En la noche verde...
Me soñé soñándome desayunando noche, agria risa que descendía de la nube espinas, del placer de las campanas sordas grises, y el grito amarillo y ligero de las cavernas.
¡Dormí, siglos en pedazos, distintos al ojo, rojo, el aliento al esconderse de los bosques, débil sabiendo que los lagos lamen secos, los ecos ahogados por alfileres desnudos!.
¡Creí añejar las delirantes montañas, en las alas de los barriles de polvo! ¡Sinfonías de lágrimas bajo la tierra, y la sangre de las estrellas en el río!.
Ya nadie sueña en los relámpagos violetas, de tigres, humo lloviendo como voces, sobre la vertical de los años mudos, vistiendo las tinieblas de manchas blancas.
Hubiera preferido devorar las brasas, como peces de maderas embriagantes, el ácido quemar de las ausencias sin fondo, seguir las mariposas decorando la tristeza.
Pero lloví demasiado en el pasado algodones, inermes las plumas furiosas de paja indefensa, en mis necias pesadillas de plástico emplomado, y acerando el huracán de los frenéticos gusanos.
Tal vez, la noche joven la red enrojecida arruye, el palpitar de la ceniza en el pálido sollozo, que lleva los moluscos al desayuno de las tardes, por las albas del verde amargo atardecer perdido.
Dicen que las serpientes hablan rectas dulces, en medio de los vidrios sembrando ebriedades, ocultándose las rodillas con el festín del fango, por el que se disipa la memoria del resto frágil.
Soñé que me soñaba la sangre seco y nocturno, en el verde de esa noche que la llave abría, los hoyos sin cesar de escoltar al éter frágil, en los dedos de las sillas hecho olvido.
¿Habré sido acaso el sueño atroz de un año, del ocaso desprendido del futuro suelto y roto, o los huesos del aliento perdido en la camiseta, del polvo que estalló en una lágrima humillada?.
Nada sé ahora del aire ciego sordo y mudo, de piel en el pesado abrigo del servil grupo, de la carne seca de los botones indiscreto, del festín en donde todo es cruel abuso llano.
Porque en la noche el rumor se acuesta casto, volviéndose verde vértigo vasallo vilipendioso, donde me dicen me sueñan por horas los gatos, verde joven verde coraje verde noche verde.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|