ANDAMIO AL ÁPICE
Por esa ventana sin alas ni miedo,
cae la nieve amando al tiempo,
por el otoño sin demorar la sed,
en la palabra fervorosa de la entrega.
¡Sólo natura que cura!... Sin piruetas.
En los trenes erizados por el eléctrico drama.
¡Por la brisa maternal de una sonrisa!.
En las íntimas dulzuras de un geranio.
Una tibia acogida, madrugadora, complaciente.
Bordando un laurel en calma.
¡Andamio al ápice de castalia fuente!.
Encarnada amena con presteza ágil.
¡Encarnada en travesía halagüeña!.
Por ser virtud que inspira leal.
Y estremece a los lamentos sepulcrales.
Al cuidado inhabitual de las ovejas.
¡Oh, luz que ayuna del pudor falsificado!.
¡Cuanta sensatez hay en el amor maduro!.
Con lo adusto, cauto y recatado.
Con la materialidad espiritualizada.
¡Cierta claridad cierto compartirse!.
¡Andamio al ápice del caudaloso río!.
En la esplendidez de un espasmo perenne.
Pletórico dar y recibir al cenit cediendo.
Al pináculo copiosidad almendrada miel.
Sin traficarse especulando. ¡Sólo!.
Sin apropiarse nimio hábil. ¡Nada!.
Sin alas, sin miedo, sin sueño. ¡Todo!.
Con afán, con raíz, con alma. ¡Cada parte!.
Dócil asequible cómodo satisfecho... ¡Cada poro!.
Con lo más humano de la falibilidad insurrecta,
dando y dando. ¡Serenata al sol y la luna!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez