En las pupilas sordas de la noche astillada
el añil del glasto se desangra en el diente del satirio.
¡ Arbóreo sufrir del tallo que enastaba el suelo trémulo !
¡ Malparto del insano roedor que depreda las calloncas !
Llegarán con el vítreo ojo de la aguja enardecida
los ahorquillares del bosque obeso de la fruta,
como estío de marabuntas alocadas
¡ cómo el sendero amortecido por la hormiga voraz !
haciendo a un lado el siglo escurrido en años futiles,
el año amasado en minutos de alcornoque,
la hora envejecida en el segundo embrutecido,
¡ el minuto muerto en la letra expirada !
Y dices que digo gotas de muecas reviradas
con el tirso bufón de las deidades.
Digo dices, son aguas de azahares quebrados,
bálsamo oscuro de la callonca a medio hacer,
como pájaro engarbado en ramas de dureza invisible.
Es la callonca, en su desnudez de proyecto inconcluso.