VETUSTEZ FUGAZ...
Porque la vejez ha vuelto a mí
más joven despidiéndose de las mañanas
cada noche confesando a las estrellas
que miran la sonrisa de los silencios
y cada adiós guardado en sus entradas
al raer la lentitud
al legrar la insensatez
al limar la impericia
al ocluir la ceguera.
¡Oh, estorbo esplendente!.
En esa tierna vejez
de los débiles caprichos
del soberbio vendaval
de los pálidos castaños
del desierto clandestino.
En esa descomunal prudencia.
Huidiza solidez.
Efímera expectante.
¡Breve réquiem!.
Porque la verde vejez se ha ido
quedando desesperada al nacer
con la tarde inacabada amarillenta
con el fuego andariego agonizante
que los ojos impiden ver
que la piel impide sentir
los colores menos indóciles
los sabores más flagelantes
¡Volátil siendo dúctil!.
El futuro impaciente
el dormir de la espera
del embeleso infausto
del celestial desencanto.
Bre
Ve
Ré
Quiem...
¡Oh, juvenil longevidad!.
Del lamento de los siglos digeridos.
Del olvido de los fracasos ignorados.
¡Oh, vetusta senda esfumada!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez