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Habló el niño llorando Lo observé, lo escuché Cantó su poema Y ya no supo terminar.
Se hizo un silencio Y hablé:
Disculpa, El pájaro ha muerto Era algo que no pude evitar,
La muerte Siembra en su pecho Pálidas ojeras Las cuales te niegas a ver.
¡Fruto maduro Árbol talado!
Todo cae para volver en sí, Intenta sumar o multiplicar Pero después y solo después Aquella insólita resta Aparecerá.
Sus tripas brotaban cual tripas de pescado No tenía escamas ni aleta Y se creía buen nadador Su pico encorvado no era el pico de un halcón Era el de un buen bribón Que entre sueños jugaba A esconderse de papá.
Has amado tanto Y has odiado tanto Ave oriunda del bien y del mal Que ahora Ya no eres la misma En limpio balcón celestial Amaneces cantando Una cruel alabanza, Entonado tristes himnos de gloria.
Ni un gusano pudiste pasar Pues con la semilla te atragantaste, Te creíste seductor Y saliste seducido.
Aquí yace, melancólico y desubicado, Si lo ven quietito en las ramas Es solo su sombra impresa en el tiempo Pues ya, ya no está ahí.
La verdad, es que El pájaro se ha degollado Entre las propias heces De una coma que quiso ser punto Pero la coma es coma Y aunque el pájaro en el tallarín se coma Éste nunca sabrá Cuando esté mal preparado.