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AL UNÍSONO VERSÁTIL
Nunca vengo, y ahora el cielo, extrañarme dice un sueño, no recuerdo ni mis pies, y sólo, el viento canta.
Acaparad la calma. Acabarla alarma. ¡Agasajad la paz! Al alma ablanda.
Nada sé. Me fui con mi pelo. Dando al agua mi sed. ¡Ella sola se humedece!. Mi traje de invierno espera.
Las alacranadas abrasan, acalambran agarbanzadas. Abarcarlas abarranca. Agarrarlas agarrafa.
Soy el mismo, no tengo dudas, las fabrico con el destino. ¡Que muere y continúa viviendo! En la mesa, la silla y la cuchara.
Alada alaba al alba. La abrava la abraza La aclama la aclara. Alargarla ala al alma.
En tanto la lluvia me viste, en pocos segundos amarillo, el sol la piel acaricia. Y estos ojos ven poco.
Adapta al alma. ¡Aclamad la calma!. Clama acatarla. ¡Al afamar la paz!.
Esperando la ventana mira, los zapatos descalzos con hambre, sueñan cada vez caminos, con el mar en cada labio.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Trapisondear urdemales (Neodadaísta)
Sobre la mesa que silenciosa expira, la huella y ella son funeral fallido, que la esperanza ha devorado amarga, enlagrimada túnica e indignación descarga, mordiendo al viento la indiferente tinta.
Nieve pura donde el silencio crece, metálicas fragancias de inexistencia absuelto, viril martirio en la eternidad convierte, mudable, indomable, estóica lealtad antigua, al ritmo de la idea y las estrofas peregrinas.
Arcana calma que despedaza el alma, espiga espuma en la suprema silla, la sombra del silencio derrama la mirada, en el menudo sueño con lava hirviente, mil tumbas áureas el cielo habitan.
Allá el hierro de la congoja mudo, teje con viento al monocorde instante, del futuro los fantasmas hoguera fría, aprisionan los antojos de la espera núbil. ¡Árido huracán yerto!.. Rigor y roble.
Fervoroso el fuego en la ceniza vive, los muslos de las grutas del mármol dulce, rasgando la escoria del sensualismo torpe, leyendo pintoresco las blancas hojas, el rojo que envenena, condena y redime. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PARADIGMA CONVEXO
Las pasiones de luto desayunan decadente decencia decididas con polvo quieto en la lengua pródigo producto y proeza crucificada escoba en la sombra rumor rústico rol ronca rutina del aliento en la penumbra ralo.
Sólo la penumbra sabe del pelambre habitual habla del hambre alambre del hombre mudo cada vez menos labranza lacónica largura lastimosa en cuerpos de aire, negrura y harapo del día carne menos pensado hoyo en la eternidad sin dentadura dura.
Perfil del decoro en secreto alfil balanza bálsamo barrote bendito en la piel siniestra sedienta gota cercana ceremonia cereza cierta entre los sudores perfumados hoy elegantes embotellamientos éticos con la fuerza cálida del hilo y hielo.
Aplaudiendo con corbata en la mesa hundiendo tenedores y detenidos por la torturada tortuga volátil hoja de las flautas puras del tambor mudo al vuelo del roble anhelado fascinar a la última justicia de la tumba feroz con la soledad que ruge raudo lector.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Muerto al fin
Olvido olvidar al olvido, de lo vivido, de lo sufrido. ¡Dolor dolido al doler!. La muerte muerta mortal, del ser siendo sido.
Al Fin Muerto en...
La pena de pana planeada, de lato de lata textura. ¡Cielo que se agita carne que se compacta!. En la tinta agrietada. En el diluvio enletrado.
Al Fin Muerto en...
¡Imágenes del nunca nervios de garras!. En la operación del qué te importa. Porqué a nadie ya le importa. Ya podrida la consciencia por la esquirla. En el flujo sulfuroso del alma yerta.
Muerto Al Fin.
Porqué retoña el otoño malestares.. Vitrificando especioso al convulso En la cabeza del orificio eclipse. Del concierto desierto inserto. ¡Trama de náusea lengua de sed!.
Muerto Al Fin.
Hormigueando a las uñas los guijarros. Palpitando a las mesas temblorosas. El aire agigantado enfermo infame. El olvido al olvidarse olvidado. ¡Por el morir que la muerte muere!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ASÍ ALGUNA VEZ...
Dormida la noche el río rueda, la cama come la mesa mece, el cuento cuenta la rama rima. ¡Volviendo al espejo espuma!.
De cuando en cuando esperando, encontrar al anhelo perdido, en la esperanza del encuentro, por ninguno ninguneado, y menos, por alguna alga nada mala, y más, por algo donde dulce sabe.
Aunque eso, es disfrutar, que aún fruto, no sabrá sino a frutal.
En la dicha aquélla, y en ésta, mi dureza, penetrando, cual espada y escudo, sirven lo mismo, en la paz y en el combate.
Del temor temeroso, Del temblor tembloroso, Al saberse sabor compartido, Dale y dale la noche despierta. Y el río ríe raudo rodando.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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EL VERBO SER Autor: André Breton Normandía 1896 París 1966 Esta versión al castellano es de Armando Rojas
EL VERBO SER
Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene alas, no se halla necesariamente en una mesa servida en una terraza, en el atardecer, al borde del mar. Es la desesperación y no el regreso de una cantidad de hechos sin importancia como las semillas al caer la noche dejan un surco por otro. No es el musgo sobre una roca o el vaso para beber. Es un barco acribillado por la nieve si queréis, como los pájaros que caen y su sangre no tiene el más mínimo espesor. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Una forma muy pequeña delimitada por joyas capilares. Es la desesperación. Un collar de perlas para el cual uno no sabría encontrar un broche y cuya existencia ni se sostiene en un hilo, tal la desesperación. Del resto no hablemos. No hemos terminado de desesperarnos si comenzáramos. Yo, me desespero por la pantalla a las cuatro, me desespero por el abanico a medianoche, me desespero por el cigarrillo de los condenados. Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene corazón, la mano queda siempre en la desesperación sin fuerza, en la desesperación cuyos hielos no nos dicen jamás si murió. Vivo de esta desesperación que me encanta. Amo esta mosca azul que vuela en el cielo a la hora que musitan las estrellas. A grandes rasgos conozco la desesperación, de vastos asombros menudos, la desesperación de la altivez, la desesperación de la cólera. Me levanto cada día como todo el mundo y descanso los brazos sobre un papel floreado, no me acuerdo de nada y siempre es con desesperación como descubro los hermosos árboles desarraigados de la noche. El aire de la habitación es bello como palillos de tambor. Hace un tiempo increíble. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Es como el viento de la cortina que me asiste. ¡Se conoce semejante desesperación! ¡Fuego! Oh van a venir de nuevo... ¡Socorro! Helos aquí cayendo por la escalera... Y los anuncios del periódico y los avisos luminosos a lo largo del canal. ¡Montón de arena, vete, especie de montón de arena! En sus grandes rasgos la desesperación no tiene importancia. Es un hacinamiento de árboles que una vez más van a hacer una foresta, es un hacinamiento de estrellas que una vez más van a hacer un día de menos, es un hacinamiento de días que una vez más va a hacer mi vida.
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Poeta
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ODA AL SIGLO
En El Siglo tejedor nacen los años hojas calendarios en el bosque sangrando los años rotos gotas desiertas pajas invisibles que fecundan muriendo los suspiros de pobreza de latidos obscuros en su raíz sin que cambien los trozos de otoño en algún sitio de luna hirviente por la sombra que suena que vaga de nube a nube las campanas cayendo entre los ríos espinas, de carne salpicando el granito encendiendo periódicas guerras delirando monedas del camaleón en la bandera salvaje...
No del cielo para ellos son años inclementes años inventados sin memoria entre los hombres los muertos del alma del aroma agua desnuda nacida en la arena tejiendo meses con años mesas con hambre casas sin hogares vidriosas enlagrimadas en la tierra sin derecho sin seguro en el siglo flor del tiempo perdida la memoria con toda la voluntad año tras año que naciere ciego a la evidencia del calendario.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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EL DUELO INCÓLUME
Porqué están los días en filas apagando el pasado única verdad encendida y congelada en el brillo al fondo de una flama entre la ficción profunda en busca del autor de los reflejos del eco y del espejismo. ¡Del silencio en movimiento!. De los frutos. De la expresión. Del dolor más puro. ¡De la misma esencia de la pureza!.
¡Oh, el duelo incólume, duelo verdadero! Es En el corazón del silencio Es En el solitario lugar Es En la cúspide del fondo Incólume El Duelo... ¡Duelo sin mudanza veleidosa!
Dónde corren por el viento las malas brisas Al cuidado ruin de ásperas sonrisas. En los prados abundantes de la nada. ¡Cómo el trino al ave ve volando!. En los corazones de las hormigas. ¡Qué las ausencias muerden duro!. El duelo incólume. ¡Qué vive puro!. En los bruscos aletazos de la memoria. En los troncos sacudidos de la sombra. En los rayos leñadores de la yesca.
El Duelo Incólume ¡Vive, puro!. El duelo verdadero qué hace al hombre más humano, qué no muda ni se olvida. Con La sed... En las pupilas silenciosas En los brazos apagados De los clamores rotos ¡Al precio de las ávidas quijadas!. Al extremo del sudor de los cristales En las mesas erizadas del hambre lumbre En las húmedas cucharas de las piedras pardas El Duelo Incólume sigue en su pureza prístina joya humana.
Con el cielo de la piel encarnizada En las cascos qué se arrastran Los días en fila apagando Los pasados congelados Entre las espumas conmocionadas del reposo Del repaso entre sanguíneos eslabones Del suelo al cielo ahogado ausente ¡Qué vive atado a los mirtos del dedo del sillón!. Dónde corren por el viento Las malas brisas De las ásperas sonrisas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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APOTEÓSICO APOTEGMA
Porqué pensaron los ojos en el hambre de la casa que llueve de la cuchara sed en pared el techo en el zapato roto del sueño gastado del insomnio perenne.
Al fondo de la vida en el vientre. Ajeno a la frente del cabello. De las uñas que muerden. Al dormir de la silla. De la familia hecha añicos en cada casa. Del hogar desprendido de todo polvo. Y el alado preguntar espeso ahogado. ¡Mirando extasiado afrodisíacos ataúdes!. En buscar añejo al olvido férreo, de los féretros dorados, del amor en cada urna. En la terapia de lápidas y cementerios. Y en la cocina el humo, ahora, es gratis. En la cuna de los fantasmas. Por el oculto caracol que huyó. ¡Enroscado elefante tétrico!.
En la espuma añeja del vinagre bajo el pecho. En los mismos ojos de la maldición bendita. ¡Creída bajo las piedras y los gusanos!. Apotegma esencial de la tragedia. Apoteósico de la injusticia misma. ¡Rodando obscura árboles espadas!. ¡Asando ortigas sahumando olivo!. Es En su escondite el gusano que trae tragedias. En el mismo aire que respira y al piso pisa. ¡Ya verán los qué lo ignoren!. ¡Ya verán!. Porqué En Los mismos ojos el veneno pestañea. Del pié al piso. Y el mismo cielo tiembla.
En la mesa sola, en los miles de hogares acribillados. En la memoria que jamás estará a salvo. ¡Apoteósico y catastrófico sonríe!. El apotegma. Del infinito perdón a los miles de atroces actos transitorios. Apoteósico embriagado inconsciente. ¡En la eterna amnesia del pasado a crédito!. Espera, espera, apoteósico, el olvido.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Viviendo...
El sabor del viento. En la casa tibia. Hace la sangre. El hogar verdadero. Ser, varios, el huerto real. Amor filial. Oro del valor humano. Viento, aliento, divino. Entre paredes solitarias. Un techo amigable. Camas, mesas, sillas, abrigos. Por la vida. Lágrimas y risas. Consuelo, apoyo, flor y luz. En el mar atormentado. La existencia, nube fértil. ¡Dónde la raíz está en la hoja! Del otoño y primavera. El viento bien lo sabe. Del agua, tierra y fuego.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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