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SURGIENDO AL TRASCENDER
Entre pantanos y panteones un loto late frágil en la demora de sed un lustro cuando pudo y debiera ser un sol en la mañana dichosa solo miel en la piel sangre caramelo y leche de gloria el lecho en cada cirio clarín astro y dulce flor y astilla del castillo peregrino brote y flama que rueda y embelesa un vuelo vano donde sucumbe la tumba pronto y acude cada espejo al descanso tan descalzo como fúlgido diamante y deja al jazmín en plácida laguna. En su inmortal secreto el siglo sigiloso incontenible se derrama y altiva cumbre perdona estéril ya doblando al viento triunfante con el viejo compás de las olas y los ríos añoran y agitan fuego…
Cuando hiciere lo que hacemos en la esperanza sembrando sueños y en el sueño durmiendo estrellas y en las estrellas bebiendo nubes y en las nubes cultivando rosas. Por dormir al sueño hecho día con las noches desnudas hojas del árbol un otoño y mil moños del trébol un verano y un durazno ardiente sereno y calmo cuento en el bosque sin miedo y grato. Deshuesando al dolor y sufrimiento con la fuente de la paz fragante con la mano del hermano alegre con la espuma del vivir vivo en el claror clareando cada vela cada piel cada latido cada pié donde espera un farol su luz y la sombra deja de ser asombro.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
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Poeta
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Mi querida Moto, blanco bólido Que me compre con el tiempo, la pago Con el sudor de mi sangre deshago Nudos al viento, vuelo prohibido
De brisa como una sonrisa, vago Sentimiento que atraviesa sentido Cariño por el metal, que fundido En cuerpo y alma luce como un halo
En un día oscuro sin brillar, mago Que trasluce velocidad, divago Pensando que soy un ave, sentido
Es el rugir de leones, perdido En la selva de cemento prendido De una caricia, mi pecho trafago.
Por Conrado Augusto Sehmsdorf (Kurt)
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Poeta
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No ha lugar André Bretón Francia 1896-1966 Esta es versión de Manuel Álvarez Ortega
No ha lugar
Arte de los días arte de las noches La balanza de las heridas que se llama Perdona Balanza roja y sensible al peso de un vuelo de pájaro Cuando las amazonas de cuello de nieve con las manos vacías Empujan sus carros de vapor sobre los prados Veo esa balanza sin cesar enloquecida Veo el ibis de bellos modales Que regresa del estanque atado en mi corazón Las ruedas del sueño encantan a los espléndidos carriles Que se elevan altísimos sobre las conchas de sus vestidos Y el asombro salta de aquí para allá sobre el mar Ve mi querida aurora no olvides nada de mi vida Toma estas rosas que trepan en el pozo de los espejos Toma los latidos de todas las pestañas Toma hasta los hilos que sostienen los pasos de las marionetas y de las gotas de agua Arte de los días arte de las noches Estoy en la ventana muy lejos de una ciudad llena de terror Fuera unos hombres con sombrero de copa se persiguen a intervalos regulares Semejantes a las lluvias que amaba Cuando hacía tan buen tiempo «La ira de Dios» es el nombre de un cabaret al que entré ayer Está escrito sobre la portada blanca con letras más pálidas Pero las mujeres-marineros que se deslizan detrás de los cristales Son demasiado hermosas para tener miedo Aquí nunca el cuerpo siempre el asesinato sin pruebas Nunca el cielo siempre el silencio Nunca La libertad sino por la libertad
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Poeta
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INCONSCIENCIA CIRCULANTE
Solo el pasado viene delante. Es el azul frío en los corredores del bosque el que muda las hojas de ojos alados. ¿Quién duda del rojo del llanto y del blando diamante esponjoso?. Del perfume y de la luz sepultados en la dura ley del tiempo bajo la tierra con la ardiente flor sangrante hecha solo de ausencias permanentes bajo las sábanas mortuorias hermanas del más allá sombrío. Porqué desde el aire se abren las puertas rechazando el agua que dibuja sus olorosas lágrimas qué desgarran el silencio pálido en la frente con sus nuevos procedimientos expresivos. Pensaba y decía:
Anteayer nadie esperaba morirse pensando vivir en esa mínima realidad torcida que tejía caminando los intentos ficticios qué también surgen del espacio soñado en la forma más amplia como un acto de ruptura sin limitación. Cuando el descuido acecha cualquier atención despeinada, y en la memoria derramado el olvido cansado de apatía entre las brumas y mortales estertores.
Afuera el calor a sábado golpeaba la casa sin mostrar ninguna impaciencia en el libro de registro de huéspedes de manera que había oportunidad de hacer grandes cosas con la frescura de esa estupenda ocasión. Se quedó pensando un largo rato. No se oía ni una mosca. Desmontó la nube y la quitó del cuadro con un trozo de lápiz. Simplemente se había cansado de estar inclinando la cabeza en los ascensores, y pasillos de la carrera de atropellos, sintiéndose como un marginado hundido. Y allí se quedó, mirando al suelo subir por las paredes con los ojos encendidos, con las plantas secándose al sol acuosas.
Luego el techo se burlaba de él porqué no asentía ni comprendía. Recordó también que aquel año había gritado más que de costumbre, hablando de inseguridad, y que lo habían ignorado demasiado. Unos hombres que estaban en el patio saltaron a una fuente, y lo alcanzaron y sacaron cuando ya había decorado mucho vapor; lo llevaron a la montaña. Estuvo unos meses en silla de ruedas. Además de morirse un poco entre las piedras estoicas por la vejez de los pueblos con las huellas de los fantasmas y truenos. Algo giraba en su cerebro perdido, y la memoria era una hoja blanca qué de pronto desaparecía para luego surgir, del otro lado, recubierta de ilusiones indiferentes con soles empapados de noches arrastrados de amarguras en el mar de una patria vacía dónde aún hoy se aproximan las miradas catastróficas.
Delante, el pasado languidecía, y luego moría naturalmente, sin saberlo y sin quererlo. Esta vez, el mismo se había conseguido un regenerado sufrimiento, el que sabiendo como iban las cosas soportaba otra dura y apremiante prueba. Era una extraña escalera cubierta de una fina película de olvido, dentro, se veía una enorme habitación que a continuación se cierra entre las caricias solitarias y el dolor de la voz de amargos densos con el aluminio del viento. ¿Inconsciencia, agonía perenne, fracaso?.
Circular por la vida y la muerte, con el rubor en los dientes del suelo y los peces adorando unos caballos se encontraban las orugas entrelazadas a lo lejos con los blancos alaridos de las noches en el viento equivocado de la nieve... Pensaba y soñaba. ¡Tal vez no!. ¿Quién podría saberlo?. Levantó las cortinas, y la mañana se había esfumado llevándose la noche y su recuerdo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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POR EL NUEVO BOSQUE
¡Mira, mira, ya corren los hombres!. Fríos en las manzanas de arena, que las puertas desnudan del alba, sin remedio en la garganta de plata.
Por eso en las tabernas se fijan, las bicicletas de las gordas calles, que manan de los zapatos gastados, secas ramas de los alcoholes primeros.
¡Mira, mira, los delantales amargos!. Son carretas de ceniza y brazos fuertes, con los números tatuados en coro, bosques de ruedas con trajes nuevos.
Por eso de los pañuelos se olvidan, los pañales de las montañas nevadas, que arrastran arcillas intactas, en el brillo del ciervo alegre.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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FEHACIENTE FÁRRAGO
Porque muy pequeña murió su muerte. De la inmensa tragedia. Huérfana hermanable de mano extraña. De la que se respiran montañas. ¡Qué derriten al silencio!. En la tierra sin hogar ni hoguera. El eco solo en la sombra. En la dicha humeante del campo yerto. ¡Mil destinos perdidos!. Fehaciente.
El zapato vestido de camino. Fárrago. El camino visto de candado. En el tiempo estelar del olvido. Porque desnuda está la tormenta. En una rebanada de piedra. Entre grandes arracadas fehaciente. ¡Fárrago!...En la luz abierta vertida.
Donde Al telar atan el pedernal. Donde. Al talar matan el aliento. Y el hambre come con prisa. Y el rencor en restaurant.
¡Cómo una hoguera!. Afilando al infierno aventuras tibias. Entre la tormenta de gran desnudez. Nuestra tierra nos sufre. En la calle como cuerdas rotas. ¡Cómo una plaga!. ¡Qué en la tragedia huecos mece!. Fehaciente por cualquier parte. Fárrago en todos lados.
Nos duele, nuestra tierra, nos duele. Sin estar los enigmas inventando. Sin estar ausentes ya, como miles otros. ¡Ruedas, ruedas, a la tormenta enredados!. Nos duele nuestra tierra. Ya suspendida inmóvil ya, la incierta consciencia. ¡Son las carreteras de amargura!. ¡Qué al mismo cielo conmueven!. Miles de agujas en el ojo. Del camello, del cabello, del caballo, todo en ello.
¡Desnudo, inerme, indefenso, todo el aire!. En un gritar al cielo sordo. Por los suelos del inframundo. Por los ojos de una lágrima infinita. Entre todos los mudos lamentos yermos. Estando en la noche curva del polvo. ¡Fehaciente fárrago inmenso deforme huracán!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Del vidrio turbio
Una vez ennegrecida la nuca de la roca. Nunca invade la bahía. Los buques dorados___Las flores del fondo. ¡Cántaro que bebe un sueño!Al rojinegro del prado esquivo. Aurora lindero en ruedas, sin rayos. Luego, luego___Perdido el panal pequeño, Escondrijo___De miel y cera. Del turbio vidrio.
Alas qué resbalan por el pecho, Al sudor de las guadañas, hay corderos, Empeñados, los ecos en las rodillas, Puertos del terciopelo, ¡Escobas de las cabezas rotas!. Vitrales...Empolvados, de la corriente inmóvil. ¡Empolvados, vitrales, empolvados!. __De las madrugadas del agobio__
Antes del amor del vidrio turbio. Y de los millones de camas volátiles. ¡Quedan, quedan!___ Los perplejos iris de los faroles. Las aves, brumosas lejanas tierras. Del maduro almacén de inviernos, huellas del desierto bosque, traslúcidas las cosas, apagadas.¡Tan igual al terciopelo de los talones!. ¡Kilómetros quietos, e hinchados cementerios!.
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Turbio, turbio, del, vidrio, vidrio. Sutil entre gigantescos brazos, siembran los murciélagos errantes, y después blanqueando las varillas, arriba de las pestañas. ¡Creciendo el viento bajo!. ___La carreta del poniente, aguja agujas___ ¡Accesorias al renacimiento del bronce, el obscurantismo, crece, paso a paso.
¡Del vidrio, sí, sí, del vidrio!. Compañero volador de las magnolias. ¡Muy amarrado a los naipes!. Al descolgar el tren favorito, del decoro, atando, cáscaras de inercia, al zumbido. ¡Fuera!. Del espejo. ¡Qué descubre la muerte turbia!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Interpreguntas (Experimental)
Pre Gun Tar Se...¡Wonder, sich fragen, domandarsi, se demander!
In Te Rior...¡Didentro, das Innere, intérieur, inside!
¿Por qué el agitar violento de los hombres desplegados entre las praderas perfumadas me miras, me preguntas, me regresas, las respuestas, las dudas, los silencios, oprimiendo tan serio, tan añil, tan cascabel, desconfianza, adivinanza y remembranza, en las viejas carreteras del destino?.
Tienes la estrategia qué utilizo, con la delicadeza, cuatro príncipes para conquistar, y la certeza, osificada, y de las famosas mulas, la belleza y sus secretos tordos. Una intensa vida, un caballo, y la que hay que tener.
En el amor delantero, hay helados en barquillo, un carro con las manos prohibidas de ruedas rudas, y sorpresas verdes, en la dulce carreta de paleta Toda, para ti, no te inquietes, no te alejes, conmigo por otra fecha, pastelero y carretero.
Porqué Si Algo tiene el recuerdo ¡Es qué se olvida! En la redondez de las dietas baratas. ¡Fácilmente! Al prevalecer lo qué yace satisfecho Al favorecer el fenecer del tiempo Al encrudecer lo qué amanece adormecido...
Hilo Preguntas En el aterrizaje del pillaje, ramaje, ¡Nonagésimo barajeo, del trajinar cojo!
Hilo De la magnificencia menosprecio En la divergente menudencia ¡Sexagésimo condonear flamígero!.
En el oval omóplato paradisíaco, en el período medular del pentagrama, en el elixir ridículo sílice. ¿Qué relieve implantan las amargas horas en alta mar a la espalda del salvaje libro lleno de imágenes, de lagos crudos, de tibios barrios, más repletos de querellas arrodilladas y aquéllo de la juventud que quieres?.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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