En ese silencio regalado
en el proscenio imaginario de la emoción,
- tiempo impreciso hijo de la nostalgia -,
se van amontonando remembranzas
que perdieron sus aromas y colores.
Confundida, cual barco a la deriva,
la mirada queda entre susurros ajenos
como buscando caras y manos,
cuerpos a los que rodear de abrazos
huidos del corazón.
Paisajes que atrapan e inventan
figuras que entre risas,
y vestidas con el color de la bruma,
el que todos conocen y nadie vio,
se van alejando otro día
dejando, indelebles en la memoria,
estelas que saben a regresos.
Se acaba el día y con él el momento;
se apaga la voz sin callar el lamento;
ya se marcha el día, ya perdió su color;
llega la noche revestida de magia
llevando envuelta en su negrura
otra respuesta, acaso otro sueño
construido de renovada ilusión.
©jpellicer
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Poeta
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