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AGALBANADO ZAMBOMBO (Texto Neosurrealista)
Aquí dormía la noche por la tarde enamorada de un guante con el frío sublime liso altivo en la ceniza de un sí rastrero honesto.
Un sí con el poder de robar. Un no al engaño ausente. Un nunca al honor viejo.
Y en consonancia con la eliminación manual de las moscas, y los productos importados para el descortezado de árboles, entre los que se cuentan las novelas que han seguido sentadas en cada silla y el miedo a las ovejas, que han hecho un cosa gris a la espada maltratada con toda la calamidad de ver crecer las papas y los rábanos desde abajo...
Destacan por otra parte, los vestidos musculosos en los juegos con sal de uvas, los teléfonos solitarios organizando conmovedores mensajes a los gusanos que no se dejan de mover como el tocino en su auto, con los marsupiales aplaudiendo al campo magnético templado en el ambiente del acarreo de los aerosoles, sin olvidar los marcadores fluorescentes, dónde es posible encontrar las diferencias con las arañas rojas en las erupciones de aranceles amenos, y los primeros primates de níquel, con las más modernas técnicas de cultivo del azufre con plomo, entre casas y chozas que sacan la lengua a los pisos de basalto, y sedimentos del clima al fallecer las capas tectónicas, por no tener saber del cuidado del aire, y dejar que se elevara la toxicidad de los cubos puntiagudos con el magma endurecido...
¡Vaya encorbatados! Son el conjunto de la vocación iconoclasta que está fabricando pasta, pastel y plástico en el mismo nivel temático que resta importancia al agua tibia, lejos del determinismo y la teoría del reflejo, por el culturalismo desbordante de los dedos incomprensivos en una tarde de comitiva menos elitista que cualquier mañana vana, anulando la vieja certidumbre más exigente de trapos, si bien, menos instrumental cuando se cambia el suelo y el tapete al márgen del nombre que alcanzó la primera madurez del escarabajo con la gracia displicente, y la claridad de las uñas de suaves colmillos embusteros.
Bueno, sentadas las bases en la punta de los patrones enigmáticos de los terremotos, es necesario pensar en el arrastre atmosférico sobre las naves espaciales que solucionan sin preocupación la mínimas injusticias de los satélites en órbita, en tanto se enfrían los huevos del desayuno, por las corrientes de convección causadas por el calor ascendente que impulsa el dinamo de la más pura consciencia humana encargada del cuidado micótico. Aunque, desde luego, cualquier lágrima puede haber sido causada por el polvo en el aire, sospechoso de los datos en el laboratorio de los rábanos, y las reducciones drásticas en los paneles solares y las turbinas de algodón.
Así que, por este simbólico zambombo, hay esperanza para la cera... Así como, para las mesas que optaron por dar un paseo e identificar los focos fundidos sin prenderlos, y con la manada de elogios de las granjas y el ganado, y el mayor sombrero de los ácaros en la población de aviadores , y la matanza de cadáveres con luces intermitentes ruidosas. Para eso es el soporte matemático, que pone en duda el rojo de la sangre, el dolor por la muerte infame y la buena voluntad del apropiarse de los bienes ajenos, dentro de la mayor legalidad estadísticamente menos improbable.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Dadivosidad Indómita
Porqué nació el fin resuelto a empezar, en el reino del vapor fidedigno. ¡Manzana manual almendrada!. Superficial fealdad callando, el mal tono del recipiente, fuelle desinterés del daño. ¡Habitación feroz de paladar cruel!. Al interés tenue del invierno, el huésped se derrite pleno.
¡Carente permanencia insigne!. La virtud, del abandono, sin fe. ¡Apacible jarro sin destellos!. Nace, Nace débil la miel fértil, En la espera invariablemente oscura. ¡Valle informal del pez grasoso!. Al sol infeliz que incendia. ¡Cada luna incurable lago!.
Ruido. De cadenas. ¡Libre!.
Porqué... ¡Guarda fingiendo al silencio!.
Indómito dadivoso en la dadivosidad indómita.
En la blanda benevolencia de la pared menos distraída carne impersonal de cera invernal es blancura por excelencia tres veces del elástico penúltimo en la cicatriz de la tablilla funeraria al borde de los barcos parcos dotados botados de avidez por la vida al comienzo de la audacia qué subsiste por encima del drama de la cara cortés obtusa de nuevo bajo un casco desnudo por eso del fantasmal crudo interior incalculable.
Indómito En la dadivosidad Indómita Dadivoso
¡Oh, conmovedora existencia!. Del fruto melodramático al contacto precoz. Del ascenso extenuante. Del ritual intermediario. ¡De la edad tardía de la escoba!. Del ínfimo rango ostentoso. ¡De la larga mirada de la oruga!. ¡De la profética trompa de la hormiga!. Un escarabajo explica meticuloso. Los desenfrenos del agua, entre las ramas del fuego caídas, las calles danzando en las gotas. ¡Decorando campanas portuarias!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Por ser virtualidad...
En El Abanico cerrado abre los puños. Ay, ¿Dónde está?, ay, ¿Dónde fue?. Hurgando...En la mirada que niega, los caminos de la sandalia olvidados. ¡Golpeando al respaldo!. ___¿Dónde, dónde?___ ¡La muerte viste la vida embiste!. ...Los verdes amarillos se han secado... ¡Al margen del vapor!. ¡Qué nunca pudo ser hielo!. Por el dormir. ¡Anónimo a los sueños!. ¿Sabrá acaso el viento?. Ya se ven. Ya se ven...Por ser, por ser virtualidad.
En
El agua, tomados de la mano... Aliento, lágrima, suspiro, sonrisa, destreza manual, caridad candor, lealtad decepcionada ganancia, temporal, fondo y fachada... ¡Íntima cáscara!. ¿Sabrá también de ésto?. ¡Oh, el viento!.
¡Del infortunio, hermano pobreza viva!. De la inmensidad velas fecundas. Ay, la luz ya teje, ay, su sombra. Labran los latidos sus vocablos. Los desfiladeros en las praderas. ¡Semillas a veces, sólo a veces!. Peces palomas lagos lámparas, primordial escurrirse sesgado, floreo antinomia incompatible. Cuando...¿Hasta cuándo'. Propicia la corriente, salte, lejano al campo. ¡Cuándo el clima se lamente de la soledad, cada ausencia sembrando al tiempo virtual!. Virtual, virtualidad del ser, siendo solo.
Los caminos del abismo fácil. Y de acunar de la sombra la estela... Ay, ¿Dónde fue?, ay, ¿Dónde está?. La mirada del viento entre la brisa. Ay, la luz ya teje, ay, su sombra. ...En la esperanza qué se repite cruel... ¡Virtualidad!... Solo por ser virtual.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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