POR EL DESTINO FUGAZ
En
La plomería enmadérala.
Esa humilde oculta intimidad.
De la belleza que se desteje,
y se complica, y se fuga.
Con la trémula obra del
destino, doliente, dañado.
Perdiéndose entre teclas inundado,
Y turbada la transparencia,
de los innumerables intentos.
Carentes de verdades impracticables,
artificiales distorsiones.
Mueren su muerte los alientos ligeros,
Entre los hábitos degenerados cometidos,
Y del vulgo el miedo no disminuye, ni...
se elimina, si se siembra y cultiva.
Amor, honor y compasión.
En caso contrario. ¡Oh, sí!
La
Herradura, enredadera, intimidad.
¡Vuela y escapa!
Evaporándose...
¡El destino de las manos!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez