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Suspendido del dolor paso las horas, ya comienza a satisfacerme esta locura: la vivo con holgura de hambriento sin pan, con laxitud de lascivo impertinente, impenitente ante la norma y despreocupado de los juicios morales.
Ya quisieran muchos saltar esta barda donde el riesgo de obsolescerse es proporcional a la inevitable caída.
Como las hojas que de otoño en otoño caen lívidas.
Como las aves que de cielos nublados historias tienen.
Historias que nadie considera necesarias como este dolor de niños mutilados, ancianos abandonados, mujeres femicidiadas, y ustedes que no sienten.
Las noticias seducen con sus malas nuevas: extorsión, especulación, agiotismo, libre mercado, anatosismo, antagonismos somos diversos: Vencer esta anomia es imposible sin ti fundiéndote en un beso, diluyéndote en un suspiro cuando rozo tus labios con mi ideología.
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Poeta
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EL VIEJO TIEMPO
Soy tu ayer, alguien que pensó que eras una costumbre, que desemboca invariablemente en el recuerdo. Un personaje que puede vivir mucho, y morirse por conseguir lo que no es, al principio solo en algunos puntos, mutando en voz baja, cuando sopla fuerte la corriente lejana, y arriba de la pequeña ventana, frente al acantilado fuera de aquel extraño mecanismo incrustado en la pared hermética, que ensarta mariposas, en el tierno alfiler prendiendo arañas húmedas al vidrio, en sólo dos ventanas estrechas y profundas.
A lo lejos un reloj tiembla, extendiéndose, secretamente entre las manecillas que luego callaban, y alzaban los minutos espectadores en gran actividad por la casa, y el cofre labrado. Donde había descendido, no debiendo estar en la hora cero como un objeto extraño. Sin repetir con arrogancia artera, ni difundir el odio, el rencor o maldecir la envidia multiplicándose.
Tal vez serás lo inalcanzable del horizonte, bajo montañas nevadas, o la amargura que persiste bajo la sonrisa impura, por las fechas que se alejan, y se pretende espiar los afanes del eco... Temporal.
Impaciente por llegar el viejo tiempo, se ofrecía sostenido, con empeño en la más codiciada memoria luciendo uniforme con una tela impermeable... Sordo a las vanidades de la fama en la sombra encantadora.
Él, ajeno a la posesión del espacio, colgaba de los siglos dorados la posibilidad de hablar de las desnudeces edénicas, y los errores impuestos, para ser aprobados en las maniobras en filas cargadoras de sombras, para que nunca se extinga el incendio interior. Sucedía que poco a poco el ancestral temor a la muerte se fue despoblando, en cierto lugar por la multitud murmurante, y la escasa concurrencia, derramándose exasperada en el olvido. Sin llantos, sin lamentos, sin la sorpresa por las huellas borradas de los calendarios, a quienes veían pasar traídas del otro lado del futuro perdido, preguntando por el estado de los preparativos, donde nada se mueve en el círculo vicioso exactamente. Y los agricultores informan, que no solo tiene que ver con la miel del entusiasmo, acerca de las oportunidades, que superan los recursos disponibles al precio del bien que cambia siendo a su vez el universal tirano.
Pues se descubre, con sorpresa, y reticencia el exceso de consideraciones encaminadas a minimizar la importancia del fenómeno qué se observa en todas partes, ante la disponibilidad de las manifestaciones más extremistas cuando la admiración salta en el pleno sentido de la inmadurez que sobrevive de los antiguos valores, como el impulso desconocido, y fundamental en las tensiones profundas, y relajamientos superficiales, afirmando la angustia de ser incluido en las realidades esfumadas de la época. Yo como el ayer, sé de la sucesión imprevisible de los altibajos, y de las zonas informales del ritmo en la composición más ortodoxa, de la abstracción antropomorfa por la inmediatez irracional, y espontánea.
Así las cosas, estarías muy enfadado metiéndote al futuro hecho una mentira, ayudando al marcador de fallas pidiendo licencia por exceso de trabajo sin digerir lo que todavía puede deshacerse.
Por eso decidí dejar todo en el mañana, y penetrar la historia por hacerse como el polvo de los archiveros en huelga sobre una papeleta blanca, en el extremo de un agujero puesto de pie con los brazos pegados desmenuzando la falta de sensibilidad razonable en las esquinas de una flor exhausta que repara la superficie quebradiza del reflejo en un lago alejado en la paciente serenidad, y las complicidades telúricas del homenaje perverso en el abandono amenazante, con el rostro benevolente de las mil máscaras fúnebres de la belleza atroz, por el descuido del néctar del subterráneo.
Entre tanto, yo, como tu ayer, y con el viejo tiempo, quedaré bastante recuperado si y sólo sí... Están... Sin hacerme vivir a la fuerza cultivando los mismos errores, inhumanos, que dejan sin alma sus fantasmas vivientes. Y tal vez de nuevo viejo, te veas entre los siglos, con el rostro del mejor futuro en verdad salvado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Instantaniedades
Por allá donde la realidad se enreda Al sol estando sangrando embalado Entre lágrimas prestadas La cara cubierta de los abrigos baratos Flotan los pañuelos inocencias En los guantes importados en un bote En la pasión de la magnolia Novedosa novela del absurdo en vela Un tulipán teje su nido El barco perdido entre los focos ¿Qué a las aves viste de nuevo?. Me dices... Sin oírme De Lo ¡Que congelado de pronto el pulso guarda! En la constancia del balcón La importancia del poco tiempo Las amapolas son, serenatas fantasmales Inaugurando las excusas equivocadas ¡Con el esplendor leonino!. Horquillas de sorpresa, cinco minutos De la rima y la caoba En la puerta qué emanan los techos En la medianoche nácar Las cándidas paredes enhorabuena ¡Que soñaba sus naranjas! ¡Que donaba sus limones! ¡Que adoraba el piano! El último instante Distante, constante, inminente. Por aquéllo. Del pino hojarasca ruina. De la primera eternidad. ¡Que a los retratos ampara!. Por Eso Del ¡Añejo pestañear de los castaños!. ¡Qué en la neblina se deshacen! Como Ladrillos caninos Como Amarillos caminos Los ojos de cera el molde suplica ¡Desenlagrimando! La inocencia de los pañuelos. Sirviendo al agua sus colores y sabores. Al tiempo entre las ventana.s Pacífico progenitor del abismo estéril. Anticipada oscilación a obscuras. De La Semana trastornada en pocos mese. ¡Que se mecen trastornando los pañuelos opacando!. Los anhelos vivamente acuosos. Almacenes de precios inseguros. Del honor exangüe. Del temblar sereno al bastón. Un tulipán. Una magnolia. Instantes, distantes, constantes, del antes. ¡De la realidad que enreda!. El tiempo que al pulso guarda. ¡De pronto! En El Esplendor Rima leonina El bastón bajo el agua tiembla... Cada instante.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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EL LECTOR "X"
Léase qué leía... La música empezaba a desvestirse, empalideció en el rincón y quedó inmóvil, el silencio derramó la puerta del fondo serenamente, con las sábanas tibias de la brisa, al borde de los senos, enteramente dí- ferentes al caer. Los ojos de la noche.
Había cruzado esa dimensión, flotando temblorosa la espiral, del cuerpo dejado atrás como ceniza, como una gota, arena, grano. La tierra muda de sorpresa ya no existía en los mapas estelares, según la fuente de los rumores casi contra- dictorios en la Caología Teórica de la Metafísica Ondulatoria.
Léase que leía... A veces, nada más para confirmar el mantenimiento hipotético de la humedad en los bosques de Venus, posterior a la introducción del valor inverso del cilindro en la Ley Corpuscular de correspondencia.. El lector "X"... Conocido en los anales de la Mecánica Clásica de los cuerpos blandos y en los descubrimientos termodinámicos aplicados a superficies elásticas. Estaba preocupado en su más reciente experiencia, sobre todo en el campo transcibernético de transporte extracorpóreo.
Si bien, era matemáticamente probable en la Lógica Simbólica de características sagradas, él llegó a seberlo por cuenta propia.
En esa dimensión, los trasplantes de alma eran una cosa sencilla, y los espíritus podían elegirlas. Ya no eran solo rumores, tenía evidencias subjetivamente interiorizadas, y convenientemente materializadas para dejarle convencido de ello. Pensaba y pensaba, letra a letra, en los diferentes lectores qu le servían de apoyo, ópticos, lasser, biomoleculares, trans- dérmicos, de microimpulso neuroeléctrico y demás.
En su nuevo traje invisiblemente brillante se llevó la cabeza a las manos y trató de elegirse un alma apropiada, sin muchas vidas superficiales,y de pecados abolidos, recubierto de apariencias insubstanciales, de reproches a la gramática cuántica, se decía un tanto incómodo, entre la notable expansión desinformativa del hiperespacio. Y la fractura dimensional en el campo transcibernético, que hacía esencialmente raquítico el banco almogénico sacro-celeste, en esa dimensión de su experiencia. Léase qué leía... El lector "X", carbonizado entre las urnas fantasmagóricas de mercuriales cenizas plasmogénicas y etritrocíticas ingenuidades. No obstante... El eco de la voz retrocedió a la dimensión previa, y decodificado el mensaje convenientemente, de manera objetiva significaba. Un... "Ustedes los hombres creen qué ésto es muy fácil, uno debe elegir su alma, con el pasado y el futuro fusionados, y con la esperanza limpia de culpas, por los inframundos angustiados, aún después del viejo truco, y del azul celeste de su cielo" Pero... Nada de dientes apretados. Ni de llorar soles. Entre lágrimas verdes de nubes. Ni de cultivar sueños. ¡Aquí la realidad devora cualquier pesadilla y no hay a quién echarle la culpa del infortunio!. (Los chivos expiatorios no existen y no se crean). La causalidad es geométricamente esférica y el espacio inmanente se calcula en la autodestrucción, programada desde lo extracorpóreo del área vitalmente compartida.
El lector "X". Léase qué leía... Pero en lugar de analizar el común denominador como un poseído, leía... Y, Z, W, XXX... Después de todo, la inercia contemplativa construía una intimidad compacta entre los ruidos indescifrables, rugosos y calambres, al cerrar la puerta al mundo. En el fondo, el lector "X", sabía que pasaría largo tiempo renglón tras renglón, antes de comprender los fenómenos anteriormente descritos.
Esta vez, estuvo observando sospechosamente el sonido de aquél idioma incomprensible, a primera vista, con giros monosilábicos y guturales unos, y en otros graves y aglutinantes galimatías...
Por lo menos, así le parecían en la imagenología acústica que había desarrollado, al haber cruzado los campos dimensionales por una teleolisis trascendental. ¡Y abundantes estados alfa acumulativos en el tallo cerebral y sistema límbico neoformado por estimulación transcraneal.! El caso es que, él lector "X", encefalizado emotivamente, sentía pensar, abstraído en la neumática del impulso vital, sin un propósito definido radicalmente, en que quedaría incorporado finalmente al universo energético, al margen de cualquier fantasía planeada. En X o Y... Previamente y claramente. Urnificado en diamantes sintéticos, y un rubí óxido, sería una seria advertencia a la transformación del plomo en la poliédrica inconsciencia colectiva. Leía repitiéndose dudoso.En esa dimensión, continúa edificando el subsuelo de los sótanos inconscientes , y tiende puentes conceptuales para remodelar comprensivamente los cambios de irradiaciones helicoidales, en su alma herida con metástasis demonogénicas, esperanzado en la reconstrucción del futurismo que profesa. Si bien, se llevó toda la ceniza inmemorial a la urna Z,Y,W, al paso rítmico de una quietud deliberada, quería elegir su nueva alma, pues la que tenía había enfermado irreversiblemente, y en esa dimensión, los trasplantes de alma fueron la mejor alternativa en los planetas agónicos. Aunque nadie concebía que hubiera patología del alma, y mucho menos intercambios axiológicos deteriorantes hasta la misma profundidad subatómica de los neurotransmisores,los receptores ontológicos nunca habían sido reprogramables.Así lo había evidenciado, la última tendencia de la prostituida estadística, en las encuestas de los gusanos de una enana blanca de la constelación del sombrero. Después de haber hecho el cálculo infinitesimal, con la piedad pulsátil apropiadamente diseñada para tal efecto.Tal vez, la solución era un trasplante de alma. Y.. Cruzó la dimensión antes de concluir la lectura de su vida, "X", y se transformó en el lector cósmico. ¡La suprema leyenda!.Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Desde ciertas lejanías ¿espaciales, temporales? la ciudad aparenta una mancha luminosa identificándose contra la oscuridad que la ciñe.
Hablaré desde el epicentro donde confluyen las calles junto a desconocidos muertos.
Las casas guardan una a una sus propias historias almacenadas. Sus secretos son cantados e inaudibles sabidos de barrio en barrio. Así se conforma el cuerpo entero miles de rostros esparcidos.
Hay asesinatos y ultrajes, demonios inexistentes por todos lados. Nacimientos, amoríos y satisfacciones propias. En común hay una espera temporal por la lluvia benéfica, ahora estamos en las cicatrices externas. El río que despierta destruyendo lo superfluo, los rayos más constantes que las gotas cayendo hiriente sobre la tierra. Los ecos de los quehaceres naturales son recuerdos que suenan en la palabra.
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Poeta
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