AL ÚLTIMO PINTÓ
Y el fuego amó
el lecho de humo
por el mar
de las hojas
entregadas
al otoño
bajo
la última
sonrisa de esa tarde.
Porqué sus ojos de gorrión leyeron en el agua
los sueños campesinos de una concha, en la
incógnita viajera de una perla, en el rumor de
la arena y el aroma fresco...
La madrugada se despidió de las primeras
estrellas, ignorando sus anhelos, como tiernos
vidrios en una uva.
Luego
amansando
el manantial
caminaba
transparente
en el lírico transporte
abriendo
el silencio
con la soledad
sonriendo
al cerrar la noche
aquella luna
en la fugitiva pincelada.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez