VELEIDOSA CUTÍCULA
Aunque el viento,
bicolor.
En la razón,
arlequinada,
del vivir,
hilván raudo rayo.
¡Estuviese!.
Veleidosa.
Cutícula.
Y
en los ángulos,
gente del poder, oscuras resinas,
en el tragaluz,
culpen al perder el tiempo.
¡Veleidosa cutícula!.
A las circunstancias,
de la torre, en las mejores frases,
torsión del transeúnte,
sin descifrar el Caos.
¡Qué parece no tener sentido!.
¡Estuviese!.
Y si la naturaleza del mundo silbara,
veleidosa. El interior que nos rodea,
cutícula. ¡En la publicidad del instante!.
Veleidosa del coro, entre frases cortas,
cutícula entre las voces lejanas.
¡Estuviese!.
¡Del poder que no se tiene!.
Almáciga. ¡Del evitar la muerte!.
Delicuescente, cuando se desliza.
Hábilmente.
¡Estuviese!.
Veleidosa.
Cutícula.
Con discursos, gritos, cantos, en las urgencias intactas. Sopitipando.
Con reaparición efímera lo que encubren,
y suprimen traslumbrando.
De impurezas y miserias, clamoreando.
¡Estuviese!.
Veleidosa.
Cutícula.
De lujoso abrigo de pieles.
Mascarada.
De los sentidos imperio.
Estaría la voz vibrante, y clara.
¡Sin claudicar la consciencia coartada!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez