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Arrimado al Pedregal
Por ese lugar. Donde el océano crece libre. Entre las liebres jinetes de nieve. Paladeando barcos que descienden. A las nubes que comen soles. Y caminan los puentes con zapatos. Y caminan los árboles con tréboles. ¡Cadenas vivas al aire libre!. Óxidos célebres orfebres memorables. ¡Cuando avispada la miel fallece!. Y el apogeo pleno aplana planes. Indudables dudas del piso al techo.
Al pedregal arrimado.
Por ese lugar. Donde la tropa atrapa trenes ligeros. Entre libros espinados analfabetos. Palabreando las mesas mes a mes. A las plumas que pintan vuelos velos. Y acarician despiadados al artefacto. Y consumen desgajando mandarinas. ¡Patrañas del infecto adepto adicto!. Anónimo cáustico y pálida lírica. Del linaje del molino hecho retina. Tuerca trunca por decorar gatos. Los guijarros del rincón pedregoso.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AL SUEÑO Autor : Lupercio Leonardo de Argensola ( 1559-1613) Selección de Menéndez y Pelayo en : Las cien mejores poesías (líricas) de la lengua castellana. Biblioteca Mundial Sopena. Editorial Sopena Argentina, S.R.L.
AL SUEÑO
Imagen espantosa de la muerte, Sueño crüel, no turbes más mi pecho, Mostrándome cortado el nudo estrecho, Consuelo solo de mi adversa suerte.
Busca de algún tirano el muro fuerte, De jaspe las peredes, de oro el techo, O el rico avaro en el angosto lecho Haz que temblando con sudor despierte.
El uno vea el popular tumulto Romper con furia las herradas puertas, O al sobornado siervo el hierro oculto.
El otro sus riquezas, descubiertas Con llave falsa o con violento insulto, Y déjale al amor sus glorias ciertas.
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Poeta
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Arrugas del tiempo Autor: Pierre Reverdy 1889-1960 ( Francia ) De ¨El Tragaluz oval¨ 1916 Versión: César Moro.
Arrugas del Tiempo
Cuanto más grito más fuerte es el viento La puerta se abre Arrastra la piel y las plumas Y el papel que vuela Corro por el camino tras las hojas Que echan a volar El techo se rebela Hace calor El sol es un imán Que nos sostiene
Desde kilómetros Me gusta el ruido que haces Con tus pies Me dicen que corres Pero nunca llegarás nunca
El Viejo aficionado al arte tiene una sonrisa idiota Falsario y ladrón Animal nuevo Todo le da miedo Se apergamina en un museo Y participa en las exposiciones Lo he puesto dentro de un volumen en el ultimo anaquel
Ya no cae la lluvia Cierra tu paraguas Que vea tus piernas Abrirse al sol
Autor: Pierre Reverdy Francia 1889-1960
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Poeta
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IMPOSIBLE NO CONTARLO
La carreta danza duramente sobre las puras arenas, como un camello perdido. Un lagarto rondaba, con el tibio desaliento de un libro viejo por el amplio armario de pisos lustrosos entre los sillones. ¿Cómo no contarlo?.
Escenas similares se repetían en todos los techos de la prehistoria fervientemente unida por la indignación de las bodegas de humildes arsenales contra los estuches agitados de la hermosa noche de verano. ¡Y más aún!. Porque los cazadores se han vuelto flores cómplices de piernas gruesas en las hojas infieles a las cejas y semillas nacaradas al compás de las pupilas. Sobre todo cuando la noche su crespón levanta los altos biombos a través de las rejas con recato para que disfrute la molicie seductora la mesura radiosa de los nutridos geranios. Imposible no contarlo siendo sus caras tan baratas derramadas de la mesa en el pabellón de la siniestra mano, sin cuentas, sin poder contarlas por el fuerte arnés que pide al tintero el suelo retorcido en el estrépito ligero en el peligro de la suerte aciaga y el baile inclemente de luceros y pañuelos.
El viento, tan gris de tarde por el horizonte, sembraba importantes ramas en el interior de un árido lago agudo, comunmente situado en el crepúsculo y las espinas de piedra qué no saben resistirse a la belleza de la ausencia qué abre túneles al océano más dulce tratando de parecer normal frente al féretro de nunca acabar. En la madurez del año qué enmudece su timbre cristalino sobre el silencio diáfano del mango airoso con la paciencia de las grandes aflicciones dónde un beso mórbido palpita al níveo seno. La mayoría de la gente subía al cielo descuidada y trataba de vestirse de sorpresa con la longitud desmesurada de las playas asoladas arrojando los martillos.
Si no me equivoco ya reposan las montañas tejiendo los olvidos a las puertas en la timidez de las ventanas, con el juicio de las culpas y las redes de los ductos para la distribución de sus derivados de cabello ondeante, cielo verde y camisa en los ardores de la brisa como nunca en la vida suele darse al augusto crisol.
Ya claro se adaptan para procesar una mayor salida del eco dormido entre los inmóviles altares, qué llevan consigo la gracia de las plantas y el candor orgulloso de las espadas egoístas. Y llevan a cabo una renovación en la estructura de los huecos, inaugurando la organización de manchas rojas para lograr un control de los espejos qué se avergonzarían de la mejor adecuación de un lecho sin ganas de levantarse para cumplir con su programa de sustitución del surco y la negrura del arado en los flancos bajo una pesada carga. Así ha sido, porqué amarilla se desarrolla al rededor de la espera gris naranja del centímetro cercano al ideal del alma en primavera por el aleteo de tórtolas en la necesidad indeleble de la urgencia. Y obligando a elevar el precio de cualquier ausencia no demasiado insoportable, quitando el polvo del fuego brumoso, tal vez suavizándose entre los pañuelos horizontales del atardecer muy temprano ya acostumbrados a las insignificancias.
Pues sí, es imposible no contarlo, desterrada la beldad del paraíso cediendo a la opinión qué se derrumba ante la niebla tenue, impenetrable y mudo por la cima helada y cruel del valor moribundo, tromba rauda de escamosa espuma. Siendo qué ya entonces hubiera querido estar solo con el ruido seco, mezclado tenazmente, aproximándose a la mesa en qué dialoga un plato con su cuchara y los poetas hurgan en su bolsillo de palabras, reproduciendo como levantar el cielo de los amores perdidos, en los metálicos placeres de las edades idas, y agarrándose a una puerta en turnos de cuatro horas empujando la obscuridad alarmante, preguntándose porqué yo he de cargar con mi destino catalogando los fracasos ajenos en el techo vestido de una cárcel vestida con letreros del no siga lo que tan rápido se olvida en la balanza de los golpes y donde la esperanza se refugia hecha añicos... Y la carreta ha olvidado que fue feliz. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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SOÑARES INQUIETANTES
Son En La Horrible Tempestad Por donde El gusano Invisible Vuela.
En medio de la noche que gira y flota.
Arrastrando Remolinos Por las Orillas Inquietantes.
___Soñares, soñares, soñares___ Por el mármol muerto de cansancio. _____Soporoso____ Por los pobres bosques desamparados. _____Somnolientos____ Por las risas de las piedras. ____Sonámbulas____ Por el agotamiento del viento.
¡Inquietantes, soñares, inquietantes!.
Al Sentir Que se Agarran Rocas que se desmoronan Arrastrado Por La Corriente.
¡Cuándo todo se aleja!. De la mano Del tiempo Del punto Del apoyo Esfumado Arrastrado ¡Por la corriente!.
Soñares, soñares, soñares. En el miedo sumergido. Inquietantes. En una esponja espinosa. Inquietantes. En una lenta sorpresa. Inquietantes. En el medio sugerido.
Soñar. Es La ventana buscando su libertad. Soñar Es La puerta encontrando su esclavitud. Soñar Es El techo perdiendo su cielo. Soñar Es El piso recibiendo su filo.
In Quietantes Cuando el miedo Se entierra en las Nubes de soñares inquie tantes. ¡Dónde el mundo!. Solitario vive. Por el fantasma. Nunca engendrado de las pesadillas reales.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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LOS AMIGOS __Julio Cortázar (Poeta de Argentina)
LOS AMIGOS
En el tabaco, en el café, en el vino, al borde de la noche se levantan como esas voces que a lo lejos cantan sin que se sepa qué, por el camino.
Livianamente hermanos del destino, dióscuros, sombras pálidas, me espantan las moscas de los hábitos, me aguantan que siga a flote entre tanto remolino.
Los muertos hablan más pero al oído, y los vivos son mano tibia y techo, suma de lo ganado y lo perdido.
Así un día en la barca de la sombra, de tanta ausencia abrigará mi pecho esta antigua ternura que los nombra.
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Poeta
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INSOLACIÓN...
Por allá camino cerca encontré el sol solo me dijo poco menos que luz de la divina consciencia poco más que luz de la vida circular poco menos que riberas. Dices, del mar solar, somos. Desolados, asoleadoramente ensombrecidos. ¡OH, insolación!.
Es... En unos, las cruces, lirios. En que otros las llamas danzan. Cenizo el[polvo. Los pendones de cenizas. Ciertas donde nacimos. Inciertas donde morimos.
Pues. En clara aurora la cara enflora. Encarecida aún la misma muerte. Compañera cercana. La cruz. Solar. Del suelo suela sola. El Premio a la tierra es. Me dice el calor frío.
En los años que nos viven, las sonrisas que nos quitan, los abusos que nos dominan, al filo enarenado. ¡Escudando!. Y escuchando, andares y caminares.
El hemático dislate. Desmemoriado desdecirse. La menta y saborea. El engaño Agrio El rebaño Ante la mesa inerme. Ausente. La silla del ayer llena. ¡Cada techo entre mil lechos!.
Des Habitados. Caminos. Alimentos del vacío Sin un después. Sin un más nunca. Sin ser ya nada en cada ahora. Los años nos mueren extraños, los retoños desenraizados, bajo los cielos inundados, inundados, inundados. De Las Ausencias al amparo. Perenne aridez del nuevo suelo. Solo insooolación.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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EN LA DIMENSIÓN CATATÍMICA
Solo el aire suprimía la discordancia de los tiempos, lógicas contradictorias de infancias añejas pero válidas en su espacio, y las fluctuantes, periódicamente, al ritmo de las tendencias existenciales, en la investigación empírica, en la soledad más teórica qué pura. Cruzó a ésa dimensión. Entre la ficción helicoidal el corpúsculo giraba, grácil, auténtico, sin periodicidad, tan alegre como infructuoso, dónde los dígitos irregulares dejaron de verse, en la trayectoria del lápiz...
¡El espacio se doblaba, la luz perdía velocidad, y una obscuridad brillaba bajo la cama!.
Y tanto, más especulativo qué espectacular, la tarde cobijaba el solo arrullo del parque cercano, por el aire, mientras reflexionaba, ondulando los ruidos de las hojas secas.
Se decía, y algunos despistados lo llegaron a creer, la iniciativa audiovisual logró editar virtualmente, el interior de aquélla época, imaginaria de un desequilibrio ligero de acordeones, en los últimos años luz, según la teoría de las cuerdas de la nueva guitarra, con una regularidad notable, y sobre todo, por el efecto ámbar, y la sirena incontenible atrás de la ventana.
¡El ánimo cambia, el pensamiento brilla y nubla, el sentimiento deja de ser hielo y vuela!.
Pensaba en el efecto, ámbar del techo al piso,
vibrando en la catatimia transparente, en la dimensión a la vuelta de la esquina, redondeando los agudos planes de plenas planicies en escarpados bosques matemáticos y un sabor a geometrías nuevas...
Leía en pausas la nueva revista y la pantalla penetraba su ser imaginando, en papel y lápiz... Ahí... Sentía cansados los párpados en las ondas frías de la playa, últimamente descrita en Urano, de la que se había enterado en su viejo trabajo. ¡Sí, ahora estaba seguro!... Era una especie de curioso efecto, qué a mayor velocidad le restaba energía... (Sonreía al pensar en una tableta azul de rara forma). Y en unos momentos, volvía seriamente a pensarlo. Tal vez sería la taquicardia última fantasía del corazón biomagnético colocado en su hombro derecho en aquel microchip subdérmico...
___Se decía, tranquilizándose.
No así, en la profundidad encefálicamente noble.
Dónde parecía ser tan débil la señal del axoplasma, movido con una voluntad suave y tenaz. ¡Debía controlar, bueno, más bien regular razonablemente los taquiones, y éstos a su vez, uno que otro latido, extemporáneo se salía del oscilómetro!. Sin bien, la cabeza dolía con frecuencia y el mar mecía olas entre sus cejas como un barco sin velas, le velaba la visión cegando lunas y estrellas fijas, al limpiar el telescopio cercano.
Pero, he aquí, lo de importancia suprema. ¡Ya no era el mismo, dentro de sí mismo, en esa dimensión, espiral, pulsátil, agridulce, ácida! Sin embargo... En el fondo, al reposar, la energía de su vacío no era mínima, y podía fabricar, y lo hacía... Un nuevo espacio-tiempo, propio, individual, compartible a voluntad... En distantes y paralizados campos, con un pequeño impulso sin causar su decadencia... Luego, ¡zaz! y el campo energético relucía de sueño a sueño en realidades materializadas...
___De pequeño, dejó de creer en espectros, pero ahora, en el espacio electromagnético, en las geometrías No-Euclidianas, en el interior adolorido y enfermo de su vieja alma enferma. ¡No había logrado gran cosa!. ¡Le quedaban aún otros recursos, lápiz, papel, plumas, y treinta toneladas deseosas de cambiar la realidad adversa!.
Cerró lo ojos, y la condensación de los taquiones por fín había logrado. Y después, todo fue tan diferente. Entraba y salía, en la dimensión catatímica, a voluntad, regulada, autoconsciente, como lo hacía con las realidades fragmentarias qué chocaban a su alrededor en las personas que lo conocieron.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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EN EL REGAZO DEL CALLEJÓN
El lugar agitan las líquidas paredes. Indolente a la penumbra. El piso al serpentear.
En el regazo antes del balbuceo. Bajo el techo desgarrado. Al sentarse junto al fuego. En el regazo Del Callejón.
¡Del mejor dolor sin lágrimas!. De la más mínima risa. Callejón interminable. ¿Duerme demasiado corto el regazo?. En el callejón escondido. El fracaso goza solo.
Entre. Aromática clemencia silvestre. Desventrado.
Con la memoria distante, embalsamado camino. ¡Del más allá!. ¡Tan cerca acá!. En el regazo del callejón. Al mirar de fuera al vino resbalarse. Del cruce apagado de la lluvia.
En el regazo. ¡Qué fluye sabiamente turbio!. En el regazo. Mudo de la piedra de prisa. ¡Del callejón!. Avanzando bajo una puerta. Enramada al enranciarse. ¡La difusa herradura de los cascos!.
Y de ribete el violento ripio es culpado. El ripio para todo hasta de los eclipses. Y las marejadas de mercurio en coplas.
Del Callejón. En El regazo, la migaja es milimétrica ganancia.
Al manir indefenso al hermano. ¡El callejón incauto!. De avenidas carreteras.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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DESHABITUADAS
Las casas estaban dormidas. En lágrimas de sombras. En cielos de lejanías. Pensaban...
¡Cómo los rincones las paredes!. Siluetas errabundas. A punto de partir. ¡Cómo los ríos las vestiduras!.
Deshabituadas.
Las casas... ¡Duermen, duermen!. Ya vienen de dos después. Alegres tardes. De lo que no en vano queda. De castillo en choza. A lo largo de la impaciencia. Fértil. A lo ancho de la destreza. Frágil. ¡Las cosas estaban despiertas!. Frescas. Donde___Las velas vuelan balsas. Y el sol en las arenas. Donde___Los hilos huelen hules. Y la luna en las lagunas. Duerme.
Deshabituadas.
Porqué no valen ya lo que valían. Una a una... La carroza pedregosa. Uno a uno... El adobe recordado. Por los escudos. Del tiempo limpio. Por las espadas. Del aire turbio.
Las casas. Estaban. Dormidas y el techo en ruinas. Estaban... Las paredes recordando. Despiertas___Deshabituadas__Despiertas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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