El conocimiento volará. los murciélagos lo sabrán, y los hombres temerán. El despertar no tarda en llegar, las heridas sanarán, y todos bajo la luz lo verán. La muerte pasará, la muerte ya no ejecutará, pues su vida entregará a la bestia que el mal creará. No temáis profetas, no os alborotéis poetas, ni vosotros que os creéis santos.
A todos vosotros, os cantaré si fuera posible. Pero, nada de eso será rentable, pues la muerte ya no tendrá poder, ni la vida amor, todos caeremos al esplendor de las tinieblas, que aun Maldoror sentirá la furia en su corazón. Las revelaciones gritarán, el libro de las memorias callaran, y tú, hombre al polvo volverás. Ni aun la muerte al gusano olvidará. ¿Y, entonces bajo quién estarás?.
Autor: José A. Monnin Limpio-Paraguay Derechos reservados. 02/02/2013
La naturaleza grita suavemente, en los oídos de egoísmos alegres, por sentir tu aroma subir por el viento. ¡Creí que todo se volvería a mi! Al ver mi tristeza sin fin, pero aun la desfallecida habitación, el mundo seguía girando sin razón, sin saber que bajo el techo, moría yo. Aun cuando más grande resultó mis sentimientos, ni siquiera el sol se de tuvo a pensar, ¿por qué muero yo? Las noches, las estrellas, las pisadas de hombres soñadores, que despiertan en seguir soñando nuevamente, ni aun así se preguntaron, ¿por qué un raudal de llanto? Saliendo de mi alma, creí que todo terminaría, pero me di cuenta que el amor en mi se consumía…
Truenos de alocadas nubes, provocando la sombrilla de sonidos tristes, llorando en pañuelos viejos, erizando mi cama por volver a vivir en tus cabellos, que mataban la agonía de oscuros días; creí nuevamente que todo se volverían a mi, al ver que sufro por ti, al ver las gotas de sangre y huesos secos que llaman solamente por ti, el mundo gira igual, y lo seguirá haciendo, ni siquiera es capaz de preguntarme ¿por qué vivo sufriendo?.
Autor: José Monnin elpoeta Limpio-Paraguay Derechos reservados Del libro: “Tu poema entre las sombras”
Entre telas, formada en sillón, el polvo trasnochó la amargura que jamás se oyó, mientras afuera llueve sin razón, tus pies buscan el pecho que tengo yo, heridas rotas, tiempo cuajado en un vaso de aromas soñolientos bajo el techo que se olvidó mojar mis esperanzas de nubes equivocadas, ni aun así, era escatimada aquel laberinto de archivos y memorias tristes que son alimentos para el moho verdor, burlándose entre los archivos de polillas soberbias pisoteando mi fe. ¡Y, todo mi amor…!
El olor a mudo viejo, que no aprendió a deletrear, el afán de tus besos secos, como sello registrado para mi tiempo cuajado. ¿Qué digo? ¿Por qué lo digo? Si soy un vaso roto, sin valor para tus ojos; sangre hirviendo techos de arenas perdidas entre las arenas de aquel hogar subterráneo de gusanos, bailando por mis llantos, como si fuera una canción de amor para sus pies sin botas que no van a mi compás; ni aun así será imprescindible las letras de húmedas esperanzas, de que más tarde, tal vez, pueda ya desaparecer, cuando vengas a este atardecer, dónde el tiempo se cuajó por verte desparecer; no abras entonces las memorias de mi ser.
Autor: José Monnin elpoeta Limpio-Paraguay Derechos reservados Libro: “Tu poema entre las sombras”
Sentado estuve, sobre esta roca de sueños, ahí permanecí diez mil lunas. El barco con sus redes buscando peces de colores, el viento un poco fuerte rompían los hilos de madera tallada en un te quiero, ¡crecían los ríos! ¡Bajaban las noches a tomar gotas de rocíos en la taza de un corazón perdido! ¡Los lagares de tus labios entristecidos gritaban en la ausencia de tus besos desaparecidos…!
El sur traía aquella palabra, que cayo del arpa sin cuerda, entretejiendo sueños y esperanzas, ¡calle por un momento! Cuando la niebla cegó mi entendimiento, ¡calle por un momento! Cuando caían las lluvias de sangre sobre mi pecho, ¡el sabor amargo! ¡La canción desesperada! El duelo de mano a mano, sin decirte un te amo…
Sentado estuve, sobre esta roca de sueños, las flores conocían mi tormento, el sol mi calor. ¡Mientras las hormigas llevaban en partes mi corazón! La roca de sueños permanecía, ¡mi cuerpo se iba! Lentamente caía a la fosa de Sombras tenebrosas, ¡mis esperanzas veían que tu sonrisa cubrían las diez mil luna! En un instante dejó de ser un sueño, porque en el sueño estaba yo.