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ENJUTEZ LACAYESCA
Ya danzan ya caminan se acuestan en la punta más profunda dejando al dolor más dolor más olvido en el ápice raquítico al trébol cuatro hojas secas y a la paja pájaro sin alas entre la nube una caverna con escaleras sin peldaño.
¡Oh, daño amarillo rubio!. Baño de tumbas orgulloso.
Pero nada he visto sin mis ojos. En el alma se aprende a ser lo que tal vez no seremos ni aprendiendo a morir muriendo. Pues he visto a honrados hambrientos y tantas mujeres sin amar…
¡Como desparecen sin ser fantasmas en la soledad cerrada que abre a la cuerda cuerda!.
Cuando en la sombra discurren las verdades de la mentira pantalones impecables al servilismo viles estatuas estucadas de la mesa, en la masa de piedra.
¡Así el cuchillo rueda rápido! En seda, en corcho, frío eclipse, en su terrible embudo besando a la tierra desde dentro con las necesidades rituales olvidadas dejando perfumada con agua armaduras en el agua dura.
Nada sé de mi camisa con la fortaleza tierna carpintera de párpados cortos empujando al día con los relojes sin tiempo… ¡Qué nunca encontré desocupados! ¡Por eso… del manantial brota tanta sequía!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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Ensoberbecido (Ultraísta)
Allá el silencio dobló sus pantalones y el mar calienta el sueño de una oreja El ojo nace donde el plomo muere Callado como el hielo encadenado en la tarde seca bajo el zapato aletargando al especulo extraviado Como el puente se columpia en el techo masticado del cerillo un venado salta comprando miel en la espalda de la luna desnudándose Indomable al agua lavando aparatosa alabardilla lejana llenando la intemperancia con desolladura templada arriscando el escalofrío de pureza tan espuerta como nido engañoso anudando al pasado cada espera.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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D.I.S.G.U.S.T.A.D.O En el puente que un río salta, turbio y lento, y donde nada correcto, está, un pez dorado, por el sol deshidratado, que apaga la vela, del buque, un juguete, perdido anoche.
Renacuajos con uniforme señalan la salida; prohibiendo a los gusanos los arrastren junto al lodo, inquietos como palomas, contribuyen con carbón que muerden rancio.
Parados en los huesos, los burdeles desempleados, igualados con el polvo en su pantalón ríen, con poca gracia disfrazan los yerros, examinan los gatos y saludan excitados.
Y por el callejón estrecho al aire sienten, distraídos, los últimos murmullos de la tarde, lejana, una mariposa, dibuja un clavel en la mano del joven que lo piensa.
Así fue, descrito el punto, igual que una raya, encima del lago seco, en el eco alegre; el canto se repite, salado, el sudor, con la piel baila de espalda al lápiz.
Sobrecogido, un alacrán, se vuelve lágrima, en el árbol angustiado, del patio solo rugiendo día a día, más despacio por el piso desenfrenado entre la yerba.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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MANIATADOS PESARES
Por ser en el mundo, un muro magro, la soledad vacía, palpitando tierna, en la esquina, de dolores agrietados, por el rostro de la voz, violeta, y el corazón, de la falsa luz, balsa que desgarra, la fe forzada, por el premio, el perdón, y el castigo, del mismo polvo, devaluado e inconsciente.
Por la deshumanización, polémica del llanto, en los resortes de las ranas, que se oponen, al camello que contempla una ballena, en las noches de la palabra ingenua, y cándida, es la madera astuta, confundida con el plástico, encerrado en el regreso de las moscas ilustres, sentadas en la miseria, lo suficientemente seria, como flexible, es el impacto, que lo oculta, a diario.
Maniatados pesares están entre las cortinas, tejiendo las cándidas luciérnagas, con archipiélagos sonrientes, en el mármol mudo de miedo, de burbujas angustiadas, en la noche bajo la cama, del pantalón sorprendido abajo, y la camisa sobre el corpiño.
Maniatados pesares de la inocencia, cruda y dulce conjetura digna del espejo, de las preguntas que engendraron, y donde las respuestas murieron, entre camas solas, mesas tristes, migajas de hogares destrozados, en los aires ahogados, ausentes, por el bendito olvido, que se fabrica obligado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Por un momento
Se sintió con ánimo de no contestar con cordialidad extrema, lo hizo por defenderse arqueando la espalda para parecer más fuerte entre la gente arremolinándose en las esquinas de los pasillos por el patio lateral, en contacto con la otra realidad en su camisa de cuadros, como esos ojos del corazón que no ve el hambre de las mesas, el miedo de las cucharas en la angustia de los tenedores, y el parpadeo de los cuerpos mordidos por el espejo, contrayendo el aliento acelerado... Ven... ¡Vamos!.
Te invito a caminar por el olvido después de cerrar la puerta al sueño al filo de la memoria por el ancho cauce de las selvas, y sigue absorto al canto en su capa de herrumbre y pereza, descendiendo por la sesión de palabras vagas, en la crisis de las ausencias, que vuelven inesperadamente calmadas al conversar entre los extraños dentro de una esfera rara.
Llevaba en la mano el eco agrio del que intuye el propio goce, extraviado, arisco, que con guiños aviesos rinde todo a su afán, y tuvo razón al no decírmelo, y después de haber callado al extremo de escribir con humo azul al cielo gris, y de saltar al vacío, donde el fuego se había extinguido temblando.
Ya era ceniza y...
El cementerio se abrió bostezando la puerta más temprano que de costumbre, como nunca antes, en rígida actitud marcial decepcionado con un leve resplandor que sus amarras sacude, y rechina y se queja, del porqué, del cómo y cuándo, es austera la inteligencia, negligente la voluntad y su atención exasperante.
¡Es que no te cansas de morir!___Parecía decir, sintiéndose humillado hasta el último límite. Y todo por la razón de la sinrazón que vas penetrando en la íntima desazón como el barco que flota como un cetáceo muerto en la insomne conciencia del suplicio acallado, doliéndose en la alegría con el acorde suave de la pena. ¡Ni siquiera puedes disimular que ya no vives igual que siempre!.
No, amigo, no es cuento. Te digo que nunca lo ha sido. Ni mucho menos un truco. De esta suerte, al morir, desesperado te das cuenta que sigues viviendo, donde la ambición eterna hurta las horas en la sabrosa mentira del engaño, y tu yugo es el tiempo al que has quedado encadenado, reduciendo el círculo de los ojos que no ven el dolor de la calle y la pena del viento... ¿Qué sucede?. ¿Qué no hay renovación?. Día tras día subsiste el problema, año tras año, pero cuando eso llega, desaparece la confusión, y se encuentra un sentido distinto.
Y no es cuento, no... Son los miles de ausentes. Los que han estado esperándonos desde hace décadas, donde hay un fin discontinuo que comulga con algo desconocido, por el deseo que trasciende la expresión verbal, que separa del mundo su llama vigilante y viva.
¡Bien lo dice la leyenda secreta, extraordinariamente desconocida!.
Nadie tiene derecho a torturar a los muertos, pues sus hijos vendrán a pedir cuentas de alguna forma, y como las olas siembran el dulce, al mar en las horas ardientes, que agitaban aquel rostro por el viento con las señales de la vida arrastrado mortalmente. Y como los sutiles filtros invaden un dulce sueño, la realidad aguarda temblando en el pozo desnudo, sin otra protección que las espumas de las llanuras.
Yo no sé si era valiente, o quería serlo desde entonces, como si el cuerpo fuera una madeja en los límites del cardúmen conformando un émbolo devorable contra los merodeadores del instinto con arrugas, buscando hacer ganancias con la insistencia auxiliar de la incultura, sepulcro vivo de los mínimos esfuerzos, del ser genuino humano. De hecho, la obsesión es legendaria, y el ingenio de algunos de éstos métodos y dispositivos, aunque parezcan anticuados, es asombroso.
Caminaba reflexionando en la nada, como el núcleo de importancia prima, y donde todo sucede con el tiempo. Con la negra aurora, y en la amarga condición de esclavo. Algo que en los versos vibra como verdes hojas, de un proscrito infeliz, soñando el tesoro desterrado, con la mano indiferente del destino, del esfuerzo incesante que se encierra en sí mismo. ¡Concentrado!... Pensó en el cero, como amuleto de los hechos físicos, y matemáticos. ¡El opuesto exacto de la nada, intentando capturar sus efímeras imágenes, y sus impresiones subjetivas!.
Por un momento. ¡Sí por un momento solo!. Uno solo. En la atmósfera introspectiva, y con la suficiente resistencia, pueden soportarse los más rigurosos inviernos ovoides, cónicos, entre las formaciones de nubes de polillas, devorando especies exóticas de anhelos olvidados entre los dramas celestiales, y la pureza abstracta despiadadamente falsificada. ¡Sí, donde no se necesita comprar nada para participar!. Donde el corazón, una mañana se empapa por el vuelo de la esperanza de un simple mortal que leyó su astral congoja.
Pensaba y pensaba... ¡Al menos así lo creía!. Durante la existencia, hay algo activo, latente, como el aroma ancestral de la infancia que restringe el flujo de corriente, y también donde se define el vacío del ser, como semiconductor usado principalmente como rectificador del dolor sólido en una superficie plana para darle un efecto tridimensional, que se disocia en cualquier instante, y cuyos resultados dependen de que ocurra o no, un determinado evento del contrato vital, en el fondo existencial aleatorio.
Y en realidad así lo fue... ¡Por un momento!. Como la hoja que se desliza por un pedazo de olvido, nutriendo al cementerio, en la luminosa cabellera del éter en su infinitesimal ardiente carruaje. Y por el término latín... ¨Alea¨... Que significa suerte, al caer en el espacio imposible.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Marcha fúnebre de una Marionnette __José María Eguren Poeta del Perú (1874-1942)
Fué también fotógrafo y acuarelista. Publicó algunos libros como: Simbólicas (1911) Sombras (1929) Canción de Figuras (1916).
Marcha fúnebre de una Marionnette
Suena trompa del infante con aguda melodía... La farándula ha llegado a la reina Fantasía; Y en las luces otoñales se levanta plañidera La carroza plañidera.
Pasan luego, a la sordina, peregrinos y lacayos Y con sus caparazones los acéfalos caballos; Van azul melancolía La muñeca. ¡No hagáis ruido!; Se diría, se diría Que la pobre se ha dormido.
Vienen túmidos y erguidos palaciegos borgoñones Y los siguen arlequines con estrechos pantalones. Ya monótona en litera Va la reina de madera; Y Paquita siente anhelo de reír y de bailar, Flotó breve la cadencia de la murria y la añoranza; Suena el pífano campestre con los aires de la danza.
¡Pobre, pobre marionnette que la van a sepultar! Con silente poesía Va un grotesco Rey de Hungría Y los siguen los alanos; Así toda la jauría Con los viejos cortesanos. Y en tristor a la distancia Vuelan goces de la infancia, Los amores incipientes, los que nunca han de durar.
¡Pobrecita la muñeca que la van a sepultar! Melancólico el zorcico se prolonga en la mañana, La penumbra se difunde por el monte y la llanura, Marionnette deliciosa va a llegar a la temprana sepultura.
En la trocha aúlla el lobo Cuando gime el melodioso paro bobo. Tembló el cuerno de la infancia con aguda melodía Y la dicha tempranera a la tumba llega ahora Con funesta poesía Y Paquita danza y llora.
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Poeta
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ANOCHECER ENAMORADO
Al ramaje del rodaje. Ramaje Del Rodaje. ¡Luna a luna!. El sol duerme latiendo. Las mil palabras en una noche. Anochecer. Enamorado. Crepitando las vigilias regando. De sirenas por las calles. Del cortejo inextinguible. Adueñado. Enamorado. Anochecer.
Qué. Acoge al fuego sus cenizas. Los pinceles asfaltados letra a letra. ¡Cuando brota lo qué acuna!. Y las mesas sobrevuelan, meses, días, horas. En la contracción de los derrumbes. A veces, aves, peces, plumas, vuelos, ríos. Por los años fugaces, arriba, abajo, chimeneas. Y otras. La insolencia volando al fondo. Falda, pantalón, volcán y cataratas. ¡Por el ósculo rompiente oleaje!.
Punta amarga alba. Anochecer. Enamorado. Por la frescura del mirlo espigas. ¡Sonata del insomnio en descampado!. ¡Oh, sí!. Las espinas entre preguntas. Las costillas atadas de la aurora brotan. Duermen... Unas tantas veces, a veces, vuelan. Duermen... Al cristal de luto espectro, dulce.
¡Enhiesto!. Enlunada imaginación oleosa. ¡Rosada!. Por el espejo. Invisible al gesto inscribe absurdo. ¡Del cuello a las rodillas!. De la luz al desandarse. ¡Los recuerdos mecen almohadas!. Un poco, equivocación, condescendiente, un poco. Porqué así es. ¡Si qué sí!. A veces, vuelo. ¡En el fuego qué se derrama!. Y... ¡Qué heridas muerden al humo!. Volcánicas transparencias. Enroscado al perdón en trance. Por las paredes carnosas, las médulas amasa.
De La Piedra El Corazón Porqué. El piso cómplice solo observa. La cara devorando.
Anochecer en una noche enamorado. Entre los deseos baratos abovedados. Las mil palabras suenan vanas imágenes absortas. ¡De sirenas y sonatas!. Alas, rodillas, transparencias, almohadas. ¡Qué se derraman, qué se derraman!. Del fuego oleajes a veces los paisajes del ramaje.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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DESMIGAJADO CARMESÍ
En la eternidad obscura de un aljibe. Frei, livre, libero. Estaba la tarde enredando arañas. ¡Desolada encrucijada!. Gebet, preghiera, priére, prayer. En el paulatino firmamento. Que dice y dice... ¡Qué fuere amado en la morada!. En el encino lleno de patio franco. ¡Dónde la vigilia misma duerme!. Carmesí. Desmigajado. Originale, ursprünglich. Acostumbrado. En las luciérnagas insomnes pantalones, expertos en el suelo de las horas tímidas, sentadas en la roca bajo la cama.
Desmigajado. En la materia del tumulto despreocupado. Staub, poeira, dust, poussiére. En la eternidad desesperada. ¡Dónde fueren amadas las espadas!. ¡Dónde las playas calmas muerden!. Carmesí. Lo que hubiere sido un desnudo eco. Horloger, orologiaio, Uhrmacher. En el recuerdo ávido acallado. ¡Desmigajado carmesí!.
En la obscura eternidad del vano espejo. Insulso despilfarrar derrumbes. Al neurótico juguete amordazado. Claudicar del atrio alcantarilla. Eyecup, Augenspülglas, occhiera, oeillére. Entre una vieja almohada. Como... Si hubiésemos sido soñados. Por el tapete con rabia. Como... Si hubiesen sido nacidos. Entre los lirios a plazos.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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MEMORIAS DEL HUMO...
Serán. Los diez. Y siete serenos. Pasados campaneando. Marinos basureros desmemoriados. Humo, vapor, ruinas inhumanas del. cuerpo solo carne plástica y tarjetera.
En. Las. Memorias de los mares. Van cadavéricas espumas. Aves y reptiles de los bolsillos. Con los grillos pillos bandoleros. ¡Entre las olas sentadas y sedientas!.
Del humo, humanos del ayer, memorias perdidas, fuego seco del vientre hueco. ¡Palabras!.
Siguen Luego... Las olas sedientas y sentadas, y qué...A lo lejos, el mar aislado. Del mar observan, ojos nublados, pestañas, espumosas de las arenas enloquecidamente blancas. Allá Por El caminar de un lugar nublado. De un sitio a otro. De un cangrejo. ¡Enamorado de medusa!. (Sin la blusa de siempre).
Humo,en la memoria que fue. Agua del vapor enrojecido. Palabras, palabras, de las urnas, de los panteones y hambrientos ignorantes, últimos engendros de lagartos abortados.
Las olas desnudas. Sin Blusas Del Desierto Ceden. Del sedoso pantalón. Un zapato, campanea por los rincones. ¡La sonrisa muerta del mañana!. ¡La ternura destazada!. ¡La esperanza sepultada!. Una mañana, que no será nunca la misma. Por las lágrimas de tanta tarde. ¡Noche y día lunático!.
Del sol de los infiernos en el corazón del hombre, guarismo representante inútil nuez fingida, veleidosa patraña catacaldos lapsus lúgubre agrio, escarabajo prepotente el cielo sospechoso oculto, oropel de la estupidez humana y asesina franca.
Memoria en la demencia. Banco y mesa de las venas vanas lenguas. Familiar de los gusanos, amor de lápida. Amor de bala y bayoneta, de inocencias cultivadas. En los suelos entrañas de tierras y de olvidos. En la tierra voluptuosa verde brisa, azul infierno. Y En Las playas, nevadas, pudorosas y abatidas.
Una memoria de concha. Mil conchas. Del humo. Humano, ya nada queda, solo historia. Vergüenza de los miles de millones de mensajes. De catastrófico vacío del escritorio.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ENCRIPTADO... ¡Palpitar!
¡Oh!___ Bellas, asonancias. ¡Oh!___ Arrítmicas alegrías.
Al Pié de cuatro heliotropos la quemadura del corazón... ¡ Es albergue reconfortar...! del pantalón, octubre ahogado por diciembres con el acre r.u.m.o.r... de barro Crudo...
Con El Fermentar del retorcido nácar azucarado...
¡Una catarata, de marismas, tropeles ácidos!
Burlada la cansada Luz del cuerpo Encarnando con celeridad Tormentas arrodilladas Sentimientos mordidos ¡Sin concesión! Con el cesar inutilizados... La Inútil perfección atravesada La La temblo... Rrrosa mueeeca en Arcilla, ya, ya... La mesa, gris, harapienta, de La caricia...
Es... ¡Esta!... ¿Esa, aquélla? Está Cremosa la encriptada flama seca En La... Horrenda memoria, calcinada Casi yeso, desmemoriadosamente... ¡De los heliotropos! Cuatro, albos, obscurecidos soles solos Entre obscuros también, rumores ardorosamente Resquebrajando Restándose el latir de cada palpitación, Truene y truene, atormentado, turno Entre El pié crudo, absurdo entre la cripta... ¡Corazón de la ceniza!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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