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Animadversión vivaz
Eres dolor tienes memoria arrastras el futuro sin pasado ahora. En las humedades De aquél, lago humeante las ausencias solas. Del mar y no desierto. Desencanto tocado silencio. Dolor eres memoria. ¡Sufro de recordarlo!. Cordel de plata extinta, palidez antes de tiempo.
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Hirviente por la tierra el ardor agriétese a los que no contar en vida lloraron y que nunca hemos de ver acaso porque atérranos desvanecer su recuerdo agreste queriendo su ignorancia ocultar al mundo como el mal ha sido de afectos indefensos faltos de voz del desconsuelo triste aflicción.
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¿Porqué ahora, es tan malo hacer el bien? ¿Desde cuándo, el mal el éxito fabrica? ¿Habré olvidado el tiempo en que el bien, no hacía daño?... ¿O es qué he muerto, sin darme cuenta demasiado de la muerte, que nos abandonó?. ¡En esta vida que ya no es!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AQUIESCENCIA ARANCELADA...
Por la yarda núbil. Por el acre hueso. Por la libra codiciosa.
Aquí, se queda aquí, en el vaso transparente, que vive de las uvas secas, en los cascos de los caballos y las torres, que viven de los fantasmas, en las fábricas de las largas fantasías, y las alturas de los recuerdos, que un día caerán, sin la miseria, ni lámparas de aceite, cambiando himnos de serpientes, batidas, arrasadas, de su propia escama, y venenosa ufanía.
¡Aquí es arancelada!.
Como el silencio se desploma, en la ciudad, tribal, de hombres terribles, donde la razón ha sido destruida, y cae desde si misma abismada, como el silencio. ¡Se desploma!. ¡Aquiescencia malvada!.
Que descansan bebiendo los inviernos de néctar puro de rica plata nieve, de ventanas cerradas, de abiertas puertas, mesas solas, y desnudas camas, de cristales, de plásticos, de oraciones, harapientas y miserables dioses, de vencidas guirnaldas y laureles entre dobladas estructuras podridas.
¡Aquiescencia desvergonzada!.
La honestidad del escritorio es, la misma lengua del infierno íntegro. La virtud del vidrio es, la conjunción de hienas, hiel y solo hielo. La gran sorpresa es, la paternidad corrupta del vecino del siempre. Con el entonces que entrará, por la salida del cercano cementerio. Y podrá bajar el viento, donde reina la paz del crédito perenne. Y donde los grilletes misericordiosos, son gentil desgracia.
¡Aranceles de letargo!.
Entre los frutos de las calles estrechas, anidan las mismas lenguas, de asno, buitre, camaleón, escorpión y gusano.
¡Aquiescencia arancelada!.
Están hasta en la misma casa, de la pérdida del tiempo y la esperanza, En el nivel de la procesión fatal, derramando la ignorancia verdadera. En el trono de la inocencia tierna. dulcemente sepultada por palomas.
Las palabras del fondo cierto, solo muestran los cadáveres del sueño. Y desde entonces las plagas desayunan virtualmente.
Y hablar con la verdad. es el delito de mentiras, de corbatas inmortales, de algodones puntiagudos. Y Aún Hay Muchos que intentan comprar la paz con el oro. Mucho de lo que atrozmente sepultan con acero. Vestido... ¡De lenguaje pintoresco, rufianesco y vano!. Aún Hay Muchos. Entre las legítimas ausencias, de lápidas, graciosas.
Y no existen más escalones a la cima... Donde, donde, donde...
Ya las balanzas perdieron todas las cabezas huecas... Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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