IMPERDIBLE HEBRA
Porque la cara de éste tiempo,
se tiñe de vertical enrojecido,
el negrísimo aliento ahora.
Reflejada su imagen tan hermosa,
nunca mira, en las olas se contempla,
su mar de ausencias en el cielo.
Donde una lágrima piensa:
Riego la senda con mi llanto triste,
con raudo vuelo, donde el tiempo muere.
Donde una pestaña olvida:
Al párpado que estéril duda,
del ayer que hiela ahora el suelo.
Vivas las llamas sonrojadas cruzan,
deslumbrantes sus cielos, y sus campos,
tan minúsculamente inmensos.
Los rostros de este espacio,
horizontalmente sangriento abruma,
las espinas en una parvada de noches.
¡Cambiante luz digna del sepulcro,
del engendro de tanta alma,
carcomida, en la podredumbre armoniosa!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez