ACUOSAS LETRAS
Sobre las palabras antes que pudieran opinar han sido enmudecidas en la mansedumbre del cielo que se mostraron en los callejones el agua sigue evaporándose lloviendo hombres con el dardo sutil de una ancha daga desecada cualquier consciencia como arados.
¡Ausentes de cristales!. Presentes de ventanas, techos de viento. ¡Pisos de sangre!. En su figura sonido aturdido. ¡Manantial de silencios!. Epígrafe de lagos profusa sequía en la fugitiva pincelada dónde se inundan lapidarias las mínimas palabras lloviendo lumbres, hombres, cadenas, hasta las alturas del más allá, donde... El agua. Sigue, sigue. La vestidura sobre las nubes. ¡Palabras, palabras, palabras!.
Las únicas libres son... De aquiescencia servil. De conspicuo halago. De desalbardar acoquinando. ¡Sin freno, sin falta!.
Apagándose, en las calles, en los techos, en las mesas, en los platos, con las miradas, vacías, el aliento carniseco, blandiéndose famélico, por éso, ésto y aquéllo, en cualquier parte, del musgo, avanzando, en la espesura ellos con los escritorios mutantes, los fúnebres escolios, en el amasijo de escombros, asombros y fragmentos.
Lágrimas, desposadas con las tintas, del suelo en sangre, del aire clandestino, del lacayesco ofidio.
Palabras, del clamar. ¡Aflicción y plañido!. Mar y río. ¡Luctuoso sollozo!. Por el fango del viento, lastimero latido, son sólo palabras, enrarecidas, desdichadamente.
¡Tímidas!. Con porfía arrastradas, de la cerrazón, empecinada, incomprensión, enlagrimadas, impotentes, desarmadas entarifadas. ¡Sí protestan!. Embalsamadas. ¡Sí piensan!. Encenizadas. ¡Sí hablan!. Letras. ¡Líquidas y acuáticas!. Ahogadas. ¡En la tropelía y la filfa!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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