Tétrico dicterio
En la desnuda luz encubre un pliegue la impaciente obscuridad descubierta en la espalda del espejo que observa y calla.
¡Tétrico, tétrico!.
La franja de arena sangraba húmeda, de sueños aniquilados tiernamente,
entre las miles de absurdas razones, del mismo nombre informe repetido, millones de veces causando desde terremotos, manchas solares, eclipses, el dolor de las pandillas de las hormigas, acribilladas con el amor fatuo y necio, el incendio de las cuevas de caracoles,
y la extorsión de los marcianos al resistirse al robo de sus platillos... ¡Ah!. Es el tétrico dicterio.
Entre la mojada piel de una caricia, pasó cojeando una camioneta estrujada, en la mano de los secretos indiscretos, por varios cascos verditerrosos en las ubres, al descuido escamoso de las grutas sillas, de sedientas ametralladoras mortificadas, en el espacio limitado de los gusanos retrógrados, clavando las guitarras en las puertas de las casas,
entre las fauces de una inmensa lágrima salada, arrasada por el derecho del índice tiránico, cetónico con la mutua transferencia lactogénica, entretejida,
del pulgar suelto, y firme al succionarse burlón, a las muñecas esposadas, vibrantes inocencias, por el robo de cualquier aliento fermentado, al despertar los tobillos la plata fría... ¡Ah!. Es el tétrico dicterio.
¡Todo, todo, menos yo, gritaba el gigante microbio, en las venas de la basura que bordaba su lengua día a día, a cualquier hora, fenómeno demencial de letanía!. Al galope inaplazable apetecible. ¡Qué en la higuera colosal parecía un eco seco!. En la concavidad, crispada marcha, del pasado diluvio sanguinolento,
en el tacto febril de la mirada, por los nuevos ríos, y cataratas, alfombradas de mil palabras, absurdas y asalariadas. ¡Ah!. Es el tétrico dicterio.
Después de haber sido derrotado, infinitas veces, seguía causando toda serie de atrocidades, menos, el divino bien, que proviene del escritorio alado,
con todos los arpones en miniatura, maldición, en los ataúdes de manantiales vigorosos, entre todos los mensajes, y palabras, noticieras bien asalariadas, y esqueléticas, desvergüenzas, al decir del prostíbulo, disfrazado del canal vidrioso, y sordo hasta el final, del grueso intestino, de letanías del bolsillo infame.
¡Ah!. Es el tétrico dicterio.
En el encéfalo chasqueado invaginadoramente, en la prostática mirada estremecida, falsa, en los analfabetos rincones húmedos,
y las familias de los huesos inútiles, y los hogares de los afanes vanos, enganchados al acantilado, víctimas de la fúnebre catástrofe, de las carpetas, focos y cabras voladoras de plástico volátil.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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