Esconde las pestañas del sueño recubierto del polvo de noche cerrada al silencio una semana la tierra cultiva la ceniza del dolor de la lluvia de la tarde dormida en el ropero bajo la cama los zapatos dialogan de pie anudando fragmentos desnudos los latidos entre los muslos entre caricias que se filtran por los párpados que los dibujan con los suspiros que los desgajan aparte del pudor del durazno que despierta el jugo inquieto por el movimiento rosado de los pliegues del perfume azulado callado al palpar el sabor de las nubes en los labios de las pupilas mieles ligeras las llamas decoran el vientre del agua del tímido viento tímidas también al enrojecer el amarillo azulado porque dejó al humo olvidado y la ceniza escapó sin formarse.