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En la hipnoblepsia La noche llegaba suavemente todos los días, acariciando el sillón y el cristal pintado en la ventana, en la paciencia de una flor congelada bajo la puerta; afuera, el viento agitaba el polvo arenoso y hacía ruidos con las ramas, y alambres por los techos esa primavera de vivo verde.
Él bebía su libertad tras una mirada trágica y serena, que parece movida por hilos que alguna divinidad invisible, y tal vez insensible, se entretiene en situar en la más incom- prensible realidad con su acerbo amargor, y melodía baladí. El visitante hace un gesto con el brazo extendido, y la mano péndula, reteniendo la impaciencia de colores, y sonidos del dueño del sueño, de cama y cobija en tanto dice: El final es lento y progresivamente sorprendente, y las imágenes tenues de nítidos recuerdos, emotivos ciertamente, difíciles de entender en el polvo infalible acumulado por los años, donde se desgranan los crepúsculos bajo la frente espaciosa, entre los labios rígidos de las palabras yertas.
Se había cansado, y lo había abandonado, eso era todo. Aparentemente alrededor de cuarenta años, a lo largo de arbustos sintéticos, y en el sigilo del astrobus molecular helicoidal, de alta velocidad, cercana a los diez años luz por hora terrestre.
Deseando a veces jardines cubiertos de plateadas fantasías de rosales dorados entre las brumas brillantes, y vivir en el agua de los proyectos logrados, fabricando acrílicas burbujas de armonía.
Y pensaba en aquéllos años, que no son dueños de sus cuerpos ni siquiera un porcentaje razonable de su mente, mientras que de amplias libertades gozo yo, en el silencio profundo se escuchaba. ¡Sí, claro, y frecuente!. Al dejar atrás las obstrucciones de la razón lógica y donde la meta verdadera es carecer de ella.
Dejar libre la mente creativa en manos de la fantasía, y confiar en que seguirá su propia naturaleza en la vertiente expresiva. Como la cigüeña que toma un campanario, llevando un cirio en el pico, con el mar en sus alas, y las nieves cálidas en las alturas, escribiendo sobre los cielos con las estrellas submarinas.
Así continuaba el monólogo deslizándose por los breves espacios neosinápticos, y se codificaba sin rozarse cualitativamente con el juicio autocrítico, y de no intervenir los procesos en la cercanía, donde sus rasgos propiciarían una asociación distorsionada, o un comentario artificial aleatorio.
En el espejo, él observó su asombro. A veces herramienta indispensable para reducir el estrés mediante una respuesta emocional como la risa de expectativas, relaciones y todo aquéllo que puede hacernos sentir en parte satisfechos y comprometidos. Tal vez con la capacidad de motivarse y guiarse uno mismo. En los ambientes donde la violencia asusta y la tecnología aísla.
En éste episodio toda la realidad estaba a la defensiva, inclinó un poco la imaginación bajo un rostro ligeramente arrugado, y vistió su lenguaje para disipar ese temor con palabras.
Así, con el aliento suspendido, y con un prolongado latido intrigante, encontró el cadáver de su propio ser en la octava dimensión, en la mente sintetizadora que permite elegir piezas desconectadas de información, darle sentido a las nuevas capacidades, como en los cerebros cuánticos en la indeterminación de los fenómenos de propagación de la luz espiritual de la historia digerida, tan demasiado bien que al alma pule.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Inteligible Desentono
Hay muertes tan tranquilas, tan suaves, como la naturaleza, en una semilla en las hojas, del fruto gozado y el otoño sufrido.
¿Yo qué sé?. En el invierno fracturado. en la fe sin rostro, perdida en el cielo. ¿Yo qué sé?. En la primavera invidente, en la crepitación ignorante de criptas. ¿Yo qué sé?. Me preguntan las dudas. En la puerta. De las ventanas heraldos. Del piso en la mirada. Del suelo sangriento. De cruenta ignorancia. En la epidemia. De las almas enfermas. De los sillones que mandan.
¿Yo qué sé?. Hay muertes tan tranquilas, tan suaves, como el silencio extendido, en una lágrima dulce, en una mirada profunda. ¿Yo qué sé?. De los ojos en los ecos, de los huecos en los huesos, de la sangre de las almas enfermas.
¿Yo qué sé?. Si no soy nadie, sin haberlo vivido en los mares, que ladran en la calma remota, de las ausencias cultivadas, en las tinieblas que flotan, de los hilos inventados. ¿Yo qué sé?. De las desdichas sin humo, del fuego inútil de los que hubiera habido, enredado en las pestañas sin luz, en el faro ufano del pecho desierto, donde todo se olvida con el acero del tiempo, en las campanas que tocan, desentendidas, del desentono, de la vida, que se apaga, injustamente, en el polvo, humedecido, tempestuoso. ¿Yo qué sé?. De la absurda sinfonía, que teje la tierna eternidad sin tono.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Anfractuosidades
Serán la voz del futuro un biombo desnudo al clamor del reloj viva escarcha entre los dientes del tiempo del níquel frenético entre perros patanes tres paredes de manzanas empedradas del tiempo sobre las casa qué copian desiertos nubarrones en el cuello mordido del murmullo acodado ¡Que tiene las manos de trenes y momias!
Sinuoso curvar del pensamiento al sentimiento Laberíntico doblegar al juicio sano de la espada Aborrascada manipulación de marejada codiciosa
Serán allá donde los ecos soplan las verdades encerradas en el silencio en las alas de las nubes en un poco de cielo del rencor acogedor inextinguible del dolor fatigado sediento ¡Con la metálica pasión exaltada...! Por el hoy dónde la ceniza sola ensalza
Abyecta irrupción vesicante Del los atufados féretros encrespados ¡Anfractuosidades, oh, anfractuosidades!
Serán del ayer que se defiende ardoroso ¡Del olvido!... En las voces adormecidas Por el estridente campo errante ¡Dónde al recobrar la vista el sol cree ser el primero en descubrir la luz en los reducidos límites del imposible en las fábricas de religiones para el consumo!.
Tempestuosa contorsión del tiempo acomplejado Entre los sillones veleidosos noveleros Entre el actuar encorvado y siniestro sosiego
Serán las anfractuosidades, serán... ¡Allá dónde los ecos perecen! En los helados campanarios En la mezcolanza ociosa De la indiferencia infalible De la intrépida interrogante ¡Ecos frescos entre las cruces! ¡Ecos verdes entre los vientos!
Ya brilla ya, el reprimible irrefrenable ¡Serpenteante camino camina el caimán! Retorcido y proceloso del ayer inclemente
Serán de los huecos, los rotos cristales sin sueño ¡Sin gallos con picos de nieve! De llamas amargas de lirios risueños De varios vagones bermejos De barrancos huyendo lejanos Del tabaco traicionado del candado Del pantalón enrojecido del llavero ¡En la curva fugitiva del abrojo!
Así, así, anfractuosidades van y vienen Ahora, ahora, por el mimo que la muela remeda ¡Todo aquéllo del ficticio muérdago valiente!
Serán de cera aceradas las frentes febriles de la grandeza qué oprime al zapato gastado por el rumor del espanto terrible ¡Oh, verdad! De los gusanos de las brumas ignotos De los alcoholes docentes consortes del desastre En el frasco venturoso de las flautas jactancioso En la confederación de los brincos del solsticio ¡Una cifra fiera del olvido atroz!...Por el tiempo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Entre la Tánatodidáctica...
Nadie estaba dibujando la primera nube, y tejían hielo por los bosques, los sillones,
y los saludos. Mil aplausos presos de los artrópodos, nuevos ondean muertos, con minúsculos, clavos de sol gris.
Tanto A uno Como A otro Tanto. Ocultan la noche de la luna, bajo la sombra de la verde mirada, y el acuerdo del fusil, y aliento, en el castillo del mar azucarado.
Entre La Tánatodidáctica. Destilan al rojo, el celestial escombro, las bocinas vacilantes, callando, la verdadera sonrisa de las tumbas, del tabaco fumando lágrimas.
Mantienen las agujas en sus semillas, los néctares de subterráneos pieles, en la espalda de las frutas, ecos de doble filo, vestidos.
Tanto A uno Como A otro Tanto Por la imaginación, retorcida del cepillo, entre los misterios del peine, y la falsedad anclada del estilo, del papiro comediógrafo ágrafo. Acalla, el drama del prolífico patán. ¡Heredad distorsionada maldad en cada esquina!.
Entre La Tánatodidáctica.¡Hogaño ahoga la consciencia!
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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N.E.V.O.S.O
Porque no pude morirme a tiempo. Me fui quedando. En la madera latente. Al decir la misma nada corre. ¡Bajo el nacer íntimo del tiempo!. En La Estatua Donde las nieves claudican. Del manumitir su fríoDe proceridad pueril, agiotista de la incuria. Temerario mancomunarse sin ayuntarse. ¡Incendio al quemar el fuego! Por No Morirme ¡A tiempo!. De tiempo en tiempo, sin contratiempo. Porque. Impostores nos mueren. Los... los que de seda velan injustas tumbas. ¡Sombras que se agolpan!. Luz desesperada en antena ingenua. ¡Sombras en barricadas!. Luz desvencijada, del sillón goteando. ¡Sombras cruentas!. Del tiempo que solo se marchita. Pobre tiempo...¿Qué sería de él sin nosotros?Siendo Solo Del efímero cántico un céntimo. ¡Si qué nevoso, nevoso!. ¡Quedando me fui quedando!. Por No Morirme A tiempo.. De la manipulación de moda. Prerrogativa, dique o embalse. ¡Sepa dios!. Y si no, lo mismo da, nevoso, nevoso. Invernalmente primaveroso. ¡De por sí, sin mí, o a pesar de mí!. Por No Morirme A La Moda ¡A tiempo!. Con lo que a la tinta tiento. Del celeste desenfreno. Del perdón seguro. En fin, latente, la misma nada. ¡Corre dónde la nieve claudica!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ESCUCHANDO AL MAR
Deja los bosques del viejo mar. Y volverán. Espumas las calles. Burbujas los hombres. Sonrisas repartiendo los niños. ¡Corriendo, descubriendo, alegres!.
La vida sirena, es, primavera. Fogosa ternura, es, verdosa. En un plato pastel rebanada. Impalpable dulzor. Joven apetito narrador sin pereza. Sin mártires vientres. Sin promesas impacientes. Fabular enlatado relieve. Alineados cometas del sabio sillón.
Cuando el fuego reposa tiernamente. Cuando el agua mueve telares goteando. Cuando El aire duerme las hojas. Cuando El bosque matutino canta. Puliendo. Frutales. ¡Olores madera y leyendas invisibles!.
Déjalos vivir. Desenredando tinieblas hostiles. Y volverán___A la tierra. Anidando Sue Ños An Helos...Burbujas al mar escucha. N...D...O... ¡B-u-r-b-u-j-a-s...Al mar.
Burbujas, burbujas... ¡Burbujas del viejo mar repletas!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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