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F.R.A.G.M.E.N.T.A.R.I.A.
La vida por su muerte amada del verde en la ceniza fragante frágil fragmento fragoso. ¡Totalidad!. De una astilla fracción eterna ambos.
Donde... Pasa la lluvia sin inmutarse, la estatua de la tarde, oxidada por el eclipse, que rescata la memoria, que reside sobre el viento, que pasa, se agranda, y se alarga, en las gotas si se tuercen, en las botas si se escogen, en el corazón de una cereza, en la minúscula manzana.
Como las burbujas andando. Resbalando el presente, arrastrando el pasado, futuro del humo, inclinado, en sí mismo, encendiendo obscuridades, despiadada luz, devorando, chispas.
Porqué... Pasa, pasa y pesa. Como el pez con red las uvas, y el espejo caza el reflejo. ¡Qué pregunta a la sombra furtiva!. ¿Porqué se aferra, luminosa?. En la luz cuando reposa. Allá por donde el tiempo flota, y el instante arrastra sus pies, lento, y nada quiere saber, de las sandalias gastadas, ni de las piedras heridas, ni de las nubes yertas, ni del bastón del camino.
¡Paralítico!.
Porqué en la tormenta se nace viejo. con la tristeza en paraguas. por el cielo envenenado. por el suelo inundado. por las ausencias. olvidadas.
En los abismos, del alma sola.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AH, TUS LARGAS PESTAÑAS. ___Georg Heym ( Alemania ) 1887-1912.
Estudió Leyes, y fué poeta de la naciente escuela Expresionista. En vida publicó: Ël dios de la ciudad¨ y ¨El día eterno¨. Esta es versión de: Ernst Edmund Keil.
Ah, tus largas pestañas...
Ah, tus largas pestañas, el agua oscura de tus ojos. Déjame hundirme en ellos, descender hasta el fondo.
Como baja el minero a la profundidad y oscila una lámpara muy tenue sobre la puerta de la mina, en la umbría pared,
así voy yo bajando para olvidar sobre tu seno cuanto arriba retumba, día, tormento, resplandor.
Crece unido en los campos, donde el viento reside, con embriaguez de mieses, el alto espino delicado Contra el celeste azul.
Dame tu mano, y deja que creciendo nos unamos, presa de todo viento, vuelo de aves solitarias.
que en verano escuchemos el órgano apagado de las tempestades, que nos bañemos en la luz de otoño sobre la orilla de los días azules.
Alguna vez iremos a asomarnos al borde de un oscuro pozo, miraremos el fondo del silencio y buscaremos nuestro amor.
O bien saldremos de la sombra de los bosques de oro para entrar, grandes, en algún crepúsculo que roce tu frente con suavidad.
Divina tristeza, ala de eterno amor, alza tu cántaro y bebe de este sueño.
Una vez alcancemos el final adonde el mar de manchas amarillas calladamente invade la bahía de setiembre,
reposaremos en la casa donde las flores escasean, en tanto entre las rocas tiembla un viento al cantar.
Pero del blanco álamo que hacia el azul se eleva cae una hoja ennegrecida a descansar sobre tu nuca.
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Poeta
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