HE DEJADO DE SERME
He
Dejado.
En depósitos llenos de viejas pieles, la carne,
y el agua están calladas,
y en sudorosas tuberías, vacía gime la nieve. ¡Por serme!.
He dejado
De
Serme recordado
De
Serme visto
De
Serme reflejo sin espejo, excepto un minúsculo excesivo.
Las palabras ya no son tintas, y nada absorben,
ni siquiera sangre fresca, sudor añejo,
y lágrimas infinitas.
Son solo letras arrojadas a la basura. Por unos minutos de humos electrónicos, de arañas,
en los vidrios y el plasma . Palabras de usar,
y tirar, de masticar como una máquina,
y vender al ingenuo,
como pañuelos y pañales, de papeles preocupados. Como son los nuevombres de usar y tirar, innumerables, decorados ningunos,
en ésta eternidad nitrogenada.
De
Serme
He dejado
Por donde...
Las palabras exponían su desnudez, estando vacías, ahogadas entre letras, pretendiendo ser estrictas,
y severas, del gandul zángano,
como la zambullida divisoria,
de las durazneadas enmanzanadas.
Desesperación malversada, y esperanza del tornillo, irresistible alegría, y optimismo inagotable, tristeza, nudo de la tranquilidad y cajones, sosegados en la furia piadosa del retrete.
He
Dejado
De
Serme reloj que duerme velas,
en el valle vagón del nido.
He
Dejado al nacer latente, un pálido revuelo,
de colibrí.
Al
Serme
Un sabor en la pradera, sideral huracán, algodonoso.
Vivo en la más completa muerte,
muerto en la vida más eterna.
Con
La
esperanza de los demás, brizna barata,
como un guijarro inaudito.
Por las calles sin cabeza.
Por las casas sin piso.
Por los latidos de los corazones muertos.
Rayo de luz miserable sórdido,
ego engolosinado,
del sí mismo,
ahora,
nada. ¡Dónde alguna vez me viste!. Dices.
Por lo no destinado,
a iluminarse.
Como
¡Bañando al inédito, recóndito y ausente!.
He
Dejado
De
Serme. Tiempo arisco, monitor embudo, años enterrados.
Solo
He
Dejado
Lo qué...
Fue solo mi sombra, y es como tu apariencia, como cualquier imagen, que en el cuerpo escondo,
con una desventurada figura, entre el embalsamado vidente sollozante, y su visión del éter inmóvil, con los bolsillos rotos, de noches ingratas, solo una sombra de temporada.
¡Qué de serme he dejado!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez