambulando
Al anzuelo suelo ver, desde el suelo sin raíz, en el olvido hosco óseo. ¡Irrecusable incomprensible!. Tan equívocamente diáfano. Vernáculo en el limbo aureolado. Tan horrísono, tan truculento.
Deambulando, deambulando, asoleado.
Como recalcitrante es la consternación volátil. Por el cercear algodonoso pusilánime. Por ser avilantez abulia filiación. Por la diátesis amonedada en sucesión. Por ser proclive a ungir al prócer. ¡Que agita hercúleo creso!. ¡Que al perillán exime eximio tunante!
Asoleado, deambulando después.
Del inclementemente tarantulado. Del diminutamente temedero. En el suelo gemebundo y elegíaco. Al que suelo desesperanzar indocto. En el ostracismo prudente trillado. ¡Idólatra de la paz insulso!. ¡Ígnaro de la incandescente abyección!.
Asoleado, asolado... ¿Estará el sol alado?.
Por el suelo en su desconsuelo. Tan utopista como en la destemplanza. Cuando suelo pensarlo. ¡Excéntrico afanoso del sosiego!. Porque el desencanto es el colofón. ¡Que en la suela atrapa al anzuelo!. Desde el suelo que clama y suelo ver.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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VETUSTEZ FUGAZ...
Porque la vejez ha vuelto a mí más joven despidiéndose de las mañanas cada noche confesando a las estrellas que miran la sonrisa de los silencios y cada adiós guardado en sus entradas al raer la lentitud al legrar la insensatez al limar la impericia al ocluir la ceguera.
¡Oh, estorbo esplendente!. En esa tierna vejez de los débiles caprichos del soberbio vendaval de los pálidos castaños del desierto clandestino. En esa descomunal prudencia. Huidiza solidez. Efímera expectante. ¡Breve réquiem!.
Porque la verde vejez se ha ido quedando desesperada al nacer con la tarde inacabada amarillenta con el fuego andariego agonizante que los ojos impiden ver que la piel impide sentir los colores menos indóciles los sabores más flagelantes ¡Volátil siendo dúctil!. El futuro impaciente el dormir de la espera del embeleso infausto del celestial desencanto.
Bre Ve Ré Quiem...
¡Oh, juvenil longevidad!. Del lamento de los siglos digeridos. Del olvido de los fracasos ignorados. ¡Oh, vetusta senda esfumada!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Cada pessoa tem uma maneira de apreciar a rosa. Enquanto uma acha besteira, outra acha maravilhosa.
A.J. Cardiais 03.12.2010
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Poeta
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Quiero ver quién es usted, lo que encontró, para ver quién soy.
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Poeta
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