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INDESCIFRABLEMENTE (Polipoesía)
Se cura del honor la herida. Ida/y…dá. La verdad profunda. La desconocida. Brillante opacidad=justo silencio. Quién. ¿Quí…qui?... No es tan… Cu cu. Insonoro afónico esculpe inculpado. Al sahumar salaz salivazo saltimbanqui. S-a-t-i-s-f-e-c-h-o... Horrísono fragoso.
Errátil esbeltez Dela...Dela... prudencia con calma consonancia conspicua consternada conspiración y chispa… Con con…Poco…Coco.
Donde tocan melodías malhadadas maleables. De blablar de murmur de gar gar. Los peces se ocultan dulces dislocados dislates. Encorsetados encopetados encubridores… ¡Hey!. Zaheridor zaino zalamera zalagarda zambra. Za-za que za-za… Sicalíptico y elíptico. ¡Tico-tico!.
Y sonrientes en las profundidades… ¡Plas…plas!. Plácidas plagas plagian… Pletórica pobretería del seso. Exo-exo… Dixen-dixen… Exto es texta… Texto a texto. Exto ex texta… Y extexta es. Sososolo el pescador como símbolo Simpático silvestre… ¡Sí…sí…sí!. Salado alado ralo ruge. Ru-ru-ru.
Llaves... Ya vas... Dale soso/zopenco y al… Estorbo escarba… Del tardo trueno raspa rayano. ¡Ah!...¡Eh!...Kikirikí…Cucara-mácara… Yo no fui. Y colorín…C-O-L-O-R-A-D-O... La. V.I.D.A. no/no/no E.S.A.S.I.
El ósculo ha de sacarlo fuera volando en violines, del agua. Guá-guá…¡Wow!.
Con el fieltro fiero fiasco fisgón flagrante. ¡Oh!...Fí-fí… ¡Oh!...Fo-fó… Bodrio/bolonio. De la pluma. Plus pliegue plañidera. Pu-pu-pi-pi… Pus pinto… Del cus-cus… El ave la tinta la mano el papel. Absceso barrabasada carcoma decolorada enzarzada fluctuación mimosa mirtífica misántropa…
Mi mí… Múa múa… Bóbo…Bobó. Del verbo ardiente. Mu/mú/ela/ela. Serena luz. Iluso. Zigzag del zipizape.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Información útil es... https://es.wikipedia.org/wiki/Polipoes%C3%ADa También... http://www.altamiracave.com/polipoes.htm
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Poeta
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SOBERBIA SOLEMNIDAD (Neosurrealista)
Ya vienen por el vientre de siempre. Con el árbol de cada día. Cuando alzan al desdén como baluarte. Como aguas tranquilas y azulosas. tejiendo las brumas y las nieblas. con armonía. ¡Qué hiela la memoria y los fantasmas!.
A pesar de la esperanza en el cultivo de las balas, y el incremento en la producción de huesos, que ejercen sin duda alguna, un cierto atractivo sobre los depredadores de las monedas, que no tienen la libertad de determinarse por la proscripción suave, y el acerbo llanto de la lluvia que dialoga con los pianos, que mueren perseguidos por el mármol dulce, en el torrente torturado por la fatal potencia, donde falta la consciencia de su especie, cuando el edema les llega a los pulmones, y confunden el efecto con las causas que provocan, que los separan de todos los metales orgullosos, en el borde ciego del abismo melancólico, de frenéticas ráfagas e incandescentes rayos, que gustan mucho de las fotografías, que cruzan el río en el mismo punto de tierras emergidas.
La tragedia, no se debe sólo a la felicidad de las arañas, ni a la fuerza absorbente del apetito impedido, junto con la indiferencia de la nieve, y el desprecio del papel encerado, más allá de la pureza artificial de la angustia inesperada, que corre por cada nube, y se le ve en la evasión pasiva del teclado inadaptado.
En estos caminos vertiginosos, existen otras razones, menos azules, que si bien incrementan la debilidad de las verduras, no dejan de ser los sentimientos que se empeñan en soñar comprando hermosos vestidos, para la tristeza con la botella de leche en la boca, y los viejos caprichos y deseos, por la desesperanza de la mano que intenta consolidarse, en la intimidad de un saludo, ligado a la interferencia de los hilos de la trama, que hiere a los agravios de los anhelos.
Hasta hace poco, no se hicieron los estudios de los determinantes de la altiplanicie, como el factor más eficaz en la observación participante de los rincones, que a su vez paralizan el amarillo, que se refugia en la inercia del rojo por las calles, y los cielos temerosos e irrefrenables del aceite en biberones. Es difícil encontrar estadísticas honestas y sinceras, que consuman sólo números en gotas, con la etiqueta mortal del hambre falsa, y el rostro impregnado de piedad diminuta, con la placidez asombrosa de las campanas, que dan mayor certeza al análisis de la catarsis, sin intentar disgregar el cuerpo, con la humedad del aire de los escapes radioactivos, en los embalses y pantanos, con el alto poder de disuación de las pasiones destructivas.
Esto puede ocurrir, en las cómodas metrópolis de nueces, con la omnipotencia narcisista de las fresas, y la mortalidad reducida de las tuercas, cuando los tornillos marginados se vuelven enemigos de las tijeras. Aunque las pruebas en el agua son un paso indispensable, los jabones no ven la razón que les asiste, y en muchos casos los miligramos protestan, como si fueran litros, más allá de diez kilómetros, tan ligeros y menudos que parecieran ser hombres, desesperadamente buscando la mano sobrehumana, que indaga sobre los dolores de los cocoteros verdosos, que derraman sus consuelos, en la escala ilusionada de las enredaderas, con los rigores del olvido más reciente, que se inclina por el ocaso pertinaz.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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B.A.T.A.H.O.L.A.S...
En los lejos esconder de maremotos. La lluvia se agazapa en gotitas breves. Porque una sirena enfría las nieves del verano. Del sol desconocido de la penumbra barba. En la fragancia florida cien miradas.
¡Bataholas!. De la brisa. Que delata, cartones, las arenas, transparente. La serpiente expectante aristocrática culpa. Al verso qué dibuja poetas inexistentes. ¡Solo sueños de letras!.
¡Bataholas!. De quien hizo la vida miles de mortandades y ahora huye dulce. En la sed excelsa del madero insigne arcano fúnebre y patético. En el odio apasionado del volar girando cuadrados y rectángulos. En la tentativa que disminuye inhabitable lo incólume del vicio.
¡Bataholas!. Al interrogante enredando años ilustres de la roja opresión impía. En la desesperación incorrecta que muerde delirantes las arterias. Del torbellino donde las moscas dejan las tristes añoranzas grises. Por los sueños de los ingenuos lagos de confines inmortales cafés.
¡Bataholas!. Suspendidas de las sombras claras, con lo onírico, del financiar vano. La ingrata esperanza de las ventanas extintas, figuras del mirarse. En la memoria que se pierde en el prefacio mismo, obediente desgarro. ¡Por la discrepancia del calor y el fuego, con el impulso del encaje azul!.
¡Ya nada queda de ésto... Ni batas, ni holas, bateando olas!. En la luz nacida del agua libre el hielo viejo, forja un nuevo frío. Al mismo tiempo que al sueño visible del cincelar pared ruinosa. En el hotel de los espejos, hay aviones del arrebato al inclinarse. Por el arte de los años del papel rugoso, del temblar el falso enjambre.
¡No, ni holas, ni batas, solo ratas y hojalatas!. Por la inspiración de las paredes al hervir, profundo estéril fugitivo. Por los techos huérfanos hechos de verde cielo, hilachas de porcelana. A cada rato, en la selva de páramos y caravanas, pinceladas de grana. Para la cunas hechas del desamparo, naturales de plásticos dormires.
¡Bataholas del ejemplo, cobarde, abominable, de arrogancia falaz!. Con toda la técnica verbal de la ignorancia, infinita del hueco pecho. En la suela del lecho, un camino, de sangre jinete aterciopelado es. Por todo el tiempo imprevisible, las espumas, irrevocables del fracaso. Del zapato recorrer cada deseo. ¡Bataholas y bataholas!. Claras.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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UNA VEZ EN OTOÑO...
Un hombre tejía el futuro De recuerdos muertos... De hojas de soles y nubes... ¡Campanas del silencio!. Violines azules... Alfombras violetas. Con el tiempo en las pestañas. Con el pasado verde memoria. ¡El futuro tejía con el sueño!.
Una vez amarillo. Nieve dorada en la piel. Una vez... Una noche... ¡Plata!. Hierro... Miel y lágrimas. Una vez... Una tarde... ¡Negra!. Olas... Campanas... ¡Vestido y esperanza!.
Sonrisas sinceras del niño. Tejía y tejía... Cada futuro... Un día. Un collar de tortugas... Flechas... Flamas. Un camino de caracoles... Velas... Abrigos. Tejía y tejía.... Cada tarde... ¡Noche!. Madera y cristal... ¡Hilo de infancia! .
Una vez raíz... Primaveras lejanas. Otra vez semilla... ¡Paja del tiempo!. Tal vez fruto... ¡Plumaje del ayer!. Tal vez manantial... Pueblo cercano.
Libro de la vida. Corazón... Papel... Tintas blancas. Arcoiris de la noche. Vestido de agujas. Roble... Acero... ¡Telas de invierno!. Una vez otoño... ¡Otra, primavera!.
Principio continuo. Eterno final. ¡Una vez sin mañana! Otra vez con la luna... ¡Tal vez un sol dormido!. ¡Tal vez un oasis perdido!.
Un hombre tejía hielos y fuego... En el otoño... Una concha... ¡Una vez!. Tejía y tejía cada sueño. En el otoño... Una isla... ¡Una vez!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez.
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Poeta
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