|
ARROGANTE PREGUNTA
Arrogante Pregunta El Paisaje alado de su pequeña muerte, siguiendo entrelazando espina y pétalo, de carne al viento que lo sueña, bajo la enorme noche de su almohada, con la paja presa del amarillo seco, como blanca la nieve dibujada por ahí, entre el fuego de aquél lugar extraño.
Nadie parece creerle a la semilla humilde, que cosecha el campo en la memoria, la piel del sol pasado por la tarde, que esconde los muslos de sus labios, en el rumor de la ventana.
Ni cuando las paredes visten de traje, al pasillo invisible con el gris, recuerdo de la silla en la botella, que filtra el alba sobre la mesa, donde la última libélula escapa.
Porque hasta ahora, esto así ha sido, y despacio sigue la pluma el vuelo, de una letra la palabra con ideas, en el verso que relata con las pupilas, del polen al caudal profundo.
El anhelo ha salido del volcán arrepentido, tan desnudo como entró el hielo. Allá en la calle vieja lámpara sin luz. Rosando una brecha sin rumbo, abajo se desvanece un arroyo, por eso del mirar al cielo con fiebre, con el ritmo sideral del escorpión.
Arrogante de la torpe turbamulta, arroja de la altura la esperanza, el valor que pierdo entre quimeras, meditando en las pupilas sombrío, el naranjo sorprendido en la manzana, ignora del dátil el fulgor tenue, encapsulando la falsa primavera.
La pregunta de vieja edad convulsa, bajo el manglar hecho de trapo, del ensueño al plenilunio temido, el camino viril, miserable y redondo, con la sed de la corteza gastada, del saber al instante el suspenso, de una sombra de acento y en calma.
Arrogante un juguete con melancolía, estremece la tarde que cae ciega, al correr de los años agitando el techo, con la luz de la envidia sin razón. ¡Pregunta, arrogante, a la ceguera, por donde espiga la obscuridad mínima!..
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
|
Poeta
|
|
EN UNA ARISTA
Un día nació redondo en el calendario más cuadrado con el deseo de triangular un momento separado de cualquier instante. Y marchó por el bosque submarino para buscar esa gota, pues solo eso podía ser una gota sin el tiempo atrapada. Pero el desierto estaba absorto en cada nuevo espejismo.
Y muy cerca el sonido penetraba coronado de silencios con sus cuerdas púrpuras en las manos de una estatua veloz. Colocó el dolor que nunca muere al lado del placer enrojecido y sudoroso. Dentro y fuera perlas espinosas, líquidas antorchas en los labios de una oruga, el vestíbulo pintado en jade y en las tumbas flores de fuego.
El mismo vestía un traje de relojes en llamativos colores en las aguas que brotaban del espejo reflejado y muchos espacios se abrieron donde una mirada termina en los pedazos que devuelven las pasiones en las graníticas caravanas del desierto y la seda. Pero el día no terminaba con el cielo despejado y recortaba las negras hojas al viento.
Hora tras hora cabalgando el desdén fabricando su aliento entre los aserraderos montañosos donde guardaba los tiempos de viejos amores secretos de la realidad que se aleja y los cultiva en la fantasía que cuelga de los techos. Y el día, solo era el mismo, un día simple y sencillo, pero en sí diferente en las paredes andando junto al corazón que palpita, y grita a los fantasmas taciturnos que nunca existieron.
¡Ah!___Semana a semana corría tras los meses, los años, los siglos, y en su esencia pintando pajaritos al alpiste encendiendo al alba noches y tardes. En el fondo, su camino a la sombra del tiempo circular con frecuencia tomaba espirales escarpadas del polvo sonoro al color del relámpago dejando en el cristal de su memoria minutos henchidos de dogmas en la mitad de una orgía por la indignación de la guerra hecha negocio de pocos en la propia degradación de su borrasca indiferente alfombrando el piso de muertes y engaño. ¡Sólo el pasado vive en el efímero presente qué nunca termina de hacer el futuro cierto equitativo y bondadoso en todo humano!. Vaya carne de Cronos del infinito fracaso permanente...
Aunque tres veces heredó la misma arista que ahora sentía más suya que nunca, se dijo a sí mismo en cada segundo, en cada minuto de sus veinticuatro horas bien que mal pasadas en la eternidad que a lo lejos indiferente sabía que nada era fuera de ella. No obstante, ahora. ¡Ah!__Su corazón de día íntegro, esencial y transitorio, no toleraba el después de la noche grotesca ni los gestos haciendo cabriolas.
Al fin, se arrodilló y arrojó su deseo por la ventana, entrando como siempre se había hecho antes de ser el día un día como cualquier otro fuera del tiempo o el espacio imaginado antes de todo antes.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|