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TOCANDO ESPERO
Tu alma con mis dedos, mis labios, mis retinas. Adorada plata cristalina y diamantina. Vives en mis latidos. Y tocando, tocando te espero. Las puertas en los cielos. En los ojos las estrellas. En las arenas de playa.
Amor sin ocasión, amor perpetuo. Tocando los pétalos invisibles. La sangre de cada canto alegre. Alegre y dulce como tu piel y miel. En la vida, de esta vida, de este tiempo.
En la sinfonía inmortal. En el sonido del aire por las hojas. En el calor del fuego por los brazos. Espero y espero, en un siempre presente.
La melodía sagrada, donde el hombre sea cada nota. La música inmortal de la felicidad entre dioses. Todos, el que sea, con todos, o sin uno solo.
Solo la verdad serena del amor humano, el que se ve y se siente cada día. Sin egoísmo, el del polvo de hombre. Éste de carne, de sangre, frágil y desamparado. Que debe arrodillarse, humillarse, cargar las culpas en otro. Que confía alegre y fanático, la muerte, la injusticia, el dolor ajeno. Y pide. ¡Sí, solo!.
Pide al cielo que perdone, que lo haga todo, y se queda. En su culpa irresponsable, esperando y esperando. Tocando los sueños, pesadillas y temores. En un paralítico hoy, hoy de cada día del hace mucho.
Así toco, toco mis silencios, mis ausencias, mis dolores. Soy el cobarde que nunca conocí, soy la basura del templo. Iglesia y vergüenza juntas, entre sangre y miseria. Entre mi esperanza yerta, y los ideales vacíos.
Espero dejar de tocar las nubes y los desiertos. Y tocar las almas, los ángeles y demonios, o a todos los dioses juntos. Pedir que regresen. Si ya están muertos. Les buscaré. Y sí no hay. Haré con mis dolores esperanzas. Aunque mi polvo pierda, y el aliento que respiro se vaya. !Nada importa, cuando veo el sufrimiento, y nada. Pero nada puedo hacer.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Erogénesis cicloide Por los muslos de la historia se resbala, cada tierna memoria desencajada, desnudándose, derramándose frenéticos. ¡Latidos aferrados afiebrados!. Piel con piel, infinitos, ardorosos, los humedecidos tiempos imborrables.
Deshabitados los pecados escriben olas, alientos, placenteros, encumbrados. ¡Con cada manzana, con cada paraíso!. Patriarca vertical del paroxismo, del colosal arrobo, fusión insólita. ¡Labios apasionados de virginal pureza!.
En el pecho de los paisajes despierta, cada monte, Venus, florecida carne. ¡Que dibuja perfumadas sinfonías!. Líquidos rumores, fértiles amores. ¡En las caderas de leyendas ondulantes!. Están las ovejas descrucificadas.
Ningún olvido muestra fangoso rostro. ¡Ni queda serpiente condenada núbil!. Hay volcanes, cobras, flechas y palomas, soles enlunados, sumergidos y perennes. Auroras vistiendo, crepusculares anhelos. ¡Donde los espejos diseñan las retinas!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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