|
Cuando no hay pan ni pescado el alma se me acongoja, la barriga se me afloja. me siento apesadumbrado. Yo que siempre he profesado el cariño y el querer me ha tocado padecer dolores, susto y calambre por tener que pasar hambre, por no tener qué comer.
Es que el hambre es un martirio que azota a la humanidad y tiene la propiedad de llevarnos al delirio. Ando más blanco que un lirio, tan flaco como un alambre, mi cabeza es un enjambre de tormentos y desvanes porque los que tienen panes no se apiadan de mi hambre.
|
Poeta
|
|
INGENUO DENUEDO
Las cosas ya nunca fueron lo mismo, en las amarguras nevadas, mieles duras, después de aquel siglo.
Fueron una gran mancha de patos de goma, de peces tibios alegres, río abajo, en la lenta procesión de aves silenciosas.
Así la identidad queda conformada, por vientos innumerables condenas, cantos frescos y discursos.
Y a su vez, vigilados por más panteones. La mayoría de patos fueron interceptados, por los agentes del olvido en ruinas.
Estando atados, tanto por su propio aliento, como la mirada del consuelo acrisolada, en dulce complejo de oficina.
Como por la tiranía del mercado, que provoca, un hueco en el panorama legendario legionario, repitiendo a reptiles los mismos formatos.
Infaustos en vez de arriesgar, imitan patrones, patines patanes, demasiado usados. ¡Olor a tiempo, olor a olvido!.
Unos pocos miles quedaron parados, en alguna sonrisa de hormiga. Unos pocos cientos comieron canicas.
Decenas acabaron en las estanterías, ocultos, de los hijos de los duraznos de los rastrillos. Lo que es considerado como imposible.
En el análisis de la crisis del calendario, la puerta ha sido a lo largo de la historia, falsa huida y valiosa herramienta casera.
No podemos nombrar el patio, al techo, ni nada sin cambiarlo, enrejado, entre ambición y pasión yertas.
Porque van llenando el espacio las sombras, los sobres, pincel a cincel, sílaba a sílaba, hasta la extinción de la póstuma esperanza.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|
CARBONÍFERO FARO
¿Qué remedio tiene el mal, si con el bien es confundido?. El mismísimo oro ora ahora, hora tras hora, como si fuera, cada segundo el primero.
Helo, helo, míralo como va, diciendo cuando viene, cuando ya se fue.
No, no era traición al bien, cuando éste ya había perdido, y en la pérdida los peces andan, en el anzuelo la noche como rayo, y la tarde quiere cazar, la madrugada en su madriguera.
No hagas caso del ruego. Éste, ni en el amainar encuentra fe. Ésta, ya perdió sin fervor el olor. Porque al dolor tanto ignoró, de tanto pan bajo el brazo, a la rodilla hizo halcón, confundiendo serpiente con paloma, como el caballero a la cabra con cabello, dígase lo que se diga de ellos, así ha sido con otros muchos.
Si la noche no duerme sin estrellas. ¿Es acaso menos noche?.
La condenada luz excesiva, a los ciegos no hará ver, ni a las estrellas las fosas iluminan, con el dolor al que enviaron, arrojando rojo rojo más que rojo.
Ni la sangre en el alma, saca y seca la memoria, aún con mil perdones inclementes, las carnes cuando vivas luz tenían.
Ya la luz me mata mucho, mucho de nosotros, mucho ha muerto, vuela y vuela el carbón, hecho diamante solo impuro.
Autor: JoelFortunato Reyes Përez
|
Poeta
|
|
AMADA DISCREPANCIA
Este ha dejado de ser mi tiempo en la piel que arruga cada piedra con el aire marchito por la nieve madura la tarde por la yerba del clima seco por la uva apagada, enrojecida, al último, resplandor, afligido, del sol perdido.
**********
Vestiré al camino con caballos de terciopelo en la montaña del verano y mesas entre las cajas del invierno corriendo por las venas del último otoño llorando fuego, su vieja fuente de primavera de la muerte el horizonte acariciando los dientes de una nube triste.
**********
Así la soledad se viste con luceros de la miel fundida entre las nieves con el metal de alegres mariposas en las frágiles palabras anudadas al ímpetu colgado en las paredes semillas del agua turbia ruines con abismos insaciables grises.
**********
Serena la noche alza el viento de un lamento amargas desventuras enguantadas en honda sacudida el coro resucita esa voz lejana de la piedra donde muere el tiempo en el hórrido caminar de los relojes al margen del péndulo doliente desencanta la ilusión al desflorarse el herido arroyo por la penumbra.
**********
¡Rinde, alma, el silencio del remanso con la turbia voz del llanto saeta fina del corazón breve golondrina esquiva la bruma del éxtasis cansado!.
**********
Más pesado que una noche en vela, viéndole al perfume su silencio, en el espejo de las olas descendiendo, por la pulpa de la espuma del encino, y los pétalos danzando en esos peces, iluminando la columna vigorosa, que gotea, amada, que gotea amada... ¡Discrepancia!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|
Anhelantes Por el corazón de una flor soñamos. Sembrar espejos...Cosechar Nubes.
Hacer lágrimas de cristal... ¡Dulces!.
Vivir el tiempo sin sentir que se acaba. El aliento, que regresa a su origen. Felíz. Satisfecho. Íntegro. Verdadero. Porqué el polvo cae rendido después de vivir.
¡Cuándo la ausencia crece! ¡Cuándo la distancia envejece! ¡Cuándo el tiempo pierde su sentido!. Desierto. Ceniza. Olvido. Indiferencia. Ambición. Destrucción. Vicios. Decadencia.
Flor del tiempo. Seca. Ni siquiera recordada. ¡Asesinada por regarla con el egoísmo!. Por haber quedado todo hecho de anhelos.
Como... El viento que ya no vuela. La luz y la sombra desaparecen. Movimiento frío... Reposo tibio. ¡Dónde las aves y los peces duermen juntos!.
El espacio y el tiempo se unen. Porque la vida y la muerte son una!. Y no son lo que parecen. En la eternidad pura, que nadie conoce, ni imagina.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|
En la noche verde...
Me soñé soñándome desayunando noche, agria risa que descendía de la nube espinas, del placer de las campanas sordas grises, y el grito amarillo y ligero de las cavernas.
¡Dormí, siglos en pedazos, distintos al ojo, rojo, el aliento al esconderse de los bosques, débil sabiendo que los lagos lamen secos, los ecos ahogados por alfileres desnudos!.
¡Creí añejar las delirantes montañas, en las alas de los barriles de polvo! ¡Sinfonías de lágrimas bajo la tierra, y la sangre de las estrellas en el río!.
Ya nadie sueña en los relámpagos violetas, de tigres, humo lloviendo como voces, sobre la vertical de los años mudos, vistiendo las tinieblas de manchas blancas.
Hubiera preferido devorar las brasas, como peces de maderas embriagantes, el ácido quemar de las ausencias sin fondo, seguir las mariposas decorando la tristeza.
Pero lloví demasiado en el pasado algodones, inermes las plumas furiosas de paja indefensa, en mis necias pesadillas de plástico emplomado, y acerando el huracán de los frenéticos gusanos.
Tal vez, la noche joven la red enrojecida arruye, el palpitar de la ceniza en el pálido sollozo, que lleva los moluscos al desayuno de las tardes, por las albas del verde amargo atardecer perdido.
Dicen que las serpientes hablan rectas dulces, en medio de los vidrios sembrando ebriedades, ocultándose las rodillas con el festín del fango, por el que se disipa la memoria del resto frágil.
Soñé que me soñaba la sangre seco y nocturno, en el verde de esa noche que la llave abría, los hoyos sin cesar de escoltar al éter frágil, en los dedos de las sillas hecho olvido.
¿Habré sido acaso el sueño atroz de un año, del ocaso desprendido del futuro suelto y roto, o los huesos del aliento perdido en la camiseta, del polvo que estalló en una lágrima humillada?.
Nada sé ahora del aire ciego sordo y mudo, de piel en el pesado abrigo del servil grupo, de la carne seca de los botones indiscreto, del festín en donde todo es cruel abuso llano.
Porque en la noche el rumor se acuesta casto, volviéndose verde vértigo vasallo vilipendioso, donde me dicen me sueñan por horas los gatos, verde joven verde coraje verde noche verde.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|
LAPSO ATEMPERADO
Tiempo donde el recuerdo con los colores alterna, un suave aroma de campanas por las nubes, que están siguiendo las claras huellas de los sueños, de los púdicos amores de incógnitos viajeros, en las pestañas de las noches, con sabor a décadas alegres, que aparecen a diferentes profundidades, como peces nadando por el cielo, y los remolinos del tacto tibio, que se cubre de olores brillantes en la diversidad de suspiros y latidos, liberando una descarga explosiva, en las profundidades de las grietas caprichosas del sentimiento. Y recordándolo la muerte cambia de traje y muda todo en polvo en horror del tumulto adentro con alfileres aquí, aquí y aquí de miedo negro allá y por allá rosa espera ondulando la fragancia paso a paso ciego deslumbrado lapso. ¡Atemperado después!.
Del brumoso pasado, y el incierto porvenir, con vuelo presto, con el dulce fruto en la hermosa cumbre, que nunca verá en la tierra, encerrada en las verdades del mundo ausente, por el boscaje umbrío de una serena mano, por las flamas caudalosas, y cúpulas de frío, enredando a las consciencias la razón vana de las protestas el primer cometa de breves días, de ritmos arrulladores, y el lenguaje denso de los pretéritos abrojos, ciego de afanes y amarga sonrisa.
Cronificada al descrucificarse por el fondo de la piel te sigo cerca te siento en todas partes te rompo con los días donde vayas viviendo me encuentras acompañándote muriéndote separado del reloj temible... ¡Al recrucificar el instante perdido!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|
PARTIDOS INFAMES
Cimbran la cumbre del cántaro, bajo el palmar de la roja escotilla, y el recinto de paz y aliento, en el cajón de la luna lenta.
Quiebran la lumbre sin cuernos, al anzuelo ligero de la huida, la red que sostiene viento y agua, en el campo sangrar de la espina.
Vuelan el rojo aguacero, los vibrantes galantes reptiles, la membrana raída de los polvos, la flecha espiral del hielo en la flama.
Con las camas del suelo y del cielo, cultivan las piedras porosas de trapo, y aturden graciosos las perlas y peces, buscando la dulzura tibia de su cuna perdida.
Es por el rojo doliente, rojo con un camello con una silla despierta, donde los bosques de espinas saltan despacio, y corren insomnes las esperanzas yertas.
Ya caminan los campos tuertos, arriba del lunar de la verde mejilla, y el recuerdo de nuez y cepillo. en el arado de la espuma seca.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|
JUSTA PANTOMIMA
Porqué delinquió primero la oruga...
Una flor buscaba la cuchara, y encontró un jardín hambriento.
En eso que hubieren delinquido del polvo.
Una fuente buscaba el vientre, y encontró un diente seco.
Aunque delincan los peces del anzuelo.
Una paz buscaba la noche, y encontró un sol muerto.
¡Porque delinquiésemos si no mintiésemos!.
_____________*****____________
¡Pantomima justa pantomima!.
En las fisuras del eco acuoso, es el hielo inocente puro frío, hilo de perlas en las praderas, es el fuego el mismo culpable, en las figuras mudas mancas.
¡Allá donde delinquiría aún la última nube!. ¡Sí, sí...En un solo... Sí, sí!.
¡Delinquid con la verdad en justa respuesta!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|
C.A.M.P.I.R.A.N.O.
Habla con el paso, ligero cerca del río, muy cerca, los peces pescan alegres, bajo el azul claro y fresco en la corriente, rodeando las rocas junto al árbol.
La cabellera castaña y dorada ondeaba dulcemente sobre el joven, viento. lentamente. ¡Escucha, escucha!. Se decía en silencio, entre la sombra.
Campirano, viendo, crecer el tinte rosado, y encendido, oprimiendo al horizonte, unas nubes verdosas. Esa tarde viendo y sintiéndola tibia.
La mirada se ocultaba, en la madriguera, perdida del tiempo habitada, entre una obscuridad olvidada, cuando aparecía una aureola cobijando, las nuevas hojas.
¡Hojas, sí, hojas!. De las copas en el corazón del bosque, lejano por la inquietud de los ruidos, en las ramas de unas aves con su canto ligero.
En las alas de sus cantos permanecían, taciturnas, y con aire de ensueño, que de cuando en vez se interrumpía, de forma estridente. ¡Melodiosa cercana!.
A lo lejos, más allá, de la llanura, las sombras, con las manos cruzadas, sobre las rodillas, en las nubes caían resignadas.
Unas graciosas palmeras, refrescaban, la mirada en las cúpulas a ocho kilómetros, en la distancia de confines dulces, con esas alisaduras de antaño.
Y él seguía. Ahí. Recordándose. Bajo el columpio.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|