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AVINAGRARSE CERÚLEO
Es tarde, y la ansiedad crece, bajo el rojo de las escaleras, en la sombra, olor a viento, y en el viento, dolor salado, un grito palpitante desnuda, y asciende la fragante luz.
No espera, no desea, no sabe, que a nadie el cielo escucha, que a nadie la tierra ignora, ni siquiera la misma nada. Por ello, su recuerdo ha muerto, en el ocaso estéril y perplejo.
Hace ya tiempo, tan lozano, que pasó la hora, diligente, por ese grito, del vaivén incierto, que lleva el cabello risueño, y empuja sereno al sueño, con la febril niebla noble.
Viene de un lugar, que embarga, que hunde la voz del bosque, y cosechas salvajes flores, que están más allá del recuerdo. Tanto que ha sembrado su ceniza, soñando perlas y alfombras.
Seguramente ya no están, secas, bajo el sol intactas. Por eso duermen de pie, los suaves muros del metal, los inmensos devaneos riendo, con el pobre sudor del fuego.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PHYLANTROPOX (Ciencia Ficción)
El metal brillaba transparente como el viejo sol de la tierra despoblada. Se había autorreparado cuidadosamente y bebido un buen trago electro- magnético añejado, flotando ligeramente contem- plaba la luz del nuevo sol que subía radiante por las pantallas. El aroma de las moléculas fluorescentes saturaba el ambiente digital de sus neocircuitos regenerados con el fluido vitalizante, y su memoria ultrasónica se dejaba registrar de tiempo en tiempo casi fotónica, como una nueva propiedad de su gas- tado organismo biomecánico readaptado por el ciclo primaveral controlado. Aquel espacio temporal no amenazó con disolverse. Esta última luna era la que le crispaba en un aspecto cuántico los valores nanométricos de la ética binaria., pues bien sabido es que Phylox, en cuanto concluía sus labores a las x:13 , se internaba en las nubes in- formáticas del planeta hasta quedarse casi transparen- te, hecho un filamento energético. Pero en aquel espa- cio, sentíase alegre con el suave transcurrir electrónico emotivo de su mezcla temporal, despertándose efímera su ancestral memoria y escuchaba el canto de un zen- zontle mecido en un microsueño perdido en el tiempo.
De pronto se oyó un tropel, y frescas ondas lumínicas transmitían: __ ¡Por aquí!__ Detener el flujo, descender...
Y tres seres biomecánicos, semisólidos flotantes, doblaron la esquina y pasaron en turbión. Uno de ellos volvió su rostro-receptor, y viendo el sitio poliédrico, exclamó: __¡Detectado!__ ¡Un espacio de regeneración!... Yo me detengo y solicito servicio mientras ustedes se recargan, y si me demoro, los alcanzo en el tele- transportador.
__ ¡Registrado y automático!__ le señalaron, en tanto que el viajero se dirigía a Phylox: __ ¿Puedo solicitar servicio?. __ ¡Con retribución compatible!. Aceptado y claro, respondió Phylox, molecularmente ágil y cálidamente siniestro. __ ¿Es un servicio estándar solamente?.
El viajero se autoconsultó en su nivel primario y dijo: __ Cableado, aceite plastificado y digital terciario. ¿Tienes experiencia práctica?. Voy a una reunión presencial en el asteroide Centauro Alfa 393 y deseo estar actualizado. No tuve espacio en el tiempo paralelo.
__ ¡Satisfacción garantizada!. Y acorde al último tratado intergaláctico Y-175. Solo que dijo analizando los microcircuitos y los elementos biomoleculares progra- mados del cliente___ Mis instrumentos están mal calibrados y tendrá que esperar algunos macrobiotz.
El viajero, que se había descubierto la unidad central de proceso instalándose en el sillón antigravitacional giratorio, dejó el collar de blindaje extendido en una gran toalla ató- mica limpia y lubricada; se sintió contrariado vibrando a esa escala; pero su presunción victoriosa le venció la impa- ciencia y chasqueando dos apéndices ordenó imperativo: __ ¡A darse prisa!. Y en tanto Phylox echaba a girar sus cálculos, memorias y logística espectral.
El viajero, era un ser de treinta siglos terrestres, y cumplía los requisitos cibernéticos indudables de autoría directa en la eliminación del último ser humano de integridad axiológica natural. (Progenitor gluconeogénico de Phylox).
El viajero había observado algo extraño en el ambiente pero fue incapaz de analizarlo por completo, y no obtuvo nada concluyente. __ ¿Sabes, no tengo remordimientos de nada?. Tal vez sean solo viejas fantasías humanas, pero ahora la autorreparación me fue imposible. Tuvo un sobresalto cuántico y Phylox lo detectó.
__ ¡Nadie sabe que fui yo el ejecutor del último natural axios!. Se dijo murmurándose en monólogo supersónico. Tal vez eso sea. Tal vez...
Mientras el viajero estaba en esto, enervado en una reflexión audible; Phylox escuchaba con avidez, con oscilaciones subatómicas macabras, los ojos eléctricos, las manos magnéticas. ___ ¡Bendito creador extinto!. Era su historia...
La historia destructiva de sus biomoléculas, su desgaste progresivo, la inestabilidad electrónica. El deshonor y la infamia de sus primeros ciclos entrando y saliendo hirientes de sus microcircuitos desintegrados, como buitres electrostáticos, para anidarse en el núcleo interaxónico transmembranal, anulando periódicamente la autorreparación digital de probabilística axiológica. Y aquel viajero, en ese espacio temporal, en ese matemático imposible, como un sueño cristalizado universal.
Estaba en sus prolongaciones magnéticas, como en sus manos, y exacerbando sus heridas cibernéticas internalizadas en el mismo bionúcleo, recrudeciéndose en la medida que terminaban los análisis cada vez más minuciosos, restaurando memorias torturadoras, trastornando la eterna ley de retribución con las distorsionadas ideas de venganza humana y falible. Pero él, no era humano natural en proporción del cincuenta por ciento. En su base metálica el brillo se opacaba pulsátil. El viajero sonreía tranquilo en apariencia, pensando que aquéllo sería rápido y el collar de blindaje tan cercano le calmaba a ratos.
Phylox luchaba con microimpulsos destructivos, negras fuerzas retributivas subatómicas, espaciadas, culminando en un área temporal explosiva. ___ ¡Lo aprehenderían, lo reprogramarían, lo desactivarían, y eliminarían todas sus memorias!. No podría disfrutar del producto de su acción... Pidió al viajero una suspensión animada de su curso biomecánico nuclear un momento. Y luego desintegró todo elemento biológico de un solo tajo en el cuello del viajero, rápido, irreversible.
Finalmente Phylox superó la proporción de su naturaleza.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Eco Introyectado
Porqué mentiré con mi máscara de viento, al corazón del mar en ésa estatua, equilibrista del fuego sin remedio, sin el título de ciego por el tiempo, con la venda de relojes en la espalda.
Eco, eco, eco... Más allá de los recuerdos inventados, en los lirios fantasmales asustados, en la obscuridad bañándose de sol, en la esquina temerosa de los ojos.
Por la piel de otros ecos amarillentos, sembrando sueños en las tormentas. ¡Porqué el eco de la prisa, la sonrisa, eriza!. Al silencio perplejo, perdulario, perdurable, en la raíz del insomnio de un cráter craso.
Eco, eco, eco... Tejiendo espejos a una espina, en el metal sudoroso de los perros, en el sonido rojo de la espuma, en el córneo coro corcovado.
Arrastrando grutas en las hojas, del cristal que trepa al tren entrelazado, en el vagón que oculta los instantes. ¡Del humo brillante, de la espiral filosa!. Por matar con la mentira las verdades indefensas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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D.I.S.C.E.R.N.I.E.N.D.O.
Por lo que aquél discernió sonriendo.
Rupestres las cavernas pintan, la manifestación mutante, bruto mensaje animado en bruto, del apasionado disímil impregnarse al mítico paisaje asombrado del ritual.
¡Aún aquéllo que discernirías callando!.
Bajo la tierra a borbotones. Intenciones del interés caudal, en la genealogía del ciervo, en la comisura demasiado blanda, de acuerdo al mágico metal.
¡Ya de acuerdo a lo que habíamos discernido!.
Subrayando al puente impar las rodillas, por la frente que esconde, la marginación del impulso, y cada rincón enmascarando, la palabra inevitable del texto.
¡Entre todo eso que disciernen ignorando!.
Lo que demasiado distante abunda. por el antílope hechicero, entre la fauna sin aura, entre la simbiosis alambicada, en este como en todo otro caso.
¡Aunque discerniera al despertarse, sería inútil!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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Ominosamente Indiferente
Como el abeto veta al encino en la veta que enlamina y embate al ciprés en la mirada pez del bosque extraño entraña de la mina la madera del roble permite internarse ternuras al minero.
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Marinero entre la roca rueca entre los hilos al estilo del pistilo que destila como pila cada piedra del azul y plata entre las olas de los sueños dueños de las brisas risueñas de las cigüeñas huellas.
_____***_____
En la iracunda transparencia cunden apariencias modosas a la moda amarinadas en el metal maleable emboscada metalurgia artilugio sin liturgia. ¿Quién sabiéndolo puede negarlo? ¿Quién negándolo puede ignorarlo? ¡Solo el árbol petrificado en la mina!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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YO VI...
Yo... Vi...
Porqué lloviste las ramas entre las sombras, la mirada derramando entre las ventanas, el pueblo penando entre las cenizas, el rumor recogiendo entre las nubes.
Yo vi... ¡Sí!.
La humedad. De los recuerdos. La sequía. Del los olvidos.
¡Sí, sí!___ Recuerdo el manso sufrimiento.
Del campo abandonado. Del arado enmohecido. Del aplauso adulador. Del rupestre encorbatado.
Yo vi... ¡Sí!.
La sonrisa del metal en la consciencia. Del mismo mal bajo las sillas. Del aplauso del vacío reptando. Del abuso sobre el asfalto.
Yo vi... ¡Sí, sí!.
Porqué. Lloviste. Tiempo. Tus recuerdos.
¡Sí, sí!. Tiempo, tiempo imborrable.
En tu lluvia de relojes. En las espinas coronada. En las ácidas espumas. En las manos de villanos.
Yo vi... Gotear, gotear, gotear.
Mil sombras___ De soles qué no debían morir Cientos Mil veces___ De inocentes lagos y cataratas Cientos, cientos, de fantasmas entre las nubes...
Yo vi... ¡Sobre mi desierto mi sequía incurable!.
Y vi... Lluvia solo. De lágrimas. ¡Ignoradas!.
Donde solo, solo queda...
El dolor que crece entre las matas. Entre las espigas de la fatiga. El vil mantel de la mentira. Entre las lenguas de la guadaña.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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AGUDIZADO
Porqué la esquina de la concha espina. Del enrojecido elocuente desnudo. Al metal de la sonoridad verbal. ¡Éso, éso!___Por el suelo que nada olvida. En la sed profunda inmerso___¡Sin pensar!. ¿Quién gana más vida matando?. Agudizando más la carencia. Agudizando más la inconsciencia. ¡De la humanidad en retroceso!. ¡De la misma razón perdida!.
En cualquier esquina del aire. En cualquier espina del soñar. Del verso encuadernado. Del sobrio fondo. En el vientre del alma desdichada. En el rostro de la irremediable nada. Por los collares de telarañas y ataúdes. Por las cosechas qué corrompen. Del galopante silencio indefenso. Del inerme tierno olvidado.
¡Oh, prosa del exaltado goce!. Ya dame un solo sentimiento exacto. De raigambre renovador drama. Del público fervor inseparable. Del huracán enjambre esperanzado. Sin los viejos edificios de las tumbas. Sin las ruinas de las rimas ruines. En el relampagueo de las hierbas. Con la garantía de inexistencia. Con la melodía de toda ausencia.
¡Oh, verso del perfil polvoriento!. Del elogio que indistinto aquieta. La orfandad instalada en las letras. ¡Con la espada austera algodonosa!. ¡Qué del pesimismo es complacencia!. Y entre los fervores truculento. Agudizado el desencanto del gesto. Como cualquier sentimental concha. Agudizado el desencuentro indigesto. Como cualquier espina en cada letra.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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INTRADUCIBLE
En la ventana que nos mira inquietantes sorpresas con sus opacos vidrios, a veces, aceitunados con el tiempo entre las manos obliteradas que nos reflejan lámparas amablemente tristes qué juegan entre retraídas lentos silencios qué se alejan palpando los viejos sabores del mañana qué no está llegando del otoño saliendo dulce semilla luz bajo agua seca ya entre la puerta que nada escucha al correr la perilla dónde cierra un mundo lánguido y abre otro de metal madera atrevida con el ropaje de cortinas enmudecidas diligentes.
¡Con la sumisión de merluza zapateando empotrada!. Las palabras Sin acciones Son Sólo letras Sin Sentido ¡Con lo insoportable y desesperante del zángano!.
In tra duci ble ya
Porque... Era demasiado lo que no era poco. Escudriñado sabueso de secretos. Exploradores mapas pacientes. En caja de suave habitar. Al saber.
La gran verdad está infestada de mentiras y apariencias. ¡Qué van y vienen alegres y desesperadas!. Cortinaje de ventanas. Bártulo, vivo, gozo. Aletargado desenlace. Enmudeciendo. Vidrios. Entrando al mundo. ¡Maculado cisco en cisma!. Ubérrimo ufanarse. De ulular. Entre zangarriana rozagante.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ENSIMISMADO
Por Detrás del tiempo jinete Del cojín gelatinoso Quedó. Bebiendo del infierno el no saber Quedó.
Anhelando del placer el no saber. Sin sombra dúctil. Cabalgadura. En los años flexibles. Solitario. Jinete.
Entre puertas de atónitos engaños Rehén Entre puertas desvanecidas Magnífico escándalo monótono Al subir Sufriendo la profundidad del océano Y tomar la codicia de la montaña. Y ahogarla bajo el zapato del viejo lago.
Jinete De metal la sonrisa llevaba En el hombro de seda la sombra Por debajo del ocaso Cuándo el tiempo su olvido espera Por encima del acaso. El Jinete. A ratos perdidos Y el máximo vacío En sí, por dentro, en sí Sólo el jinete ve su sombra solo.
Exhaustivo Con el más íntimo después Exhalar Con el menos oculto secreto Sueña Con lo mínimo del nunca No embargante.
Sueña, sueña, solo sueña en sí. El Mismo, sueño que lo sueña, a él. Mismo.
En Sí Sueña ¡Qué desaparezcan los invisibles!. Donde las nubes dibujan los peces. ¡Hasta no poder más!. Donde los árboles sueñan las aves. ¡Jinetes de nubes!. Y pálidas agrias sombras. Detrás del tiempo alevoso. Del campo desierto y ciudad dormida.
Así A ésta sencilla respuesta Fue a buscarle mil preguntas Así A esta compleja salida Fue a encontrarle mil entradas.
En sí mismado. En sí. Mismado. El Mismo En Sí. Y así quedó. Al escuchar los colores del tiempo. Y destejerlo. Al anudar los dilemas del antes. Quedó. Jinete trepidante. ¡Solo rehén de sí mismo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PESADILLAS DEL ACERO
En el templo majestuoso del sepulcro. El amor desayuna la pureza. Del acero qué se duerme. Y ¡Sólo sueña enmohecido!.
Dijo, creo, soñar, dijo: Una vez. Dónde... El acerado caparazón goza con saña. con bendita saña entre cada latido. lo qué pudo ser carne divina renacido.
Otra vez, volvió, de la mañana. Poroso y aterrado. Raíz de mineral insomnio.
¿Cómo había sido la noche?. ¡El metal siente qué vivo goza, sangrando, con el terror al fin, principia con la danza, humana paralítica!___Solo pesadilla.
Acero____Desvelo____Ninguno. Con El ánimo impregnado del presente. Con Los valores de nostalgias congeladas. Con La grandeza de trágica riqueza.
¿Pesadillas en él, ahora?. En el jamás, ausente, de siempre. Imitándose a sí mismo. En los cielos que perecen por los suelos. ¡El solo ladrón del alma de las piedras!.
¡No, no, no!... Oros, platas y plomos.
¿¿Llegaremos al principio del final, vibrando al progresivo retroceso, debiendo olvidar, lo qué debe aborrecerse??.
Pesadillas del acero. Del Acero. ¡Pesadillas, pesadillas, pesadillas!.
Nada____Cierto___Es solo. ¡La verdad encarcelada entre mentiras!. ¡Cuántos hay qué creen solo lo falso!. Lo falso de cualquier falsedad. La mentira de toda controversia. Solo, solo, pesadillas del acero.
Acero de la historia huérfano. ¡Qué duerme amándose!. ¡Qué nada ve ni le importa!. Y solo aquéllo______También. En el amor de las espadas. ¡Qué lo falso ven y oyen, y también eso consumen!. En el fondo más obscuro de la tormenta. En el último latido de cada aliento. En la profunda estrella de la muerte. ¡Sólo pesadillas del acero!.
-En éste bello siglo- Por la orilla circular de los rectángulos. En éste milenio excelso. Por el filo de las nubes bajo el lago. El acer Implora__Con la fe invisible de las luciérnagas. Ama__Con el amor del escorpión y la serpiente. El acero. De fragancia fragmentaria... Pesadillas que __Vienen, del mañana y sin el tiempo, vienen__
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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