Vengo volando, reptil prehistórico, carnívora hambre de tiempo, alargando la noche, más cerca del cielo que de mi comienzo.
Alas acero, vengo auscultando la luna primavera, coágulo de los días prestados, obstruyendo la sangre de ojos marinos, recorriendo países, vagabundo y curioso, visitante de espejos, dilapidando minutos en los museos.
Hasta volcarme en la pausa, alas acero, despertando los ríos, cantando al inicio, a los sindicatos, a las empedradas muelas del poder, a los escuálidos credos.
Alas acero despertando mis manos, palpando catedrales ignoradas, extendiendo los cuentos cual preámbulo. Voy en ellas, alas nocturnas, al desafío de la sangre, al útero fecundo de la tierra, a los pies cansados de cien patrias remecidas.
Cual pájaro prehistórico, alas acero, asombrado en mi sueño, vuelvo al suelo, tiendo en la luna mis cómodas teorías y sacudo en los ojos mis alas de ternura el pecho se ventila y esparce nuevamente su epopeya diminuta.
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Poeta
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