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Deliberada tragedia
Ella cantaba bajo el aaguaa de un recuerdo. Colmenas de guitarras dibujaban una nube En los barcos de pocas nueces Arropando la raíz de cada ccamaa.
A lo lejos la nieve de la nnochee. Saltaba clavos y violines. ¡Flamas aceradas!. Timones temerarios, limones ssecoss. Y una rueda fresa dulce.
Más acá los labios de una tarde. Desgranaban los números oocultoss. Con la luz salvaje por el rríoo. Un lirio duro, clavel dorado y destemplado.
Tantos eran los tambores blandos Y las esmeraldas en los pisos ¡Ranas de pecho, gatos escondidos! ladrillos incansables y niños fríos...
No hay remedio. ¡El hhogarr está vacío!. La vieja luz teje laberintos. El plato tiembla plato y techo. ¡Solo moluscos arañan las arenas!.
Por esos andamios la saliva aahogaa. Y gritan las corolas rumores de velero. Chimeneas de plomos caños. ¡La vvozz de los volcanes se ha perdido!.
Luego, luego, la cadena gana biombos. Y las retinas desayunan alfileres. Hay talcos de trigo y plazas ahorcadas. Y el carbón de libertad ppadecee náuseas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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A TAMOANCHAN CON MI POLVO
Desde aquélla estrella La raíz de ti, me llama Cristal de seca espada
¡Con la miel! ¡Con la belleza! Alborada y dulcemente...
¡Amargura insaciable de pupilas!
Velad, veladamente... ¡Cada cera! Del mañana, que ya no será A menos... A menos... ¡Qué tu memoria haya dulcemente!
Muerto... ¡Muerto antes del presente! Entre la tarde ¡De una concha! ¡Verdor tembloroso del inseguro inmenso!
¡Qué fugaz, succionó su propio aliento! Entre ¡El talco, de la conciencia! De su conciencia... ¡Decrépita!...
¡Humedecida, fe, de ausencia! Gusano, oculto... ¡Del olivo! Olvidado... ¡De sí mismo! Úvula perversa, la miel, de hiel, y de luto. ¡Farol!... ¡Amputado sofá!.
No viviré... ¡No! Como ciervo, encorderado... ¡Ni balando! Con las espuelas oprimidas, y campanas rotas Y Grandioso desmigajarme Y En la madera... ¡Dormirme! ¡Con el delantal en salmos!.
Amargura veladme Mi vieja fe... ¡Te ofrendo! Y La raíz... Apunto... ¡A aquélla estrella!.
Ha sido, lo que amo, lo que se apaga Como un rosal y en flor, alegraba la vida ¡Del ocaso, de la senda, que viene! Ya he bebido en la copa, la embriagadora esencia.
Esencia Y en la sábana que nace Y en la hoja de una tarde ¡El duelo arcano del mar! ¡La sepultura de milagrosa hermosura! En vano, en vano, en vano. ¡De olvidarla trato!.
Por Eso Aquélla ¡De Tamoanchan, estrella! ¡De Tamoanchan, De Tamoanchan! Voy, al no tan mítico... ¡Cristal! Y... Sin... Encristalarme... ¡En falso!
¡Voy a Tamoanchan! Paraíso, libre, no egoísta. ¡De los abundantes ríos! Con el arte de contar ¡El tiempo alegre, de ayeres! Y el pulque. ¡El pulque de cada vena llena! No, no, de vena vana, que su paraíso implora...
Ahí, con la raíz De cada flecha Hablaré... ¡Sí!... Hablaré con Coatlicue Oh, bella Coatlicue, la esencia de madre misma. ¡La Coatlicue que ninguna de mis sangres ha olvidado! ¡Hablaré con mi flor, de mi flor, del perfume de las vidas! ¡Rosa, madre y mariposa!...
¡Dragón de náhuatl montado! ¡Sin cruz, espina, ni clavos! ¡Corona libre y verdadero! Libre... Libre toda mi Tona ¡Sólo!... Libre, libertad... ¡Sin dueño! ¡La libertad no tiene dueño! ¡Nadie ni con mil lenguas la apresa! ¡Nadie la reparte, ni nadie la defiende!
Solo ¡De Tamoanchan habitante! Allá, iré, y me quedaré... ¡Si no, moriré igual que aquí! ¡Soy la esencia del deseo del No regreso! ¡Del más allá, del más allá! Con mi polvo, con mi barro, con mi arcilla. ¡Solo conciencia sin esencia, del sin retorno!
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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