Harta de laceraciones en su garganta, la tierra se engulló a los ‘responsables’ de tan antigua y sistemática tortura. Con los labios prietos a toda súplica, la tierra no quiere abrir la boca, fíjate.
Pero el hombre, el intrépido hombre que la puebla y usufructúa, la somete de nuevo; le abre un profundo respiro entre sus trincados dientes, un hálito a la vida de casi setecientos metros.
Orada y reza y llora, hasta que por él, hiriéndola más, le arranca a la tierra su caro bocado de treinta y tres almas. “¡Viva Chile, mierda!” Muy bien dicho, ya que harto cagazo se pegaron, weón.
¡Viva Chile, catastrófico y querido! ¡Chile, tembloroso pero firme esta vez y cada vez que la vida lo demande!, gritamos, mientras la tierra masculla: “Yo no tuve la culpa, no tuve la culpa”
y nos mira con su único ojo de escape con destino de hoyo turístico a explotar. Agradezcamos todos: ¡Gracias, Dios Todopoderoso por tu gran misericordia! ¡Gracias tierra por tu lenta digestión!
“¡Chi, chi, chi, le, le, le, los mineros de Chilé!”
|
Poeta
|