Poemas :  Opulenta majeza... (Neosurrealista)
OPULENTA MAJEZA
(Neosurrealista)

Ayer el mar cayó,
en la noche verde,
aún penumbra en la semilla,
del agua desprendida del cristal.

En los últimos años,
y en el seno de una aurora, cenicienta,
por un latido que florece,
y asorda el pensamiento frágil,
en la ciudad plagada de edificios,
entre las costas árticas,
de indiferencia implacable,
y el hostigamiento arrinconado,
en el aire de las esquinas,
saturadas de vacíos en la ruina,
que ocupan un lugar destacado,
en las áridas pupilas.

Hoy que la espuma del viento,
camina por detrás,
del sol virginal fugaz,
en el templo de la sombra.

Concebida de manera unilateral,
y simplista,
de aplicaciones estereotipadas,
y artificiales de un mecanismo verbal.
Siendo el fenómeno, por otra parte,
mucho más frecuente,
y más antiguo, de lo que lo dejarían,
entrever los dedos de una mano.
Como un regio tesoro, que se palpa,
de tanto en tanto, apagado,
y lejano, en el turbio oleaje,
que bosteza en la empinada loma.

Por el cabello callado,
en la piel de las palabras,
en el clavel goteando,
en la mirada pura de la brisa.

Con las marcas de cinceles,
desnudos en la piedra,
y poderosas cicatrices, vegetales,
a tres metros de altura,
de una gentil sonrisa,
subiendo a tientas,
por los obscuros corredores,
de cabezas grises,
esculpidas en el agua sin anteojos,
dispuesta a retirarse por el humo,
que viste sus atuendos cotidianos,
enclavado entre las altas colinas,
con ventanas sin vidrios,
colgada de una jarra,
y acusada de asalto.

Cuando el tiempo inventa,
el corazón de los relojes,
en el susurro de la sombra,
que la sonrisa eterna deshace.

Entre las rocas sin hogar
y las hojas salvajes
del hielo civilizado
del ninguno, en cualquier parte.
¡Qué empieza a ser olvido!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas :  Oda al torbellino
ODA AL TORBELLINO

Sin coraza
el
aire hirviente
bajó nublados
en
torrentes
del océano
juntó
al relámpago
al verde
fuego de selva
y primavera
y brillantes noches
y ardores soñadores
irresistible
al blanco
en la flecha
en el centro
agua de estrella
labriego del viento.

En verano
inflama la hoguera
encanta la pasión
contempla la indiferencia
manantiales
de ira sincera
de furia pura
tiene su piel de hielo
hierro franco
hoy
quiere
los tiempos guardar sedeños
los espacios desmanchados
los ramajes enlunados
vibrando del anverso
al reverso en cada verso
inverso y beligerante
labrando al aire.

Destructor higiénico
hoy
mañana constructor
que quiere
anidar
tejiendo
mis latidos
de ígnea tierra
de leve aliento
de caminar torpe
para
hacernos compañía
en el silencio
de la ausencia
dónde
somos iguales
sangres llorando.
¡Iras puras!.
Incendiando al desaliento.

Somos
iguales volcanes
cuando
el techo
muerde
al cielo falso
al suelo afilado
al hueco grueso.
¡Avivando!.
La sangre fundiendo
embalsamada
por el ayer
que va delante
que va sembrando
más mañanas.
¡Insepultas!.
Derritiendo
al mismo tiempo
el acero con las nubes.

Gladiador de incertidumbres
destructor
de los muros
del olvido
de memorias misteriosas
indefensas eternidades
simultáneas al desamparo
del injusto y sonriente encorbatado
de la lengua de mil reptiles
que ocultan
desnudo
en las cenizas
el aliento infinito
con
los metales hambrientos
con
los ínfimos poderes
siendo lo que son
los escarabajos
en el drama de la bruma.

Y
tú.
¡Oh, torbellino!.
Sigues
siendo
lo que
eres
ondulante látigo
del cielo
sin someterse a su yugo
sin la condición de esclavo
eres el azote.
¡Del sentir que se rebela!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas :  A FILIPINAS
A FILIPINAS
(soneto)
__José Rizal

Fué martir de la Independencia de Filipinas.

A FILIPINAS

Ardiente y bella cual hurí del cielo,
graciosa y pura cual naciente aurora
cuando las nubes de zafir colora,
duerme una diosa del indiano suelo.
Besa sus plantas con amante anhelo,
la leve espuma de la mar sonora;
el culto Ocaso su sonrisa adora
y el cano Polo su florido velo.
Mi musa, balbuciente, con ternura,
la canta entre las Náyades y Ondinas;
yo la ofrezco mi dicha y mi ventura.
De verde mirto y rosas purpurinas
y azucenas ceñid su frente pura,
artistas, y ensalzad a Filipinas!
Poeta

Poemas :  MISTERIO
Si tu alma pura es un broche
que para abrirse a la vida
quiere la calma adormecida
de las sombras de la noche;

Si buscas como un abrigo
lo más tranquilo y espeso,
para que tu alma y tu beso
se encuentren sólo conmigo;

Y si temiendo en tus huellas
testigos de tus amores,
no quieres ver más que flores,
más que montañas y estrellas;

Yo sé muchas grutas, y una
donde podrás en tu anhelo,
ver un pedazo de cielo
cuando aparezca la luna.

Donde a tu tímido oído
no llegarán otros sones
que las tranquilas canciones
de algún ruiseñor perdido.

Donde a tu mágico acento
y estremecido y de hinojos,
veré abrirse ante mis ojos
los mundos del sentimiento.

Y donde tu alma y la mía,
como una sola estrechadas,
se adormirán embriagdas
de amor y melancolía.

Ven a esta gruta y en ella
yo te daré mis desvelos,
hasta que se hunda en los cielos
la luz de la última estrella.

Y antes que el ave temprana
su alegre vuelo levante
y entre los álamos cante
la vuelta de la mañana.

Yo te volveré al abrigo
de tu estancia encantadora,
donde el recuerdo de esa hora
vendrás a soñar conmigo...

Mientras que yo en el exceso
de la pasión que me inspiras
iré a soñar que me miras,
e iré a soñar que te beso.
Poeta

Poemas :  Ya verás
Dolora (imitación)

Goza, goza, niña pura,
mientras en la infancia estás;
goza, goza esa ventura
que dura lo que una rosa.
-Qué, ¿tan poco es lo que dura?
-Ya verás niña graciosa,
ya verás.

Hoy es un vergel risueño
la senda por donde vas;
pero mañana, mi dueño,
verás abrojos en ella.
-Pues qué, ¿sus flores son sueño?
-Sueño nada mas, mi bella,
ya verás.

Hoy el carmín y la grana
coloran tu linda faz;
pero ya verás mañana
que el llanto sobre ella corra...
-Qué, ¿los borra cuando mana?
-Ya verás cómo los borra,
ya verás.

Y goza mi tierna Elmira,
mientras disfruta de paz;
delira, niña, delira
con un amor que no existe
pues qué, ¿el amor es mentira?
-Y una mentira muy triste,
ya verás.

Hoy ves la dicha delante
y ves la dicha detrás;
pero esa estrella brillante
vive y dura lo que el viento.
-Qué, ¿nada mas dura un instante?
-Sí, nada mas un momento,
ya verás.

Y así, no llores mi encanto,
que mas tarde llorarás;
mira que el pesar es tanto,
que hasta el llanto dura poco.
-¿Tampoco es eterno el llanto?
-Tampoco, niña, tampoco,
ya verás!
Poeta

Poemas :  ¡Ya sé por qué es!
Dolora a Elmira

Era muy niña María,
todavía,
cuando me dijo una vez:
-Oye, ¿por qué se sonríen
las flores tan dulcemente,
cuando las besa el ambiente
sobre su aromada tez?
-Ya lo sabrás mas delante
niña amante,
le contesté yo, y una mañana,
la niña pura y hermosa,
al entreabrir una rosa
me dijo: ¡Ya sé por qué es!

Y la graciosa criatura
blanca y pura
se ruborizó y después,
ligera como las aves
que cruzan por la campiña,
corrió hacia el bosque la niña
diciendo: ¡Ya sé por qué es!
y yo la seguí jadeante,
palpitante
de ternura y de interés,
y... oí un beso dulce y blando,
que fue a perderse en lo espeso,
diciendo: ¡Ya sé por qué es!

Era muy joven María,
todavía
cuando me dijo una vez;
-Oye ¿por qué la azucena
se abate y llora marchita
cuando el aura no la agita
ni besa su blanca tez?
¡Ya los sabrás más delante,
niña amante,
le contesté yo... después!
Y mas tarde ¡ay! una noche,
la joven de angustia llena,
al ver triste a una azucena,
me dijo: ¡Ya sé por qué es!

Y ahogando un suspiro ardiente,
la inocente
me vio llorando... y después,
corrió al bosque y en el bosque
esperó mucho la bella,
y al fin... se oyó una querella
diciendo: ¡Ya sé por qué es!
Era muy linda María,
todavía,
cuando me dijo una vez:
-Oye, ¿Por qué se sonríe
el niño en la sepultura,
con una risa tan pura,
con tan dulce sencillez?
Ya lo sabrás mas delante
niña amante,
le contesté yo... después!

Y... murió la pobre niña,
y en vez de llorar, sonriendo,
voló hacia el azul diciendo,
Ya lo ves mi hermosa Elmira,
quien delira
sufre mucho, ya lo ves!
Y así, ilusiones y encanto,
ni acaricies ni mantengas,
para que, al llorar, no tengas
que decir:
¡Ya sé por qué es!
Poeta

Poemas :  DE BLANCO
¿Qué cosa más blanca que cándido lirio?
¿Qué cosa más pura que místico cirio?
¿Qué cosa más casta que tierno azahar?
¿Qué cosa más virgen que leve neblina?
¿Qué cosa más santa que el ara divina
de gótico altar?

De blancas palomas el aire se puebla;
con túnica blanca, tejida de niebla,
se envuelve a lo lejos feudal torreón;
erguida en el huerto la trémula acacia
al soplo del viento sacude con gracia
su níveo pompón

¿No ves en el monte la nieve que albea?
La torre muy blanca domina la aldea,
las tiernas ovejas triscando se van;
columpia su copa la enhiesta azucena
y su ánfora inmensa levanta el volcán;
Entremos al templo. La hostia fulgura;
de nieve parecen las canas del cura,
vestido con alba de lino sutil.
Cien niñas hermosas ocupan las bancas
y todas vestidas con túnicas blancas
en ramos ofrecen las flores de abril.

Subamos al coro. La virgen propicia
escucha los rezos de casta novicia
y el Cristo de mármol expira en la cruz.
Sin mancha se yerguen las velas de cera;
de encaje es la tenue cortina ligera
que ya transparenta del alba la luz.

Bajemos al campo. Tumulto de plumas
parece el arroyo de blancas espumas
que quieren, cantando, correr y saltar.
Su airosa mantilla de fresca neblina
terció la montaña; la vela latina
de barca ligera se pierde en el mar.

Ya salta del lecho la joven hermosa
y el agua refresca sus hombros de diosa,
sus brazos ebúrneos, su cuello gentil.
Cantando y risueña se ciñe la enagua,
y trémula brillan las gotas del agua
en su árabe peine de blanco marfil.

¡Oh, mármol! ¡Oh, nieve! ¡Oh, hermosa blancura,
que esparces doquiera tu casta hermosura!
¡Oh, tímida virgen! ¡Oh, casta vestal!
Tú estás en la estatua de eterna belleza;
de tu hábito blanco nació la pureza,
¡al ángel dos alas, sudario al mortal!

Tú cubres al niño que llega a la vida,
corona las sienes de fiel prometida,
al paje revistes de rico tisú.
¡Qué blancos son, reina, los mantos de armiño!
¡Qué blanca es, oh madre, la cuna del niño!
¿Qué blanca mi amada, qué blanca eres tú!

En sueños ufanos de amores contemplo
alzarse muy blancas las torres de un templo,
y oculto entre lirios abrirse un hogar;
y el velo de novia prenderse a tu frente,
cual nube de gasa que cae lentamente
y viene en tus hombros de encaje a posar.
Poeta