Puedo entender que no lo entiendas, pero no es tan difícil si lo miras como yo. Si espiara a través de un ojo de vidrio, tus mentiras serían casi perfectas.
Hay un amanecer despabilándose torpe y lento más allá del horizonte. Aún nos queda un poco de vida que lastimar con la filosa madrugada.
Tendré que esconderte de todos, alguien lleva mi nombre tatuado. El arma que tengo en mi bolsillo no es precisamente para defenderte.
Nadie me vio cruzar la calle, porque la calle aún no existía. Al otro lado de tu ventana dos siluetas planeaban un engaño.
Ya hace mucho tiempo que escribí los cuentos que ahora me cuentas tú. Le sobra un ángulo a este triángulo, me desquicia esta calma aparente.
No sé cómo llegó su sangre a manchar de celos mis manos. Te debo las disculpas de mi exceso, y el tacto sin tacto de mis dedos.
Algún ansiolítico o tal vez un vino que apague mi desbordada valentía. No necesitamos leyes ni abogados, si el río no vomita sus cuerpos.
Aún puedo entender que no lo entiendas, pero la muerte no tiene vuelta atrás. Descansemos hasta que llegue el día y despertemos de esta pesadilla en paz.
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Poeta
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