Debajo hay demasiado
En la ciudad de grandes hojas
Llueven lóbregas paredes
Con el rostro de camino
Anochecido centinela, ladrido solitario
De grandes y soñolientos ojos
Llueven, llueven los mojados cementerios
¡Con el oro viejo!
¡Qué blanco se dibuja su camino!
Arboles del sueño a puños, puños, puños.
Pétalos medrosos de ocaso flecha
¡De bajos ojos!
Bajos
Ojos... Ojos.
En la ciudad qué llueven hoyos
Con las flores negras del campanario
En la punta de cada canario
¡El campo lleno de lamentos arañado!
El verdor que traspasó
El golpe seco y pálido de ayeres
¡Aldea de pájaros sin brillo!
Con el rostro de pañuelos
Con la tristeza de choza herida
Obscuro, el grillo asoma.
¡De bajos ojos!
Bajos
Ojos... Ojos.
Por el huerto golondrinas y acordeones
Llueven hojas, latidos, lóbregos alados
Con
El... Oro viejo... Y a los dioses
¡Perdonando clandestinos!
Intestinos
La falda sin tallo y sin raíz
Alimento
De las tiernas mentiras
¡Imposibles armaduras!... ¡Ojo, ojo!.
¡De bajos ojos!
Bajos
Ojos... Ojos
En la ciudad
De grandes ojos
¡Ojos de la hojas!
¡Hojas de los otoños!
Hay... Hay... ¡Demasiados!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez