POR EL TRISCAR CRUEL
Lloví las sequías de los mares,
que sueñan los desiertos atardeceres,
agotados en el estropicio al que embaten.
¡Del resquicio quebradizo, halo sin fasto!.
Sin reacomodo pretérito.
Sin roblizo desconsuelo.
Aún en la virada que roe.
Aún en la emulación hostil.
Cruel, cruel triscar.
Lloví enarenado al precario circunloquio,
muy lejos de la natural frescura,
del fuego soñador de la abeja dura.
En la miel rosada de la espina frágil.
En el anochecer de una roca reposando.
En el plañir entresacado del obvio ópalo.
Con el disfraz de la doblez desfigurado.
Con el disparatado desmandarse asesado.
Triscar cruel, cruel triscar.
Lloví los desiertos anublados tirotearse,
en la plácida tormenta clarinada.
¡Tan abribonada al enfangarse erguida!.
¡Tan apretujada como estrujante!.
Por el denuedo del encogimiento animoso.
Por el atosigado desembarazo indigesto.
Entre el nítido encalabrinarse inútil.
Entre el férvido camaleonarse indómito.
Por el triscar cruel, triscar cruel.
Lloví en la ceguera del arriscarse,
la desértica esperanza inalterable,
en el fámulo espejuelo de rabia tibio,
en el engolosinado transeúnte temporero,
los refrigerios del desamparo y la incuria,
los anodinos entusiasmos fustigando,
por la dulcificación del allanar,
por el lapso de la sosaina iniquia.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez