¡Oh, reptil!. Porqué al abismo sufre salado la raíz del frenesí, avinagrado, por la única misión definitiva visión,
brotará ajena, cualquier hoja roja demasiado temprano una tarde, en la subversión, sintácticamente lenta y mágica, debe pasar sublime la corriente la materia oléica y purificada. De las lunas seductoras sagradas al océano, devorando esferas, desesperantes del tiburón, sepulturas dóciles, demacradas montañas salientes por la creación, dardos. De la sombra intensamente escondida en la orfandad, invertida del remanso qué al mismo castigo reprime, ahogando. En la mutante traducción, retórica, preténdese ángel, él, divino creador humano de catacumbas al extremo terreno entrañable, el desconcierto clava un vacío un milímetro al húmedo fuego, desierto del alma ida, ocasionalmente a diario múltiples de miles ocultos inocentes.
Por la crítica distancia abstraído. El árbol indudable cristaliza. La esencia de las focas. ¡Oh, reptil, reptil!. En la invención café del oso. Evidente canguro por la cueva. Del autor tabacalero apenas. Contrastando al ritmo verbal. Herbal apenas... ¡Oh, reptil!. Del escarceo particular sutil. ¡Las páginas implícitas dramáticas!. Inocultables indelebles por mil partes. ¡Oh, reptil!... En la obra de tus platos, las cucharas tienen hambre, en las distancias cristalizadas focas, canguros, osos, apenas peripecia expresan vanos al mismo discutir de la extinción del hueco. ¡Del hueso del otoño entre la nieve magra!. Como campanea entre las chispas el año de muchas cosas muertas... Por él... ¡Qué lo niega!. Reptil, reptil. ¡Oh, reptil cobarde es al camino del algodonario disperso abecedario!. ¡Cómo el ensayo por el yeso yace!. Máscara del cementerio masacre. ¡Simulacro del acre ocre simula!. Por la crítica encubierta, emplomando al cielo.
Sepultando de constelaciones ignorancias. ¡Cualquier cueva dónde cristaliza el sol apenas!.
Autor: Joel Fortuato Reyes Pérez
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Poeta
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