Precipitado sigilo
Como una fruta corre en labios de un recuerdo, escucho, dibujando la espina de nítida sangre, doblando espíritu y alma, con mi sombrilla, sobre un sabor negro de pálidos cristales.
Como altos abismos de nuevas pesadillas las almohadas me sueñan muerto y despierto
y el cielo, lejano, imita cualquier engaño que alimenta los ruidos raudos que el aire lame.
Muy allá, mis sueños me devoran inquietos, nada olvido y, después lavo el alma, descolorida, desgarrando mi aliento perdido,
denigrado como el honor del tabaco, y la madera, abatida por el vidrio temeroso, blando y dulce, con el acostumbrado fluctuar volátil.
Ya el lucero se opaca y se entristece labrando en torno estrofas con el solitario poeta.
Los empeines esponjados, escapan, con la flor de la noche entera. ¡Donde la intimidad se anuncia secreta!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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