SATISFECHA LA ESPERANZA
(Anticuento Dadaísta)
Las escaleras cerradas bajaron por la puerta que
subía arrastrando los pies, mortalmente pálida y
terriblemente agradecida por aquéllo.
A los cinco minutos, se elevó de súbito el silencio
azul de las voces en el patio amarillo, y el agua
estremecida de miedo, olvidó el murmullo.
La tarde huía tras la ventana, pues el invierno
estaba cerca y no traía zapatos. En vano trataba
de ganar tiempo al reloj suspendido del humo.
Más allá, un momento alargado pugnaba por
asegurar la posesión de unas máquinas inquieto.
Una botella de tequila se presentó emocionada
y curiosa luciendo un traje de etiqueta, y en
aquel instante diríase que había visto el dinero,
pues un confuso estrépito de conjuros y exhor-
taciones brotó de la mesa.
___ Pensaba en su trabajo.
Turbando con ello la serenidad del desempleo
esperando la solemne ceremonia de un contrato.
A su juicio, la luna no debería cenar con la marea,
por la única razón de que ésta tiene un poco arquea-
dos los muslos y una máquina de coser ajena.
Tenía que recuperar la caja que corrió aprisa.
Allí esta el hilo. ¡Bueno para nada!.
Hace dos años que echó a perder todo, glorificando
una malvada cadena de azúcar fina.
Los dedos, inhábiles al principio, encontraron al
fin la luz en poder del techo, herido a consecuencia
de una caída, empuñándolo con suavidad.
El horizonte se hizo a un lado; un viejo río tomó
la delantera, la nieve, antes de chorro caía a gotas,
y un pino mal construido estaba borracho en la
superficie de la esquina.
___ ¡Qué tonterías son éstas!.
Las estupideces ahora vienen en paquetes.
___ ¿Qué haríamos si nos roban la pobreza?.
Ahora todo se vende, sería un gran negocio.
No me sorprende ver a los vendedores ambulantes
buscar su mercancía.
___ Eso lo sabe cualquier jurado calificador...
Los trabajos deben ser inéditos y ser de propiedad
anónima cuando llegue el sobre cerrado ; de lo
contrario el premio será indivisible, en particular
en cuestiones directas, comparándose con los
textos progenitores del grito que necesite un
pañuelo... ¡Considéralo!.
Pronto estarás muerto de la cabeza a los pies,
y colocado en el hueco de una mano tomando
a la vida por el talle. ¡Tallado en cada detalle!.
La curiosidad será incapaz de creer a tus ojos,
y al parejo de la harina que se apoya en la pared.
El día anterior la angustia llegó en un bulto grande,
y no hubo nadie que quisiera hacer un cambio.
La escena, enfurecida, empezó a fumar pacíficamente
pero seguía enojada golpeando las teclas sin excusa, y la gente aplaudía acalorada. ¡No comprendía nada!.
___ ¡La verdad es que todas estas mentiras suenan
agradables!. Se oyó decir desde aquel día.Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez