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“Muere en vida, ya, de fijo . . .”
La madre que pierde un hijo usa el alma de escondrijo del terrible sufrimiento, por tristeza y sentimiento.
Ya que quedó sin motivo de seguir, sin atractivo, su entraña decepcionada, vana, hueca, así, sin nada.
El dolor la paraliza, su tragedia se eterniza, la pena es inenarrable, la calma es . . . inalcanzable.
La madre que pierde un hijo se extravía en el acertijo de su existencia en un grito porque se fue su angelito.
La madre que pierde un hijo que era juguetón prolijo, extrañará sus diabluras, sus inquietas travesuras.
Necesita mucho a Dios, pa’ poder decirle adiós al tan fiel amado niño, el dueño de su cariño.
La madre que pierde un hijo precisa de un crucifijo para acercarse al Señor y desechar el rencor.
Requiere de la oración para hallar resignación porque no comprende, pues, la razón de tal revés.
Le impera desilusión, va envuelta en la desazón que le marchita el buen ser que no podrá florecer.
La madre que pierde un hijo muere en vida, ya, de fijo, al desangrarse en el frío de su corazón vacío.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda Ciudad de México, a 22 de mayo del 2021 Dedicado, con mis mayores respetos, a la Señora Marisol Tapia, madre del menor Brandon Giovanny, quien falleciera en la lamentable tragedia de la Estación “Los Olivos” del Metro de la Ciudad de México, Línea Doce, Alcaldía Tláhuac, el día 03 de mayo del 2021 . . . Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
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Poeta
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Mis botas de potro sobo Con la grasa de las ruedas Yo soy gaucho aunque no puedas Entender mi sentimiento Mi mama fue como el viento P'al indio solo monedas
Por Conrado Augusto Sehmsdorf
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Poeta
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Me pediste que hiciera un poema para ti, Por el día de la madre, escribí palabras vagas Sin sentido, el amor es infinito No tiene tiempos, no tiene edades, es un poema Sin metáforas, ni sinalefas, no tiene rimas Es tan perfecto, que el cariño de una madre Supera cualquier verso de cualquier poeta No tiene verbos, ni sustantivos es eterno sentimiento Nunca cambia, es como desierto sin viento Es como primavera en otoño, es una sonrisa Tierna y dulce, en un día oscuro de niebla.
Por Conrado Augusto Sehmsdorf (Kurt)
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Poeta
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Cuanto tiempo ha pasado de aquel lejano 27 de octubre de 1958 Recorriendo calles mojadas, he sentido frió en viejas madrugadas He muerto y he nacido, salí de pozos profundos y de pequeños techos Saltando charcos en desiertos secos,eh sentido en mi cara el viento muerto Cuanta gente queda en el recuerdo con el paso del tiempo, se olvidan las miradas Se recuerdan sus sonrisas, se recuerdan mis lágrimas, muchas de ellas saliendo de mi alma Se fueron viejos amigos que jamás volvieron, se fue mi madre y mi padre un atardecer de Mayo Hermanos que dejaron quieto el susurro del árbol, cayendo las hojas año tras año Pero aun así, hay retoños que ha nacido en verano, de un amor fortalecido por raíces duras Que de la tierra salen, se mesclan con el aire y se llenan de luz, que iluminan la vida Que lejano 27 de octubre de 1958, en aquella clínica del gran Buenos Aires.
Por Conrado Augusto Sehmsdorf (kurt)
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Poeta
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Los recuerdos de mi madre, son tan vagos que Solo veo sombras en la penumbra del camino El destino me llevo a perderte hace muchos años Tu figura, se va alejando de mí con el tiempo.
Pero el recuerdo, sigue vivo aquí en mi alma Cerca de mi corazón, que mientras lata vivirá Ruego ciertamente que la religión, diga la verdad Así nos encontrará algún día, en otra dimensión.
Por Conrado Augusto Sehmsdorf (KURT)
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Poeta
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PORQUE ME QUITE DEL VICIO Autor: Carlos Rivas Larrauri México. 1900-1944.
No es por hacerles desaigre… Es que ya no soy del vicio… Astedes me lo perdonen, Pero es qui hace más de cinco Años, que no tomo copas, Anqui ande con los amigos… ¿Qué si no me cuadran?… ¡Harto! Pa’ que he de hacerme el santito; Si he sido rete borracho… ¡Como pocos lo haigan sido! ¡Pero ora ya no tomo, manque me lleven los pingos! Desde antes que me casara Encomencé con el vicio, Y, luego ya de casado También le tupí macizo… ¡Pobrecita de mi vieja! ¡Siempre tan güena conmigo! ¡por más que l’hice sufrir nunca me perdió el cariño! Era una santa la probe, Y yo con ella un endino, Nomás porque no sufriera Llegué a quitarme del vicio, Pero poco duró el gusto… La de malas se nos vino Y una noche de repente, Quedó como un pajarito… Dicen que jue el corazón… Yo no sé lo que haiga sido; Pero siento en la conciencia Que jué mi vicio cochino! El quiso que nos dejara Sólitos a mí y a m’hijo, Un chipayate güerfanito A l’ edá en que más falta La madre con su cariño. Me sentí desesperado De verme sólo con m’hijo… ¡Pobrecita criatura! ¡Mal cuidado… mal vestido! Siempre sólo… recordando El ángel que bía perdido. Entonces pa’ no pensar Golví a darle recio al vicio Porque poniéndome chuco Me jallaba más tranquilo Y cuando ya staba briago Y casi juera de juicio Parece que mi dejunta Taba allí conmigo. Al salir de mi trabajo, M’ iba yo con los amigos Y luego ya a medios chiles, Marcaba ya harto refino Y regresaba a mi casa Onde mi aguardaba m’ hijo. Y allí… ¡duro! Trago y trago Hasta ponerme bien pítimo… ¡Y aistaba la tarugada! Ya indinantes les he dicho Lueguito vía a mi vieja Que llegaba a hablar conmigo Y encomenzaba a decirme Cosas de mucho cariño, Y yo a contestar con ella, Como si fuera dialtiro Cierto lo que estaba viendo, Y en tanto mientras que m’hijo Si abrazaba a mí asustado Diciéndome el probe niño: “Onde está mi mamacita… dime onde esta papacito… ¿Es verdá que ti esta hablando? ¿Cómo yo no la diviso? “Pos qué no la ve tarugo… “Vaya que li haga cariños! ¡Y el pobrecito lloraba y pelaba sus ojitos buscando ritiasustado a aquélla a quien tanto quiso! Una nochi al regresar D’ estarle dando al oficio, Llego y al abrir la puerta, ¡Ay, Jesús, lo que diviso! Hecho bola sobre el suelo Taba tirado mi niño Risa y risa como un loco, Y pegando chicos gritos… “¿Qué te pasa?… ¿Qué te sucede?… ¿Ti has güelto loco dialtiro?…” pero entonces, en la mesa vide el frasco del refino que yo bía dejado lleno, enteramente vacío… luego luego me di cuenta y me puse retemuino. “¿Qui has hecho, izcuincle malvado? ¡Ya bebites el refino!… ¡pa’ qui aprendas a ser güeno voy a romperte el hocico!…” y luego con harto susto que l’hice golver al juicio, y con una voz de angustia que no he di olvidar me dijo: “¡No me pegues, no me pegues, no soy malo papacito, jué por ver a mi mamita como cuando habla contigo… ¡Jué pa´que ella me besara y m´hiciera hartos cariños! ……………………………………….. desde entonces ya no tomo, onqui ande con los amigos. No es por hacerles desaigre, Pero ya no soy del vicio… Y cuando quero relajarme Porque sento el gusanito De tomarme alguna copa, Nomás mi acuerdo de m’hijo Y entonces ya no tomo ¡anque me lleven los pingos!…
Una excelente referencia es... https://www.youtube.com/watch?v=x6uiuK_gErc
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Mas fuerte que un volcan Al mismo tiempo manantial De agua pura y cristalina
Rara piedra que al tallar Es diamante que fascina
Misteriosa fuente viva Que incansable se derrama A cada instante de mi vida
Bendiciones siempre tengo De mi madre tan querida
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ENCOMIO A BACHUÉ
¡Oh, mujer eterna!. De la benevolencia madre. Luz del lago cósmico. El lago mismo seguirá. ¡Sagrado y serpentino!.
Por los tiempos espirales. Por las lunas universales. ¡Sagrado y serpentino!. El lago mismo seguirá. ¡Oh, mujer eterna!.
Perenne engendradora. Elixir de la luz misma. La esencia de los inciensos. Te ofrendo. Hoy como ayer y mañana.
Te ofrendo. ¡Hoy, hoy mi canto!. A ti. A ti, hoy elevo mi canto. Mí canto más allá.
A ti llegue. ¡Oh, de las cosechas protectora!. A ti mi canto llegue. ¡Oh, madre del universo!. Perenne engendradora.
Elixir de luz, más allá, más allá. De Bochica y Chibcha-chum. A ti, hoy elevo mi canto. Para que todo mi incienso recibas. En estas serpentinas flores.
¡Serpentina esencia serpentina!. ¡Oh, mujer eterna, la benevolencia misma!. Bachué Bachué Bachué. ¡Todas las lunas te vivan juntas!. A ti hoy elevo mi canto.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Referencias útiles son: https://es.wikipedia.org/wiki/Bachu%C3%A9 https://www.youtube.com/watch?v=P6-k2ZVNiIM
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Poeta
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cuando era niña y mi madre me abrazabapara para mi era como una rosa que se deshojaba ,cuando ella me miraba era como si un rayo de luz me iluminara y cuando ella me sonreia era como si los angeles cantaran . ahora que ya soy grande me di cuenta que lo sentido por mi de niña no era una imaginacion porque ahora cuando ella me abraza se deshoja una rosa cuando ella me mira un rayo de luz me ilumina y ahora se que cuando ella me sonrie los angeles canta..... te amo mama!!
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Poeta
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Madre: esta noche se nos muere un año. En esta ciudad grande, todos están de fiesta; zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!; claro, como todos tienen su madre cerca... ¡Yo estoy tan solo, madre, tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera; estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año pasado que se queda. Si vieras, si escucharas esta alboroto: hay hombres vestidos de locura, con cacerolas viejas, tambores de sartenes, cencerros y cornetas; el hálito canalla de las mujers ebrias; el diablo, con diez latas prendidas en el rabo, anda por esas calles inventando piruetas, y por esta balumba en que da brincos la gran ciudad histérica, mi soledad y tu recuerdo, madre, marchan como dos penas.
Esta es la noche en que todos se ponen en los ojos la venda, para olvidar que hay alguien cerrando un libro, para no ver la periódica liquidación de cuentas, donde van las partidas al Haber de la Muerte, por lo que viene y por lo que se queda, porque no lo sufrimos se ha perdido y lo gozado ayer es una perdida.
Aquí es de la tradición que en esta noche, cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega, todos los hombres coman, al compas de las horas, las doce uvas de la Noche Vieja. Pero aquí no se abrazan ni gritan: ¡FELIZ AÑO!, como en los pueblos de mi tierra; en este gozo hay menos caridad; la alegría de cada cual va sola, y la tristeza del que está al margen del tumulto acusa lo inevitable de la casa ajena.
¡Oh nuestras plazas, donde van las gentes, sin conocerse, con la buena nueva! Las manos que se buscan con la efusión unánime de ser hormigas de la misma cueva; y al hombre que está solo, bajo un árbol, le dicen cosas de honda fortaleza: «¡Venid compadre, que las horas pasan; pero aprendamos a pasar con ellas!» Y el cañonazo en la Planicie, y el himno nacional desde la iglesia, y el amigo que viene a saludarnos: «feliz año, señores», y los criados que llegan a recibir en nuestros brazos el amor de la casa buena.
Y el beso familiar a medianoche: «La bendición, mi madre» «Que el Señor la proteja...» Y después, en el claro comedor, la familia congregada para la cena, con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado, y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa. ¡Madre, cómo son ácidas las uvas de la ausencia!
¡Mi casona oriental! Aquella casa con claustros coloniales, portón y enredaderas, el molino de viento y los granados, los grandes libros de la biblioteca —mis libros preferidos: tres tomos con imágenes que hablaban de los reinos de la Naturaleza—. Al lado, el gran corral, donde parece que hay dinero enterrado desde la Independencia; el corral con guayabos y almendros, el corral con peonías y cerezas y el gran parral que daba todo el año uvas más dulces que la miel de las abejas.
Bajo el parral hay un estanque; un baño en ese estanque sabe a Grecia; del verde artesonado, las uvas en racimos, tan bajas, que del agua se podría cogerlas, y mientras en los labios se desangra la uva, los pies hacen saltar el agua fresca.
Cuando llegaba la sazón tenía cada racimo un capuchón de tela, para salvarlo de la gula de las avispas negras, y tenían entonces una gracia invernal las uvas nuestras, arrebujadas en sus talas blancas, sordas a la canción de las abejas...
Y ahora, madre, que tan sólo tengo las doce uvas de la Noche Vieja, hoy que exprimo las uvas de los meses sobre el recuerdo de la viña seca, siento que toda la acidez del mundo se está metiendo en ella, porque tienen el ácido de lo que fue dulzura las uvas de la ausencia.
Y ahora me pregunto: ¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo más que tu amor, que me llevaba a la dulce aninomia de tu puerta? ¡Oh miserable vara que nos mides! ¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña! ¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria, cómo olvidé la Gloria que me dejaba en ella!
Y esta es la lucha ante los hombres malos y ante las almas buenas; yo soy un hombre a solas en busca de un camino. ¿Dónde hallaré camino mejor que la vereda que a ti me lleva, madre; la verdad que corta por los campos frutales, pintada de hojas secas, siempre recién llovida, con pájaros del trópico, con muchachas de la aldea, hombres que dicen: «Buenos días, niño», y el queso que me guardas siempre para merienda? Esa es la Gloria, madre, para un hombre que se llamó fray Luis y era poeta.
¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede mi poesía andar como una reina! ¿Qué sabes tú de formas y doctrinas, de metros y de escuela? Tú eres mi madre, que me dices siempre que son hermosos todos mis poemas; para ti, soy grande; cuando dices mis versos, yo no sé si los dices o los rezas... ¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo toda una vida absurda, la promesa de vernos otra vez se va alargando, y el momento de irnos está cerca, y no pensamos que se pierde todo! ¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta y en la última uva libo la última gota del año que se aleja, pienso en que tienes todavía, madre, retazos de carbón en la cabeza, y ojos tan bellos que por mí regaron su clara pleamar en tus ojeras, y manos pulcras, y esbeltez de talle, donde hay la gracia de la espiga nueva; que eres hermosa, madre, todavía, y yo estoy loco por estar de vuelta, porque tú eres la Gloria de mis años y no quiero volver cuando estés vieja!...
Uvas del Tiempo que mi ser escancia en el recuerdo de la viña seca, ¡cómo me pierdo, madre, en los caminos hacia la devoción de tu vereda! Y en esta algarabía de la ciudad borracha, donde va mi emoción sin compañera, mientras los hombres comen las uvas de los meses, yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta. Mi labio está bebiendo de tu seno, que es el racimo de la parra buena, el buen racimo que exprimí en el día sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.
Madre, esta noche se nos muere un año; todos estos señores tienen su madre cerca, y al lado mío mi tristeza muda tiene el dolor de una muchacha muerta... Y vino toda la acidez del mundo a destilar sus doce gotas trémulas, cuando cayeron sobre mi silencio las doce uvas de la Noche Vieja.
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Poeta
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