Poemas :  Impronta de albañal
IMPRONTA DE ALBAÑAL

El sol de verde contiene
doce caminos de nieve
y nada espera de nadie
donde salen las liebres dormidas.

El sol, el sol se arrodilla
entre las ramas dispersas
buscando simples medusas
sapos y collares adornados.

El sol se fue y todos doblan los codos
porque las tumbas tiemblan cada día.

Más allá, muchedumbres de billetes agonizan,
desesperan y almidonan, nudos, desnudos.

Al entrar, los últimos descuidan los dedos
que nada tienen entre flojos dientes ,
y solo conocen el sudor del hambre,
entre los timbres iracundos.

La sal es elegida por espinas y eslabones
entre lúgubres mieles sin retoños.
Afuera los desiertos palpitan inquietos
como pájaros de barro apolillado
y el cuello del gemido sangre chupa.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas :  Enjutez lacayesca
ENJUTEZ LACAYESCA

Ya danzan ya caminan se acuestan
en la punta más profunda
dejando al dolor más dolor más olvido
en el ápice raquítico
al trébol cuatro hojas secas
y a la paja pájaro sin alas
entre la nube una caverna
con escaleras sin peldaño.

¡Oh, daño amarillo rubio!.
Baño de tumbas orgulloso.

Pero nada he visto sin mis ojos.
En el alma se aprende a ser
lo que tal vez no seremos
ni aprendiendo a morir muriendo.
Pues he visto a honrados hambrientos
y tantas mujeres sin amar…

¡Como desparecen sin ser fantasmas
en la soledad cerrada
que abre a la cuerda cuerda!.

Cuando en la sombra
discurren las verdades de la mentira
pantalones impecables al servilismo
viles estatuas estucadas
de la mesa, en la masa de piedra.

¡Así el cuchillo rueda rápido!
En seda, en corcho, frío eclipse,
en su terrible embudo
besando a la tierra desde dentro
con las necesidades rituales olvidadas
dejando perfumada con agua
armaduras en el agua dura.

Nada sé de mi camisa
con la fortaleza tierna
carpintera de párpados cortos
empujando al día
con los relojes sin tiempo…
¡Qué nunca encontré desocupados!
¡Por eso…
del manantial brota tanta sequía!.



Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
Poeta

Poemas :  EL ALTO VELERO
EL ALTO VELERO
__Salvatore Quasimodo ( Italia )
1901-1968.


Fué poeta y profesor de literatura, Premio Nobel de Literatura 1959. Esta es versión de : Carlo Fabretti. De ¨Nuevas Poesías ¨.


El alto velero

Cuando vinieron los pájaros a mover las hojas
de los árboles amargos junto a mi casa
(eran ciegos volátiles nocturnos
que horadaban sus nidos en las cortezas),
alcé la frente hacia la luna
y vi un alto velero.

Al borde de la isla el mar era sal;
y se había tendido la tierra y antiguas
conchas relucían pegadas a las rocas
en la rada de enanos limoneros.

Y le dije a mi amada, que en sí llevaba un hijo mío
y por él tenía siempre el mar en el alma:
«Estoy cansado de estas olas que baten
con ritmo de remos, y de las lechuzas
que imitan el lamento de los perros
cuando hay viento de luna en los cañaverales.
Quiero partir, quiero dejar esta isla.»
Y ella: «Querido, ya es tarde: quedémonos.»

Entonces me puse a contar lentamente
los vivos reflejos de agua marina
que el aire me traía a los ojos
desde la mole del alto velero.
Poeta

Poemas surrealistas :  Blasonado escarnio... (Experimental)
BLASONADO ESCARNIO

En la voz de los cabellos obligados.
Las corcheas se desencorchan.
Página a página, donde los párpados se cierran.
¡Corbeta esencia de copela!.
En las puertas prisioneras de los otoños.
¡Glauca gleba generosamente yerta!.
En la flor acariciante del turbante.
¡Del bureo buzamiento lleno!.
El

Rojo suelo techo sangre lecho frío.
Alicates sinuosos adinerados.
Almaradas alígeras claraboyas.

En
Los velos de lutos amarillos.
Pedestal de astricción y crasis.
¡Blasonado perjudicial!.

Del suspiro vilipendio, del inquietante abandono.

Por
El
Blasonado escarnio.
¡Van los ramilletes de nidos!.
Van
¡Los nidos en ramilletes!.
Van
¡Apuñalados, apiñados, acribillados!.

En la sonrisa de la corbata.
En la piel de la argamasa.
Van

Los rocíos verticales del abanico.
Los impávidos acordeones agrios.

Sembrados por las hachas de pájaros goteando.
Los estanques del pálido silencio. Y luego ríen.

Por el escarnio.
Blasonado.
Sin las pruebas imposibles.
Flagrante filamento.

¡Del subterráneo qué late sus vacíos!.
En la lengua de cuatro patas.

¡Al filo inmóvil de la cadena!.
¡Al sacrificio del precipicio!.
Guillotina en cada esquina, plomo en el aire.
Blasonado.
Escarnio.


¡Como ladran los huesos al vacío enredados!.
Que ya no tienen.
Ni al desamparo en su lecho.
Ni al árbol en su cuna.
Ni al sueño de lentejuelas.
Que ya no tienen.
Plegables frases, palabras plenas.
Años ningunos, inexistencias imperturbables.
¡Como enredados al vacío los huesos ladran!.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Poeta

Poemas :  RESUCITARÁN
Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde van?
¿Y en que lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

Nacen, y al punto traviesos
hallar la salida quieren;
¡pero como nacen presos,
se enferman pronto mis besos
y, apenas naces, se mueren!

En vano con raudo giro
éste a mis labios llegó.
Si lejos los tuyos miro . . .
¿sabes lo que es un suspiro?
¡Un beso que no se dio!

¡Que labios tan carceleros!
¡Con cadenas y cerrojos
los aprisionan severos,
y apenas los prisioneros
se me asoman a los ojos!

¡Pronto rompe la cadena
de tan injusta prisión,
y no mueran más de pena,
que ya está de besos llena
la tumba de mi corazón!

¿Qué son las bocas? Son nidos.
¿Y los besos? ¡Aves locas!
Por eso, apenas nacidos,
de sus nidos aburridos
salen buscando otras bocas.

¿Por qué en cárcel sepulcral
se trueca el nido del ave?
¿Por qué los tratas tan mal,
si tus labios de coral
son los que tienen la llave?

-Besos que apenas despiertos,
volar del nido queréis
a sus labios entreabiertos,
en vuestra tumba, mis muertos,
dice: ¡Resucitaréis!
Poeta

Poemas :  En la central camionera
La espera es monótona,
el calor, insoportable.
Una ruidosa y descolorida
televisión se ofrece como alternativa
de todos modos ignorada.
El lugar más bien luce vacío
y un tanto silencioso,
es martes y la cantidad de pasajeros
se reduce al mínimo.
La espera nos obliga a la inactividad,
luego al deseo de hacer algo
sin movernos de nuestro sitio,
contar baldosas,
mirar al barrendero,
analizar los pocos rostros
que nos rodean.
De repente dejamos de ver
y escuchamos lo extraordinario:
cantos entre los cables bajo
el techo de la central camionera,
pájaros cantando.
Una pandilla de cinco petirrojos
ha tomado el área superior
de las apagadas lámparas.
Uno gorjea como notificando
un descubrimiento;
otro contesta desafiante,
pide mesura.
De repente todos olvidan
la discusión
cuando una ráfaga de viento
les es propicia para el vuelo.
Poeta