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Campestre infancia lejana...
¿Éstá allá?, Si... Sí. Si en el fondo Último de las horas... Enrojecidas. ¡Cómo el desierto en una gota crece, después de cultivar los lagos en la leche del establo del relato!.
Campestre Infancia... Lejana, lejana, muchas veces, tan cercana e invisible a muchos.
Pero, no sin antes iluminarlas, estrellas en torno, mezcla de palomas, blancas, blancas, en cierta forma, raíz. ¡Raíz del aire!. De la mesa imagen almendrada. ¡Cada tarde al salir del ánfora!.
Infancia lejana. Infancia campestre, muchas veces, y cercana otras. Visible recuerdo.
Intentándolo como la manzana, muerde la transparencia, y de los labios, niños, juegan, con las nubes, y el rostro, por los tiempos, de la luna dulce viña. ¡En su mundo!.
Lejanía campestre. Lejanía de infancia. Tan cercana a veces, tal vez, en los sueños hay campanas y canciones.
¿Serán acaso ellos?. Los pequeños, los rincones, y sus murmullos, unos de papel multicolor, otros, dulces, como las pelotas, y las viejas canicas, en las frutas frescas, en los años. Adueñados. ¡Adueñados de las cosechas!. De la infancia lejana.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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EN UN PEDAZO DE PAPEL
En un pedazo de papel se abarata la vida. Cerezo el pecho mil ventanas quiebra. Enterrando el hambre de otro consuelo. Miel inviernos terrazas e infiernos. Con cada noche que teme su carrera. Recién nacidos paisajes, alfileres vendiendo. Años de suelo, llorando vulgares ensueños. ¡Tarántulas jinetes de cobres cabras!. ¡Ocurra lo que ocurra!. ¡Ocurra lo que ocurra, en un pedazo de papel!.
Lugares vacíos, sin brillo la mirada. Tiemblan espejos a lo lejos, pardos. Odios hipnóticos, bestias sin mezcla. Tocando apagados faroles. ¡Comedidos!. Sorprendidos. Entre diestros. Siniestros. Entre cortinas. Sombras. Entre cristales.
Diques intactos del eco, queja sin ayuda. Blancas estremecidas, las faldas, volcánicas. Un regalo de frente arrugada. Entierran de plata cada polvo. En el gozo de lo terrible, quitando la vida. Verde campana, roja cien veces. En el altar quedaron los sueños enredados. Azul eco, de tonos erizados peces. ¡Mudos desvelos con ojos ansiosos!. ¡Donde relucientes muerden sus colas!.
En un pedazo de papel, en un pedazo de papel. ¡Donde panderos fruncen la gaita!. Negros destinos, canción del olvido. ¡Qué larga fatiga, susurran las paredes!. Nidos de breves instantes. Palabras de puerta en puerta. ¡Del uno tras otro, cara a cara!. Horizonte sin vida, rígida espera. ¡Donde pasan las horas punzantes!. Y los jardines doblan las sombras.
En un pedazo de papel se abarata la vida. En el nuevo mundo del miedo, de túnica blanca. Y ufano degüella palomas, claros lirios. ¡Sobre holocausto que se repite!. Pétalos de acacia. Un adiós para siempre.. ¡Ave del gran osario!. En un pedazo que al ser abrasa. En la madrugada de labios rojos. En el hambre, lacerada fértil. ¡Alimento de estúpidas cifras!. En un pedazo de papel se abarata la vida.
Óleos. Jardines encarnados. Terciopelos. ¡Deslumbran sin piedad!. Vespertinos. ¡Al inerme plasma!. Infames. Crepúsculos cactus. Virus. ¡Descarnadas agonías!.
Se abarata la vida. Se enriquece la muerte. En un pedazo de papel. Al arbusto labial, de todos los murmullos. ¡Más allá de monosílabos, brillan los insectos!. Amorosa conciliación de vegetales alambres. ¡Aglutinantes, erosiones, algebraicas!. ¡Perceptible conmoción apenas!. En un pedazo de papel. ¡Se abarata la vida, se enriquece la muerte!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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