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No he podido cosechar lo que sembré Tal vez no sembré, nada para cosechar Olvidos que quedaron en el camino Recuerdos que vuelven a la memoria Sentidos ruidos, de silencios sordos Miradas turbias en cielos limpios.
Latidos en la piel, moribundas Espinas clavadas en el corazón Caminos que recorrí sin caminar Imágenes que soñé sin estar Vagabundo, en un mundo cruel Que huele a sangre, que huele a hiel.
Por Conrado Augusto Sehmsdorf (Kurt) [img width=300]https://sigmund-freud.wikispaces.com/file/view/freudiw1.jpg/178774485/freudiw1.jpg[/img]
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Poeta
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SIMBOLO Federico Bermúdez (Dominicano)
SIMBOLO (Soneto)
Aquel viejo enigmático y sereno, de tristes palideces marfilinas y miradas de dulce Nazareno, echóse a descansar bajo las ruinas... Y en el vasto silencio vespertino, tras un largo suspiro y un bostezo, cerráronse del sueño al hondo beso sus ojos de cansado peregrino... Cuando la tarde huyó triste y doliente, con la noche se entró por el oriente la luna, y al verter sus argentadas claridades silentes en las ruinas, bañó con sus miradas argentinas ¡dos míseras grandezas olvidadas.
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Poeta
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Al levantar mi dedo, noto que tu vestigio ya no está aquí, al igual que aquellas pupilas, las cuales, me forzaste a ver. ¿Qué reflejaban exactamente? ¿que eran lo que me dejaban ver? algo que no pude mirar, algo que no fue lo que pasó. Es el adiós, mi querida ninfa, mi viuda negra, la hora de partir, ha comenzado. ¿Acaso hice bien? Soledad, yo ya hice mi reserva, ya no puedo hacer nada. Es definitivo, la hora de partir llegó, adiós mi ninfa de la noche, adiós y hasta luego. Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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Percibí en el horizonte una tierna y bella mirada, de esas miradas que penetran el alma y enamoran. [img align=left width=300]http://3.bp.blogspot.com/-GFqHf57xQ4U/UOSjDv3B1iI/AAAAAAAACvk/pnB1AUCPOtQ/s1600/mirada.jpg[/img] Fue el destello de sus ojos quienes me advirtieron sobre su mirada, mirada fulminante que envilece y al corazón apresa. Bastó tan sólo una mirada para conocer su mundo y el mío, mundos opuestos unidos por el hechizo de cuatro luceros, que el divino Creador plantó en nosotros. Nuestras miradas ávidas de pasión, se entrecruzon entre la gente, fue un sublime momento, en que el mar rojo interno fluyó a mil por hora, sin olvidar nuestros agitados corazones, que con un poco de silencio hasta los vecinos serían testigos. La vi, me vio, quise devorarla y me correspondió, no tuve un minuto para ello, no tuve una hora, ni mucho menos un día, fue cuestión de segundos, para que esta angelical criatura se quedara a vivir en mi universo. Sin conocer ella mi destino, se cruzó por mi camino y frente a mi ventana descansa, mientras se llega la hora de partir, a dónde no sé, pero créanme que en verdad lo anhelo saber, para a sus brazos poder correr y decirle que tiene mi querer.
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POBRE ZOROLLO
(Experimental) Me dices, que no lo diga, cuando callas Y Me asomo a la inmensidad ágil Tan lentamente Como Estar lamentándose las araduras Blandas, en la seda blanca vuela un pez gris ¡Pobre zorollo!, me dices, verdeándome amarillar a medias yerto de las olas quietas, de los valles por la inútil riqueza condenado el fasto de otoño infausto. El pobre zorollo. En los espacios alados, en las nebulosas purificadas, en la profundidad de la memoria el pobre tallo de la escarcha, escucha. Con el alba de los lirios abanicos. Más la piedra del telar cosecha, escucha, me dices, ciego y sordo el aire corre bajo el mar discreto, es callar. Los collares Las arpas y laúdes paralizados En la profundidad, más elevada de los ecos llenos, El canto del zaguanete imaginaria decrepitud en descenso, en lo brazos, me dices, qué te diga mudo en muletas cada minuto transformándome fugaz leña.
En La Imagen del mañana impreciso En los bosques claros De las miradas discretas De las íntimas pobrezas. Zorollo del viejo campo
Al sol del techo colgante Quedan Los mayordomos hebras de miserias avenas y maizales del atrevimiento arriscamiento... Son Las Insatisfechas comprometidas convenciones En la botella un rodar de asfixias nulas Pobre zorollo En el camino de las hojas caídas Al decir, de la nube de la mano húmeda Antes de ser, cada párpado de brisa curiosa Pestañas de primordiales noches Las calles cabalgando los adoquines En las olas de tímidas paredes Al frente de la mirada Allá por el corazón del sonido extinto del abismo, del secreto evidente, en la punta, me dices que no lo diga. Pobre zorollo. Allá por el acortado tiempo, por el espejo amargo, por el abanico nuevo. Está tembloroso el perfume ¡Mil voces de la madera!. En los musgos profundos despertares del acero.
La tímida hierba ¡Recortando! Los corceles amarillos de las ciruelas. Me dices, pobre zorollo, que no lo diga, por las olas quietas ágil... Alba escarcha de los lirios en penuria. El campo solo suma un silencio más otro restando al pobre zorollo.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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BRILLANTE NOCTURNO... El mensaje. Del destino corre suave. En el paterno hábito. En el camino, absorto y sublime. Una noche aquí y allá. Se ve, girar precoz, bajo el pájaro inmortal, acariciando las promesas y los meses, las mesas de miradas y manjares.
Lo sé, con un poco, de cobijo por la espera, que se.... ¡Qué se esfuma, bajo una tela de espejos en la hierba, que tiene un aire, extraño!. ¡Con la música espinosa, y el reino fértil!. Fértil, fértil.
Fértil. ¡Qué sueña. algodonoso despertar, de pronto leyendo!. La historia que late, bajo el polvo, dorado en la memoria, encrucijada, en la pulpa, transparente y solitaria, nube débil dentro, de las arenas, y los mensajes del futuro.
¡Qué regresa y corre suave, por el camino!. ¡Del destino, aquí y allá de noche!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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A veces, pienso como sería que mis manos supieran divagar por la calle veteada de dioses legibles, sin novedad entre los arcos del margen, en el espejo donde traspaso mi propia frente hasta perder el eco del alma en recintos secretos.
Recuerdo tu sexo, simplificado ante carambolas recientes y estruendos sonoros, evocando aquel rincón donde dormimos, tantas noches en diametrales abracadabras.
En el mundo de la salud perfecta, se reirían de la perspectiva que padezco, y encontrarían en el mismo abismo una queja bordando síncopes, arrancados de fronteras excesivas, cuando el amor y la carne inauguran la discordia de una conversación.
¿Quién me preguntó por mi palabra? Por el sentido instantáneo de lo eterno, lo mutable, en el encuentro de la despedida temporal.
Cavilando en esfuerzo, el torrente que adivino ofrece un lugar a la existencia, envuelta en clave de gesta, premonición planetaria.
Todo está alegre menos tu alegría y mi incertidumbre cojeando debajo del aliento.
Ignoro lo que será de ti si enfermas, y no puedas sanar con un beso.
Cuando te mire y no pueda curarte con los ojos.
Y, cuando los cirujanos te ausculten horas enteras, hasta que sus manos cesen los movimientos pautados y comiencen a jugar, a tientas, rozando tu piel, sus párpados científicos vibrarán, precisamente, en largos diagnósticos.
Dosis exactas, rigurosos análisis, pizarras tristes cruzarán miradas, como si más irreparable fuese morir de un modo u otro.
O, tal vez, civilizadamente.
¿Por qué no morir al sesgo del paso de los hombres, despareciendo?
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