BIGORNIO DE LÉGAMO
(Neosurrealista)
De la paz probar un plato.
la cuchara ha de hambre muerto.
Ya...
¡Vaya bicuadrado de bicípite bicoca!.
Al precio de las últimas rodillas,
en la mesa de las uvas inocentes,
multiplicados miles de veces,
en los vasos amueblados candelabros,
por la orden de la noche impresionada.
Ya... ¡De légamo el bigornio fructifica!.
Ya... ¡De óbito es el plato y la cuchara!.
De
Légamo
Bigornio.
¡Cuánta birlesca cunde!.
Apartando de la piel sus extremos.
Y de soslayo las cosas deseables.
Entre los premios consternados.
¡En el vituperio blasmar!.
Por esos idilios del bocadear.
¡En el fervor de los bancos!.
Del pobre boquiseco incauto.
¡En el favor de los brincos!.
De la parsimonia al paroxismo.
¡Cuánta birlesca cunde!.
Bigornio
De
Légamo.
De la paz con la certidumbre apresada,
va la corriente resignada a ser lavada,
por el ejemplo peregrino escalonado,
de la cena fugitiva forastera,
mendigando la riqueza sin retratos,
de las copas invitadas en ayunas.
¡Por los bocados del hambre!.
¡Por los páramos del hombre!.
Del légamo, bigornio, de légamo.
Ya los troncos copian al viento el olvido,
en las cadenas heridas del borde,
en las estrellas qué ladran,
al resplandor del vidrio agrio,
al palomar del traje sobrio.
Ya los troncos copian al viento el olvido.
¡Vaya, vaya, sórdido bigornio!.
Por el epítome sin efugio ni evasiva.
¡Vaya brete sin reclamo!.
De lo bruno bordado en incontables poblados.
Cafáreos calcáreos y escamados.
De lo bruno bordado escaldados.
¡Vaya brete de calimbo calinoso viperino!.
Ya, ya, el pamplinero en fuga es solapado.
De los hierros prometidos estremecidos.
De los inseparables imponderables.
En las falsas confusiones confesas.
Se castigan las migajas de los vértigos espesos.
Ya, ya, por el bigornio de légamo.
La calle se ha ido,
a morder la luna,
con el nido sangrante,
llena de hueco y ceniza.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez