Solía seducir como las ciudades que brillaban en las noches. Solía mentir como el espejo cínico y duro de la pared.
Una taza de café caliente entibia sus frías manos. Todavía cuelga de sus labios el te quiero efímero de ayer.
Caminará por las calles esperando algún llamado, alguna mirada hambrienta que se nutra con su ego.
Destellos cegadores y crueles de la fama que nunca llega. Una carta en sus manos, un nuevo amor equivocado.
Sólo su nombre en anuncios y un cuarto vacío de hotel. Unas copas con extraños, un cartel de "no molestar"
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Poeta
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