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La molécula del mal Hace muchos, muchos siglos en la vibración violácea de un poema está representada la misma longitud de onda con las nociones de violencia, agresión y amargura de una época del tercer milenio, antes de la gran des- trucción desoladora e irreparable de la cons- ciencia humana, que se había iniciado como un minúsculo neoplasma. social invasivo, y aún los oncólogos sociales fueron incapaces de abor- dar el problema con efectividad, a causa de la falta completa de cooperación internacional.
La leyenda según me la contaron, no se permitió fijarla en ningún medio material indeleble. Y partió de un viejo monasterio transparente hecho de los especiales campos energéticos de fuerza espiritualmente evolucionada en el alma de éste personaje, más allá de la comprensión racional habitual. Y fue... ¡Qué...! Caminando por la esquina de un viejo sueño se le ocurrió mirar el lado que brotaba de los ecos pe- dregosos desfigurados del dormitorio paralelo a la ventana cerrada. En el microcosmos del inconsciente colectivo era evidente el desequilibrio peligroso, las campanas imparables emitían insospechados capítulos del fracaso incuestionable del progreso, en los millones de turbias pretensiones enmascaradas de las manos en la espalda. El tiempo y el espacio se fusionaron en una especie de plasma antimaterial desconocido hasta ese entonces, dentro del cual estaba reconstruyendo los sutiles modelos teleológicos en el campo teórico, en la escala subatómica. Ahí las hipótesis más plausibles encontraban la punta matemática infinitesimal del cálculo geométrico... ¡Sabiendo qué no podría decirlo!. En el ambiente había una luz mortecina como la carne que se deseca y se momifica de alguna manera a pleno sol. Los resultados apuntaban en la dulce dirección de los electrones producidos du- rante la descomposición de la glucosa al pasar la
barrera hematoencefálica y con los enlaces covalentes inestables se posaban en amplias zonas del sistema límbico, deteriorado y sin control.
Era sorprendente. ¡Por la vía aeróbica y proliferando los más primitivos impulsos destructivos, en los más perfeccionados modelos filogenéticos. Inquieto, pálido, con quince kilos menos de su peso habitual, su pensamiento dirigía el análisis a la nutrición. ¡Oh! Ese inmenso complejo mecanismo metabólico multisistémico tan mal comprendido en las esferas directivas espantosamente carcomidas y agusanadas incurables. La llamó nutrición Holozóica Ciberespacial (HC), si bien, la nutrición saprótrofa (NS) es de importancia clave, sobre todo, en las etapas seg- mentarias de históricos conflictos consignados en múltiples documentos, en sus particulares descubrimientos por la lógica simbólica. que utilizó como método ese día.
Sudoroso, incapaz por el momento de comunicar sus resultados, de alguna manera, el pensamiento sentía humillado y aterrorizado por la insensibilidad global progresiva. Entonces por el piso vio el mundo de varios años, las calles tapizadas. frescas y cadavéricas, enrojecido el asfalto, cientos de automóviles per- forados, vidrios por todas partes, rotos los rostros y lágrimas, inundando los edificios de las tristes chozas.
___¡Ayer será un día difícil de analizar mañana en la imagen hecha jirones!. Y la del centro, aún más, por la indiferencia de los papeles carbonizados más digitales. Oprimió el botón holográfico de pronto desnudo en la pared enmarcando un ángulo insólito en la mente en blanco en esa vigilia convenida asomando, no importando la excusa ni la hora menuda por los mosaicos estremecido. Y recordó el escrito como un poema de fondo. Intitulado que aparecía.
Por la ausencia que reflejan las sombras en la distancia en la voz del desaliento el dolor qué huele al odio el eslabón desfilando aleteante ¡Bóveda qué clamorosa muerde! Al estanque removiendo, las ropas al aroma del ahondarse, los barrancos sembrando aplacan. ¡Mustias ascuas a raudales!. Mustias Ascuas ¡A raudales íntimos dardos combatiendo!. El atropello del metal fangoso, la redonda limpidez manchando, al brutal precipicio acompañando, las arrogantes hachas de la hierba, huracán dilatado de la cumbre. ¡Talando las heridas entreabiertas!. Como, sin decir. Como... Algodones sedientos bajo la tierra. ¡Arena sin remedio lóbrega rama!. ¡Erizados medran cielos!. Agrandando hambrientas yuntas, entre los martillos espumosos parpadeantes. Y pensaba, letra a letra los mensajes de las estrofas combinadas, verticales, en zig-zag, en lecturas ascendentes y asimétricas, ahí estaba el misterio del pensar adherido a la memoria y la emoción colectiva percibida año con año, siglo a siglo, en unas cuantas horas ondulando.
Sin embargo, se decía en el fondo. ___¡Nada funcionaba en el destino fabricado con el dinero mutilado del azúcar radiactivo en la red del sistema activador ascendente!. Los instintos desvestidos anidaban ya el aire de los bolsillos y los vientres de los humanoides maleables y metálicos depredadores millonarios. ___Pensaba en los resultados teóricos definitivos, y por lo irrealizable de la prueba cubría sin notarlo sus rodillas adoloridas al embalsamarse dentro del sueño de creer vencer al mal reinante. ¡Como si fuera la molécula aislada!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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DEL METAL AMANTES Oro y oraciones las pasiones, platas pieles en las retinas, en cada ojo. De pestañas las entrañas.
Papeles sin valor. En latidos manos de los anhelos.
Y con hielos que deshilan a los extraños el corazón. Del bolsillo de las hambres.
Hueco de de los labios de las sangres.
Obscuridad del negro y diamantino desatino anhelo.
El amor material, y las noches soleadas, fragmento fugaz.
Nunca es, siempre frío, siempre, frío, deja. En los sueños y el alma.
Al amante estéril del metal, amante, estéril, del metal, ardiente y encía de cocodrilo.
Sin amor no hay vida, amor no hay vida. ¡Vida verdadera!.
En el hueco palpitar de los ayeres de las mañanas. Y Como Nunca todo, deja estéril al... Verdadero aliento del cielo. ¡Por el suspiro mineral amor!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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