APERITIVO
La llave cerró la puerta no lejos.
Las formas brotaban.
Tersas, húmedas, cálidas.
Dijo la noche sigilosamente.
Muslos, germinando, nieves al invierno.
Acercándose al todavía.
¡Alimento del fulgurante sol enlunado!.
Incluso.
Alfombrilla volátil en cada frase.
Hay un amor ancestral pasión.
¡Porqué todo lo demás estaba!.
Completamente claro.
Entre tanto desayunaba.
Sensitivo un plátano, cálida guayaba.
Y... ¡Oh!. El mamey en su jugo.
La mañana, estimulada, conversando.
De la noche, plena, satisfecha.
¡Un par de veces, lo suyo!.
En la palabra de los años.
Las ramas quiebran los frutos.
Las rodillas de las palabras nobles.
¡Disfrutadas!.
Cada noche a su ventana acudiendo.
¡Un pañuelo blanco, sobre nieve!.
Dos nuevos días cubiertos.
Donde del cercas al verlo pasar.
Ondulando lento, rítmico.
El apetito.
¡Abre!.
Pensamientos.
Sentimientos.
Geométricos.
Centímetros.
¡Veinte años atrás!.
Ocupados en la escarchada expresión.
Antes de dormir al tren.
De dichas.
Unas galletas, turgentes, un regalo, plegables.
¡Viva, fresca, la cajita parecía!.
Un té ofreciendo.
Al apetito, imperturbable.
¡Sable contiguo, sin ambigüedades, música,
por largo tiempo,
y aquéllo. ¡Qué el cuerpo aguante!...¡Amada!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez